Al llegar a la isla hoy conocida como Guadalupe, Cristóbal Colón se topó con un pescuezo de hombre cociendo en una olla. Como guarnición, brazos, piernas e incluso otros apéndices corporales más pudorosos. Efectivamente, aquellos indios que comían carne humana con fervor no eran taínos, sino temidos caribes. Estos últimos se expandían por el mar hoy homónimo, entre otras cosas, por su crueldad. Practicaban la antropofagia porque creían que merendándose el cuerpo del enemigo absorbían su fuerza. Más tarde, por cierto, acabaron por comer esa misma carne sin ampararse en nada espiritual, espoleados por simple placer sensitivo. A miles de kilómetros de distancia, la reina Isabel I de Castilla instaba al almirante a no cometer daño alguno sobre los habitantes de aquellas tierras. La reina católica luchó contra la esclavitud toda su vida, hasta el mismo testamento: «No consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, más manden que sean bien y justamente tratados». En el norte, por cierto, los colonizadores anglosajones tardarían siglos en emitir leyes similares.
No hace falta ser muy avispado para comprobar que el arriba firmante hace trampa al presentar semejante contraste: este texto elige una de las muchas costumbres atroces a las que estaban habituados los habitantes precolombinos del continente, obviando sus muchas virtudes; en contraposición, elige una de las virtudes de la España de entonces obviando sus muchas actitudes aberrantes. ¿Por qué? Porque la conquista no fue blanca ni negra, sino gris; y como en todo hecho histórico la propaganda tiende a potenciar sólo uno de los dos extremos. Estos días se estrena en los cines Wakanda Forever, una película de superhéroes basada en Black Panther, personaje de Marvel. En la película aparece Namor, uno de los protagonistas que pretende proteger bajo el agua a su pueblo de una nueva colonización, tras las atrocidades cometidas por los españoles allá en el siglo XV. Algo así como el hombre que salvó a los aztecas.
Tenoch Huerta, el actor mexicano encargado de dar vida a este Namor, deja claro el tono de la propaganda en una entrevista para El Mundo: «No está de más que España pida perdón por su pasado en América». También demuestra su inclinación en redes, donde compara a Colón con Hitler. Sin embargo, obvia el actor mexicano la existencia de otras culturas que pretendían alcanzar la hegemonía, como los caribes que abren este texto, o como los aztecas, quienes según el mexicanista William Prescott sacrificaron a 70.000 hombres en 1482 durante la inauguración del templo de Huitzilopochtli. El resultado es que la pura conquista, es decir, la imposición de un régimen de gobierno sobre otro, no la llevaron a cabo los españoles, sino estos acompañados en el sur por los taínos, que pretendían defenderse de los caribes, o en el norte por los centenares de tribus sometidas por los aztecas. ¿Pedir perdón? España trajo guerra como modo de imposición española y defensa de los indígenas represaliados, pero también el viento renacentista de una sociedad europea infinitamente más avanzada. Ni todo virtudes ni todo defectos. Ni blanco ni negro, sino el gris que seguirá negando la triste y capciosa propaganda.
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Hélène Cixous, Premio Formentor de las Letras 2025
/marzo 31, 2025/Fotografía de portada: Francesca Montovani © Éditions Gallimard El jurado ha distinguido “la personalidad de su estilo y su intrépido sentido de la soberanía creativa, la amplitud de las disciplinas intelectuales” que ha abordado y “la composición de una obra literaria que ha expandido la más ilustre herencia de la cultura europea”, según indica el acta. Fundadora del Centre d’Études Féminines et d’Études de Genre, que ofreció el primer programa de doctorado en estudios femeninos de Europa, Cixous forma parte de la generación de intelectuales y escritores franceses que han renovado el pensamiento contemporáneo, con vínculos de amistad y complicidad…
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Doce libros de marzo
/marzo 31, 2025/Los libros del mes en Zenda A lo largo de los últimos 30 días, hemos recogido el diálogo entre libros de toda procedencia. Un mes más, en Zenda elegimos doce libros para resumir lo que ha pasado en las librerías a lo largo de las últimas semanas. ****** El turista sin equipaje, de Nicolás Melini Nada es lo que parece en El turista sin equipaje, novela de Nicolás Melini. En lo más alto de un pino muy alto, en un bosque de una pequeña isla atlántica, aparece colgado el cuerpo de un alemán. El comisario Nieves y un joven comisario, Sigui,…
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Cena con los suegros
