Año del Señor de 1781, misión de San Gabriel, California. El padre prior, fray Daniel Cepeda, alarmado ante la oleada de asaltos mortales, escribe al gobernador y capitán general don Felipe de Neve solicitando el amparo de los dragones de cuera. Los guerreros yuma, entre ellos los jóvenes e indómitos Luna Solitaria y Búfalo Negro, son cada vez más temibles en sus incursiones contra las misiones hispanas y quienes vivían en ellas: mestizos, criollos y mejicanos. Deberán enfrentarse a las tropas del capitán de dragones Martín de Arellano, conocido por los nativos del virreinato de Nueva España como el Capitán Grande.
Y mientras en los territorios de California sigue latente la amenaza yuma, un nuevo peligro se cierne sobre el extremo más septentrional del virreinato: en Alaska crecen los asentamientos rusos y menudean los avistamientos de barcos de la zarina imperial. De nuevo el capitán Arellano, con la inestimable ayuda de su esposa, la princesa aleuta Aolani, el apache Hosa y el sargento Sancho Ruiz, iniciará una esforzada ruta desde Monterrey hasta la isla de Nutka para rescatar a unas jóvenes hispanas cautivas y de paso confirmar secretamente qué hay de cierto en las sospechas de una inminente invasión de las tropas de la zarina imperial.
Después del gran éxito de su novela Comanche (Ediciones B, 2018), Jesús Maeso de la Torre regresa a los territorios del norte del virreinato de la Nueva España, de California a Alaska, y revive el gran esfuerzo que hizo la Corona española por mantener su influencia en la zona. La rosa de California (Harper Collins, 2022) es una novela de aventuras, honor, traiciones y amores que es toda una reivindicación de la memoria española en los Estados Unidos.
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—¿Qué se van a encontrar los lectores en La rosa de California?
—El trepidante encuentro de los dragones de cuera o del rey, con los rusos de Alaska y con los indios yuma, que habían arrasado dos poblados de California; el rescate de cuatro mujeres blancas conducidas al norte; y el destino civilizador de la corona en Alaska frente a los rusos, que ansiaban posicionarse en el norte del Pacífico.
—¿Por qué merecía un libro el esfuerzo que el Imperio Español hizo en mantener su influencia en el sudoeste de los Estado Unidos?
—Porque planea una visión injusta de los acontecimientos que realmente acontecieron en los EE.UU., desde el siglo XVI al XIX, donde la España del destino civilizador ha sido relegada al olvido histórico, cuando tres cuartas partes pertenecieron al virreinato de Nueva España, integrando al indio en el sistema social español y ayudando con nuestra intervención militar a la creación de los EE.UU., nombre impuesto por los españoles. En cierta medida los EE.UU. fueron diseñados por España, que además le dio el nombre con el que hoy se conocen.
—¿A qué hace referencia el título La rosa de California?
—A una flor muy valorada e identificativa de California, que tiene una especial relevancia en unos crueles asesinatos que se suceden durante el enfrentamiento de los yumas contra los dragones presidiales, clave del enigma que se narra en la novela.
—En la novela aparecen los dragones de cuera, las tropas defensivas creadas por el imperio español para la defensa de la frontera de los EE. UU. actuales, que ocuparon los presidios de la Nueva España, y los indios yuma, cada vez más temibles por sus ataques. ¿Qué puedes adelantarnos sobre ellos?
—Aliados con la intrepidez, el honor y el compromiso, estos indómitos y valerosos caballeros, unos tres mil, se convirtieron en una formidable potencia ecuestre durante tres siglos, que defendía una frontera que recorría desde Luisiana a San Francisco. Cabalgaron por un territorio despoblado y solo recorrido por los indios salvajes —apaches, comanches y yumas—, siendo la eficaz respuesta militar de España a sus temibles incursiones.
—¿Se ahonda en el sentir y en las costumbres de las tribus indias que estuvieron en contacto con los españoles durante tres siglos?
—En la novela no se soslaya la fascinante vida de la nación yuma, de los navajos, aleutas y mojaves, cómo nos juzgaban, sus costumbres, hermandades secretas, casamientos, danzas rituales, vida marital, su devoción filial a los niños, los increíbles enterramientos, y sus diferencias con los frailes de las misiones —que acarrearon graves controversias—. También se recrea la fundación de Los Ángeles y la vida de los indios chinooks, de hábitos caníbales, así como la fraterna relación de los españoles con la tribu kwakiutl, en el enclave del fuerte de Nutka, en Alaska, paraje crucial en esta narración y del comercio de pieles.
—¿De dónde surge esta novela?
—Hace unos años escribí Comanche, que trató del brutal encuentro entre los comanches de Cuerno Verde y los dragones de cuera, a los que después de ser vencidos se les ofreció la llamada Paz del Mercado. Tras un dilatado período de paz, los yuma, los más cristianizados, se levantaron contra España. En este contexto enmarco esta nueva novela, que después llevó a la Corona hasta la misma Alaska, donde los barcos rusos de la zarina Catalina II acechaban nuestros intereses y presencia.
—¿Ha sido fácil el proceso de documentación de la novela?
—No, aunque existe bibliografía española y norteamericana sobre nuestra presencia en los EE.UU., donde historiadores modernos comienzan a valorar nuestra ingente labor civilizadora y presencial en Norteamérica, y consideran al general Bernardo Gálvez, vencedor de los ingleses en Pensacola, como padre de la patria americana.
—Como autor, ¿cuál es tu objetivo con la escritura de la novela?
—Que el lector, como ya hizo con Comanche, se emocione, se impresione, ilustre y se deleite con una página fascinante de nuestra espectacular historia en América del Norte, velada por la leyenda negra anglosajona. Se sumergirá en una trama de asesinatos, combates y con la visión de unos pueblos que no asumían nuestra presencia en su continente. Además, conocerá el legendario idilio de amor entre el chambelán ruso, el coronel Rezánov, con la bella criolla Conchita Argüello, tema que ha servido para crear poemas, obras de teatro y ballet en Rusia.
—¿Subyace alguna reivindicación en La Rosa de California?
—Sí, porque entiendo que cuando los primeros americanos angloparlantes se adentraron en el sur y el oeste de USA con sus carromatos y el Séptimo de Caballería para perseguir a los indios revoltosos, estos inmensos espacios ya habían sido hollados por los soldados y colonos españoles, que habían alzado ciudades, iglesias, fortines, ranchos y presidios, y aceptando al indio en su sistema de convivencia. Los indios que tuvieron contacto con España, aún perviven por miles, cuando los anglosajones lo que hicieron fue exterminarlos. Según las leyes de Indias eran súbditos de la Corona española.
—¿Por qué ha vuelto a la Nueva España colonial?
—La historia de España en América me parece monumental y poco conocida, y creí que precisaba de una cirugía restauradora y de una estrategia propagandística que recuperara nuestra memoria. El primer fuerte, el de “Isla” fue erigido por los españoles, además fijamos las fronteras con Canadá y llegamos hasta Alaska, donde erigimos algunos enclaves comerciales, como el de Nutka. El océano Pacífico era conocido por las potencias europeas como “el lago español”, y resultaba necesario reivindicar una página memorable de nuestra historia en el norte y oeste de América.
Parece un autor documentado. Por lo visto, en España, la Historia de España, que ya no forma parte de la enseñanza, sólo se la puede encontrar en alguna novela.