Según la Real Academia Española, escéptico es “aquel que no cree o afecta a no creer”.
En el año 711 d.C. un ejército de nueve mil bereberes al mando de Tariq ibn Ziyad invadió la Península Ibérica para ayudar a los descendientes del rey visigodo Witiza a expulsar del trono del reino de Hispania al rey Don Rodrigo. Lo que ocurrió es que cuando el ejército del rey fue derrotado en la batalla de Guadalete los africanos decidieron, a la vista de los vergeles, la bonanza del tiempo, la abundancia de agua y las riquezas de la tierra conquistada, quedarse para ellos el reino de los godos. Era tal el estado de descomposición en que se encontraba el reino, que los árabes vieron la oportunidad de conquistarlo. En dos años, los norteafricanos, utilizando la fuerza como medio coercitivo y también el diálogo para establecer relaciones de vasallaje en las que respetaban propiedades y la forma de vida cristiana a cambio del pago de impuestos, lograron hacerse con la mayor parte de la Península, excepto la estrecha franja de tierra que iba desde el Atlántico a los Pirineos, en donde se refugiaron quienes no quisieron someterse al poder agareno.
Eslava Galán no renuncia a tratar todo los temas controvertidos que se producen en esos tiempos y que nacen como posibles leyendas con visos de tener algo de verdad. Entre otras muchas, habla del posible tesoro visigodo que se guardaba en Toledo, en una gruta cuya puerta era acerrojada con un candado por cada uno de los reyes visigodos, ya que existía el temor a que si se abría se produciría el fin del reino de los godos. El último rey, Don Rodrigo, no resistió la tentación, abrió la puerta y se encontró con que al poco tiempo su reino cayó, como anunciaba la profecía.
En ningún momento Eslava Galán evita la polémica planteando cuestiones tan latentes como ¿conversión o conquista? ¿causas de la posible conversión de los hispanogodos? Covadonga, ¿mito o realidad? Santiago, apóstol y patrono de España, ¿ayudó en varias batallas a los cristianos?
Se puede afirmar que la Reconquista no es un continuo batallar, es cíclica con muchos periodos de tregua, bien sea por luchas intestinas de los moros entre sí, guerras entre los reyes y condes cristianos, o porque ambos bandos pactan treguas. Estos tiempos de paz permiten, sobre todo a los cristianos, ir ocupando y colonizando las zonas de frontera desocupadas. Son muchos los factores que influyen en el enfrentamiento, además de la reconquista de las tierras ocupadas a los godos está desde la lucha entre dos modelos opuestos de religiones, de sociedades, de moral y de ejercicio del poder. Hay un hecho significativo a lo largo del tiempo que viven los árabes en la Península Ibérica: cada una de las etnias que se instalan en la península, con el paso del tiempo se relajan en la rigurosa forma de vida que exige el Islam y terminan siendo remplazados por otra etnia, en la que la pureza de la religión islámica se mantiene; una vez que esta nueva etnia ocupa el poder, con el tiempo le ocurre lo mismo que a los anteriores, se vuelven a relajar en la forma de vida, producto de vivir en una tierra fértil y rica en donde la vida se hace acomodada. A los bereberes y árabes, les sustituyeron los almorávides, y a estos los almohades.
En diversos territorios de la Península van naciendo pequeños grupos de resistencia que darán lugar a los futuros reinos. En el norte, después de la batalla de Guadalete, es donde se produce el primer foco de rebelión cristiana organizada. Al otro lado de la cordillera Cantábrica, en la región conocida desde los tiempos de los romanos como las tierras de los cántabros y astures, nace el Reino Astur, en el que empezará la primera resistencia, y más al este se encuentran los condados de Aragón, de ellos nace el reino del mismo nombre que terminará anexionando por política matrimonial o por conquista otros territorios, como los condados Catalanes, el reino tributario del califa de Córdoba de los Banu Qasí Zaragozanos, o como el reino de Valencia. Otro caso es el condado de Castilla, que derivará en reino y que terminará con la unión, en época de Fernando III, al reino de León dando paso al poderoso reino de Castilla y León. Con el paso del tiempo estos reinos, a base de guerra y colonización, van extendiendo la frontera hacia el sur.
Cuando los árabes invaden la Península se aprovechan de la debilidad y ocaso que vive el reino visigodo. Esta situación trajo siglos de ostracismo entre las huestes cristianas y tiempos de esplendor militar, social, cultural y económico del califato de Córdoba. Con el paso de los siglos, las tornas se invierten y son el califato y sus herederos, los reinos de taifas, quienes se van deteriorando, y los reinos cristianos los que consiguen vivir tiempos de expansión, progreso y dominio. “La Cristiandad va evolucionando y modernizándose mientras que El Islam se queda, en todos los aspectos, en la Edad Media”.
Como hemos dicho anteriormente, Eslava Galán no rehúye polémicas en su denso análisis; es más, las fomenta haciendo que el lector recapacite y obtenga sus propias conclusiones y sea capaz de formarse su opinión. Hace un extenso recorrido por las comunidades judías, cristianas y musulmanas llegando a afirmar que “estas comunidades coexistieron, pero nunca fueron capaces de convivir”. Una vez más, Juan Eslava Galán demuestra porqué sus propios compañeros, autores de novela histórica, le reconocen como el padre fundador de la moderna novela histórica española. Es este un ensayo muy recomendable por la profundidad y el rigor con que trata la visión de conjunto del periodo denominado La Reconquista, que empezó en Guadalete con la conquista de casi toda la Península Ibérica y terminó 781 años más tarde con la entrega de Granada, último reino moro, a los reyes de Castilla, León y Aragón, Isabel y Fernando.
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Autor: Juan Eslava Galán. Título: La Reconquista contada para escépticos. Editorial: Planeta. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Me he encontrado a algunas personas ilustradas, hasta eruditas, que dicen que la Reconquista no fue tal, porque la lucha contra los musulmanes no fue continua y lineal, y requiere de muchos matices. Es como decir que mi abuelo no se mató a trabajar, porque paraba a comer y a dormir, y hasta tuvo tiempo de engendrar a mi padre.
Una reseña magnífica! Nos trae un libro imprescindible en cualquier biblioteca. Gracias!
Está bien que se termine el mito buenista, fomentado por políticos analfabetos e interesados de que la Península fue un parque temático donde convivían en paz y armonía las tres culturas, las tres religiones.