Francesc Cambó y Batlle (Verges, 1876 – Buenos Aires, 1947) fue un prohombre catalán que destacó en tantas y tan diversas facetas: abogado, político, ensayista, mecenas, hombre de negocios internacional, bon vivant… al que Borja de Riquer i Permanyer (Barcelona, 1945) hace protagonista de su libro Cambó: El último retrato. En este profundo ensayo biográfico, el autor compara los libros escritos por Cambó con los testimonios que dejó en su correspondencia privada, artículos de prensa y documentos varios.
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“En sus Memorias hay olvidos sorprendentes, datos incompletos e incluso falsedades inaceptables (…). En ellas se atribuyen actitudes e incluso ideas que no coinciden con lo que dijo y escribió en el momento de los hechos”.
No hubo ningún político español que en su época haya tenido una proyección internacional tan destacada dentro del mundo financiero y empresarial.
A finales del siglo XIX apareció una nueva generación de jóvenes catalanistas, intelectualmente bien preparados, que deseaban propiciar un cambio político. Esta minoría supo aprovechar la oportunidad de la crisis española para convertir la causa catalanista, de aspiración idealista y minoritaria, en un movimiento relevante capaz de conseguir éxitos electorales y políticos. Estos jóvenes consideraban que el estado español en su conjunto estaba estructurado de manera arcaica, era poco moderno y precario y se gestionaba de manera ineficaz, con un destacado predominio de la corrupción.
Francesc Cambó pertenecía al sector que pensaba que para cambiar las cosas no era suficiente con criticar y denunciar los males del centralismo, ni hacer victimismo. Para cambiar las cosas había que hacer política y tener objetivos claros: o ganaban influencia social o no conseguirían nada, ya que no eran violentos ni revolucionarios.
En poco tiempo Cambó, primero como concejal del ayuntamiento de Barcelona y años más tarde como diputado, consiguió que su partido, la Lliga Regionalista, se convirtiese en una opción conservadora y de orden, llegando a ser uno de los máximos dirigentes de Solidaridad Catalana. Cambó se convirtió en un activista, un hombre que concedía especial relevancia al proselitismo. Desde joven dio muestras de su volubilidad política: unas veces escribía sus artículos de prensa mostrando sus simpatías y proximidades con los movimientos nacionalistas y en otros defendía los nacionalismos de Estado y el prestigio de las grandes potencias. En sus inicios se caracterizó por ser un activo militante que destacaba como uno de los más fervientes defensores del realismo. Cuando se le presentó la oportunidad de ser portavoz del catalanismo en las Cortes la aprovechó, siendo la voz de los catalanes en Madrid. Francesc Cambó, como todo hábil político, mantenía discretas relaciones con el gobierno, la oposición y todas las personalidades de la vida social y política. Con el paso del tiempo se convirtió en el líder más destacado, consiguiendo que la Lliga Regionalista fuera el principal partido de Cataluña. Su evolución, como parlamentario brillante y político eficaz, le hizo convertirse en el revolucionario que, sin dejar de ser catalanista, quería cambiar radicalmente el funcionamiento del régimen de la Restauración y de la vida política española.
En la vida de Francesc Cambó hubo una característica constante y sorprendente. Siempre que se producía un hecho revolucionario, para la historia de Cataluña o España, se encontraba de viaje por el extranjero. Ocurrió con la Semana Trágica de 1907, con el pronunciamiento militar de Primo de Rivera de 1923, con la proclamación de la II República en 1931 y con el golpe de estado militar contra la República de 1936.
En la ingente correspondencia privada de Cambó se pueden apreciar grandes diferencias con lo que explica en sus Memorias, reflejando que era un político dubitativo que especulaba sobre las distintas soluciones posibles a la crisis política española. Sus contactos con las personalidades de la época le llevaron a ser protagonista de la vida en España, llegando a ser considerado un influyente hombre de Estado, consideración que le llevó a ocupar el cargo de ministro de Hacienda y Fomento en varios gabinetes del reinado de Alfonso XIII. Permaneció fuera de España durante la dictadura militar de Primo de Rivera, y cuando se instauró la República regresó, volviendo a ser diputado a Cortes. Cambó financió el alzamiento militar de 1936, teniendo una opinión muy particular de la dictadura de Franco, ya que consideraba que el franquismo era un “mal menor” para salvar el modelo de sociedad en el que creía y al que apoyaba. Cuando finalizó la Guerra Civil se instaló en Hispanoamérica, concretamente en Buenos Aires.
Francesc Cambó fue uno de los grandes hombres de negocios catalanes de la primera mitad del siglo XX. Fue presidente, entre otras, de la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad, empresa hispanoamericana que se convertiría en la primera eléctrica de Suramérica con el nombre de Compañía Hispanoamericana de Electricidad (CHADE). Esta empresa le hizo inmensamente rico. Tuvo mucha influencia en el gobierno argentino del general Perón, al que llegó a financiar sus campañas electorales. Convertirse en un potentado multimillonario le permitió invertir ingentes cantidades de dinero en arte y cultura, convirtiéndose en el mecenas que deseaba. A su muerte, legó varias piezas de su gran colección al museo del Prado y el resto a los museos de Cataluña.
El recomendable ensayo de Borja de Riquer permite al lector poder determinar si Francesc Cambó estaba acertado en su propuesta de lograr un régimen de autonomía para Cataluña…
“… compatible con realizar la reforma y modernización de España con una autonomía catalana plena y no hipotecada. Buscaba acomodar a los catalanes dentro de una España que reconociera la pluralidad identitaria y en la que tuvieran un papel semejante al de los piamonteses de Italia. Se sentía nacionalista catalán dentro de una España que sentía distinta”.
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Autor: Borja de Riquer. Título: Cambó: El último retrato. Editorial: Crítica. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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