Entrevista de Dolores Redondo, última ganadora del Premio Planeta de Novela por Todo esto te daré, a Marcos Chicot, finalista del certamen por El asesinato de Sócrates.
Cuando gané el premio Planeta hace un par de meses, me alegré al saber que el finalista era Marcos Chicot, un escritor de raza que ha ido progresando en el mundo de la literatura a base de trabajo duro. Marcos ha compaginado a lo largo de su vida su vocación por la escritura —obteniendo diversos premios a lo largo de los años— con sus profesiones de economista y psicólogo clínico. Hace siete años, a raíz del nacimiento de su hija Lucía con síndrome de Down, decidió dedicarse en exclusiva a la literatura para tratar de escribir una novela que pudiera apuntalar el futuro de Lucía (de la que siempre declara sentirse un padre feliz y orgulloso). Tres años después concluyó El asesinato de Pitágoras (2013) que, además de su éxito en papel en numerosos países, los lectores han convertido en el ebook en español más vendido del mundo en 2013-2016. En los últimos tres años ha estado encerrado de sol a sol para superarse con una novela que le ha permitido ser finalista del Planeta, y en la que recrea el mundo de la Grecia Clásica con tanto rigor como atractivo: El asesinato de Sócrates.
–¿Qué tiene más importancia para ti en El asesinato de Sócrates, su capacidad de entretener o de enseñar?
–Ambas son importantes, pero en primer lugar la novela tiene que entretener, o el lector la abandonará. En el prólogo vemos un oráculo sobre la muerte de Sócrates, que abre una intriga que se ramifica a lo largo del libro y no se cierra hasta la última línea del último capítulo. Y acto seguido, en el primer capítulo, asistimos a un parto donde a la madre, una joven espartana, le arrebatan a su hijo y a continuación abandonan al bebé para que muera porque el padre lo ha rechazado. Por otra parte, en cuanto a la reconstrucción histórica de la Grecia Clásica y la figura de Sócrates, la novela tiene detrás varios años de documentación para lograr que sea tan rica como rigurosa, pero el lector no va a encontrar largas descripciones o explicaciones, sólo pequeñas pinceladas repartidas y elementos integrados en la trama. Creo que es tan importante el rigor como no exigir esfuerzo al lector, ésa es una de las labores del escritor: trabajar en el texto hasta que la historia fluya en todo momento. En definitiva, procuro escribir novelas entretenidas con las que además se aprenda; a fin de cuentas es lo que a mí me gusta encontrar como lector.
–Todos tenemos una vaga idea de quién era Sócrates, pero en tu novela conocemos en detalle todas las facetas del gran personaje que fue. No en vano te he oído decir muchas veces que a pesar de titularla El asesinato de Sócrates, uno de tus objetivos con esta obra es resucitar a este filósofo imprescindible. ¿Qué es lo que más te fascina de él?
–Es uno de los grandes maestros que ha tenido la humanidad, no en vano a los filósofos anteriores a él se los denomina presocráticos, recalcando el papel que hace Sócrates como hito, como frontera, marcando un antes y un después en la historia del pensamiento y por tanto de la humanidad. Pero Sócrates no es sólo un teórico, sino que convierte su vida en una lección de justicia, y su modo de morir lo convierte en inmortal. En la novela vemos cómo se enfrenta sin titubear a los demagogos de su época aunque su vida estuviera en juego, sin dejar de hacer ni por un momento lo que consideraba más justo. Sócrates es un gigante como personaje histórico, el padre del humanismo, el racionalismo, la filosofía moral… pero también es un ser humano excepcional, y por eso he puesto especial hincapié en mostrarlo en su faceta más humana: padre de tres hijos, marido de una esposa mucho más joven, o amigo que sufre cuando alguno de sus amigos muere en sus manos en alguna de las sangrientas batallas en las que sabemos que participó, o en las epidemias de peste que se desataron en Atenas.
–El asesinato de Sócrates es una novela coral, donde una parte importante del peso de la trama lo llevan algunas protagonistas femeninas, ¿por qué elegiste este punto de vista?
–En la Grecia Clásica las mujeres estaban subordinadas al hombre, como si durante toda su vida fueran menores de edad, y su papel básico era tener hijos y administrar la casa.
Era una época gobernada por hombres y creo que eso hace especialmente interesante mostrar también el punto de vista femenino, así como la dureza de la situación cotidiana de las mujeres. Ya hemos hablado de la protagonista espartana, a la que le quitan su hijo recién nacido y a quien además maltrata su esposo, que es el personaje más brutal de la novela, pese a lo cual ella sigue adelante sin perder el coraje ni la esperanza. En la otra trama, la de Atenas, quizás uno de los pasajes más duros sea cuando acompañamos a la protagonista ateniense, todavía una adolescente, durante los preparativos para la noche de bodas con un marido mucho mayor que ella al que ni siquiera conoce. Quería mostrar todo aquello desde el punto de vista de dos mujeres que aceptan ciertas cosas porque forman parte de las costumbres de su época, pero que se niegan a resignarse a otras.
–La Grecia Clásica suele recordarse como una época donde florecieron las artes y el pensamiento, pero en tu novela pintas un cuadro menos idílico.
–Efectivamente, he tratado de desmitificar algunos aspectos de aquella época. Es cierto que en unas pocas décadas, de un modo casi milagroso, se alcanza la perfección en la arquitectura y la escultura, aparecen el teatro, la medicina, los pensadores más importantes de la historia, la primera democracia… pero es igual de cierto que la esclavitud estaba generalizada, las mujeres apenas tenían derechos y Atenas se dedica al arte y al pensamiento porque tiene sometidas a doscientas ciudades griegas que todos los años les enviaban enormes tributos, sabiendo que si no lo hacían los hombres serían ejecutados y las mujeres y niños esclavizados, como ocurrió en varias ocasiones. Atenas era una democracia para sus ciudadanos, pero un imperio salvaje para buena parte del mundo griego.
–Me ha llamado la atención la similitud entre la vida política de aquella primera democracia y la actual, especialmente en algunos aspectos negativos ¿Tan poco hemos aprendido, pesa el tiempo transcurrido?
–El surgimiento de la primera democracia del mundo, la ateniense, implicó la aparición de los primeros políticos profesionales, y con ellos los primeros demagogos que buscando ganar poder e influencia seducían a las masas con falsas promesas o apelando a sus pasiones más virulentas, aunque eso implicara traer la desgracia al pueblo. En la novela vemos a Eurípides abandonando Atenas diciendo que la democracia es la dictadura de los demagogos. Han pasado dos mil quinientos años, pero los lectores tendrán la sensación de que los errores que cometía aquella democracia son los mismos que a menudo se cometen en las nuestras. A pesar del tiempo transcurrido, no hemos aprendido a blindar la democracia contra la lacra de las corruptelas ni de los demagogos.
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