/marzo 31, 2025/Cerré la puerta con vueltas, una, dos y tres, hasta el clec final. Me gusta cerrar con vueltas, ese clec me da confianza, como si fuera capaz de llenar mi ausencia y la de todos, porque no quedaba nadie. Nos hemos ido Fabia y yo… ¿Quién iba a cuidar de la casa, entonces? Bajamos por las escaleras, Fabia primero, aunque sin adelantarse. Si me hubiera parado en algún piso, seguro que ella también lo habría hecho, se habría dado la vuelta y me habría mirado ladeando la cabeza, como preguntándome qué observo. Fabia es muy preguntona. Viene hacia mí asomando…
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El pan y la palabra, de Sergio García Zamora
/marzo 31, 2025/*** Nada que declarar Soy pobre y emigrado. ¿Para qué darte más señales? Miro libros que no puedo comprar. Miro ropa que no puedo comprar. Miro muebles que jamás compraré. Alguna tarde de niebla voy con mi amor y entramos en la misma librería alucinada y hojeo ediciones preciosas y leo allí de pie y para ella los poemas terriblemente bellos de otro poeta pobre y emigrado. Alguna tarde invernal voy con mis hijas a la tienda de los maniquíes enfermos y me pruebo un abrigo estupendo que las hace sonreír y abrazarme. Alguna tarde sin trabajo y sin colegio…
En efecto, no hay blanco Micolor en la Historia, exceptuando la biografía de Jesucristo. Nadie ha dicho que el comportamiento de los españoles fuera ejemplar, de hecho, habitualmente no lo fue. Por eso los clérigos que tronaban desde los púlpitos y enviaban memoriales al rey (a veces en un tono que llegaba a la insolencia) fueron incontables. Los que se han dedicado a estudiarlos dicen que sólo se conoce una pequeña parte del colosal Archivo de Indias. Dediquemos años de lectura y estudio que nos den algunas nociones sobre el asunto. No hace falta pasar una temporada en los archivos; hay muy buenos libros donde los historiadores han trabajado por nosotros. Hay que leerlos. Entonces, y sólo entonces, y con mucha cautela, podremos formarnos un juicio y dar alguna opinión. Si no estamos dispuestos a invertir tiempo y dinero para conocer algo parecido a la verdad en esta pequeña parte del pasado, dediquémonos a ver series, a fumar porros y entrar en redes sociales, que la vida son cuatro días.
El solo hecho de ir a invadir América habla del espíritu de conquista para anexar nuevos territorios y expoliar. El tinte socio cultural que se le quiere dar a la invasión y al exterminio de indígenas cae por su propio peso: invadieron, mataron y robaron.
En efecto, el exterminio de indígenas fue lo que movió a los de Tlaxcala y Cholula a unirse a los españoles, que no se comían a la gente ni sacrificaban niños en cultos diabôlicos.
Y los romanos, los cartagineses, los vándalos, los godos, los franceses en España. Los asirios, los babilonios, los arameos, los hurritas, los hititas, los griegos, los amorreos, los iranios, los chinos, los japoneses, los mongoles, los mogoles, los benimerines, los turcos, los zulúes, los batúes, los ingleses, los franceses, los alemanes, los rusos, los…
Y por cierto, también mataron robaron, invadieron, esclavizaron y sacrificaron seres humanos, los aztecas, los incas, los mayas… además de haber exterminado a toda la macrofauna de América. Ecologistas y pacha-mamas, ellos.
¡No sea absurdo, señor mío!
Nunca pensé que leería una salvajada de este tipo, porque no hay otra palabra para definir este artículo. El autor, con total liviandad, intenta defender el genocidio cometido por los conquistadores españoles en tierras americanas. Peor: intenta justificar las atrocidades cometidas por los españoles señalando actos de violencia cometidos por otras culturas, como si una cosa quitara la otra. Agradezca el autor que aquella comparación de Hitler con Colón que menciona no está tan difundida, porque sino este artículo sería como si alguien se pusiera a vindicar el nazismo. Realmente un texto aborrecible.
Efectivamente, quitaron una cosa (canibalismo, matanzas de tribus oprimidas, edad de piedra, …), por otra cosa (progreso, cultura, religión, …), que
cierto es podría haber sido aún mejor, pero que ganaba de lejos a la cosa que sustituyó. Por otro lado, no podemos mirar al pasado, al siglo XV, con nuestros ojos de humanos del siglo XXI y esa apabullante superioridad moral que, generalmente, es pura hipocresía.
Increíble que zenda publique esto. El mayor genocidio en la Historia de la Humanidad. Eso fue la conquista española.
Sí, no dejaron ni un indio vivo. Sólo hay que ver a los sudamericanos que vienen a España; son todos rubios y de ojos azules, todos descendientes de godos y celtas.
Si que es increíble que Ud. haga este comentario, que España cometió el mayor genocidio de la humanidad, vaaayaaa. Dígame que fuma, es bueno, pues obvia el genocidio stalinista, el gran salto adelante chino, los jemeres rojos, a los nazis, el armenio, las tribus africanas esclavizadas y eliminadas por alemanes, belgas, sin olvidar lo que ya hacían aztecas en Centroamérica, … Lea un poco más y no se deje influenciar tanto por la leyenda negra. A propósito, a Sudamérica también fueron catalanes
¿Pedir perdón por derrocar el imperio azteca? Más bien nos tienes que dar las gracias, Tenoch Huerta. Como sois analfabetos funcionales, todo el mundo os manipula.