Novelista, autor de libros de relatos y también de literatura infantil, Juan Ramón Santos viene de hacerse con el Premio «València» Institució Alfons el Magnànim con su último poemario, Vida salvaje, publicado por la editorial Hiperión.
Zenda adelanta cinco poemas del libro.
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VENDEDORES DE PAN
Abrían la furgoneta
y un olor primordial, a trigo antiguo,
se deslizaba fuera, hacia la escarcha,
lamía los terrones reventados,
colmaba de promesas el estómago,
caldeaba los dedos, que, ateridos,
se aferraban al precio de una hogaza,
y le otorgaba al mundo unos instantes
la cálida apariencia de un hogar.
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LA HIEDRA
Solían dormir la siesta
debajo de la hiedra, en un rincón
–uno con un pañuelo sobre el rostro,
otro con el sombrero–, y parecía
que no había otro lugar más apacible,
a pesar de las moscas, insolentes,
y el calor sofocante del verano.
Ya va llegando el tiempo
de echarme allí debajo y descubrir
que la vida, después de tanto afán,
en realidad es poco más que eso:
una siesta, las hojas de una hiedra,
un remanso de verde y de frescura,
el placer de sentir que respiramos.
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ARTESANÍA
Suena un ruido viscoso,
luego, como un desgarro,
la paleta acaricia la pared
dejando un rastro espeso
y al cabo un golpe seco y otro golpe
asientan en el hueco la rasilla,
quizá a perpetuidad,
y van llenando el aire de vacío.
La misma laboriosa operación
se repite después cinco o seis veces
en un silencio compungido, roto
apenas por algún
llanto respetuoso, hipnotizado
por el ir y venir de la herramienta,
que, de un extraño modo, reconforta,
como si el albañil fuese más bien
un alfarero que, con manos sabias,
condujese hasta al barro a quien ha muerto
cerrando el círculo y proporcionándole,
en un final redondo, artesanal,
a esta vida tan rara algún sentido.
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RETROSPECTIVA
Yo de pequeño estaba convencido
de que, como Tom Sawyer,
uno podía asistir de incógnito a su entierro
y contemplar, vivito y coleando,
la iglesia abarrotada, la amargura
con que te despedía la ciudad,
el dolor infinito de tus padres,
desmoronados ante el ataúd
sin poder encajar el duro golpe,
e imaginaba esa fatal escena
casi con regocijo y la escondía
como un devastador as en la manga,
por si en algún momento había que castigar
algún exceso de rigor adulto,
sin dejar de creer, ingenuo y cruel,
que el farol admitía retroceso,
que uno podía volver para ajustar
cuentas con alguien o, sencillamente,
para seguir viviendo como antes,
como si nada hubiese sucedido.
Hoy uno lleva demasiadas pérdidas
a cuestas como para, aún,
creer en una muerte reversible,
pero admito tener saudade a veces
no ya de la inocencia –que también–
de esos años de mansa rebeldía,
sino de aquella libertad sin límites
que un tiempo llegó a ser ensueño infame,
de, escapando del cielo y del infierno,
vadear de ida y vuelta el Mississippi.
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EL CIELO POR ASALTO
Te recuerdo apoyado en el alféizar
de una ventana en la primera planta,
rabiosamente joven,
con el torso desnudo,
más grande que la boca la sonrisa.
Te recuerdo bajar corriendo a vernos,
a jugar con nosotros en la calle,
a hacernos volteretas,
a volvernos auténticos acróbatas,
a arrojarnos al aire infinito de la infancia,
el corazón latiéndonos desbocado en las sienes,
tu risa confundida con la nuestra.
Luego vendrían años cimarrones,
de una violencia muda,
antes de un tiempo manso,
apacible y cabal
de almuerzos familiares
y partidas de cartas
que cercenó la muerte antes de tiempo.
Pero, a pesar de aquellos años broncos,
y de estos otros, tibios,
y de la enfermedad,
que fue minando
tu legendaria robustez de roble,
de todos los que fuiste,
en mi recuerdo,
serás siempre el chaval de la ventana,
aquel que con la fuerza de sus músculos,
en la calle Santo Domingo el Viejo,
nos lanzaba a tomar
el cielo por asalto.
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Autor: Juan Ramón Santos. Título: Vida salvaje. Editorial: Hiperión. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
BIO
Nacido en Plasencia en 1975, Juan Ramón Santos es autor de los libros Cortometrajes y Cuaderno escolar, con los quedó finalista del Premio Setenil al mejor libro de relatos publicado en España en sus ediciones de 2005 y 2009, así como de El círculo de Viena, Palabras menores y Perder el tiempo, también de cuentos.
Ha publicado, además, las novelas Biblia apócrifa de Aracia, El tesoro de la Isla, El verano del Endocrino —con la que, bajo el título Fuera de órbita, quedó finalista del Premio Nadal en 2018— y La muerte del Pinflói, así como El síndrome de Diógenes, Premio Felipe Trigo en la modalidad de narración corta en 2019, y dos libros de poemas, Cicerone y Aire de familia.
En 2021 ganó el XXIX Premio Edebé de Literatura Infantil con el libro El Club de las Cuatro Emes.
Un consejo. Podrían poner las redes sociales de los poetas (quienes las tengan, por supuesto) para poder seguirlos y darles más difusión.