En realidad la Guerra de los Cien Años duró ciento dieciséis (de 1337 a 1453, que ya es tener guerra); pero dicho así queda más bonito, y con ese nombre se conoce un largo conflicto bélico, aliviado por algunos períodos de tregua, que hubo entre Inglaterra y Francia; y en el que, por cierto, España participó de refilón. También se vio interrumpido por una epidemia, la Peste Negra, que dejó a Europa tiritando (la película El séptimo sello de Ingmar Bergman, el caballero que juega al ajedrez con la Muerte, tiene mucho que ver con eso). En cuanto a las causas del conflicto, fueron tan variadas y complejas que dejo su explicación a los historiadores serios, que también tienen que ganarse el jornal. Aquí lo resumiré en corto: los reyes de Francia y de Inglaterra necesitaban dinero (lo que suele ser causa de casi todas las escabechinas que en el mundo han sido). Y como la presión fiscal sobre los súbditos no era suficiente, querían ampliar territorios para obtener más pasta. Tres regiones europeas eran peritas en dulce para unos y otros: Flandes (tejidos y paños), la Guyena (vinos y riqueza agrícola) y Bretaña (que ahora no recuerdo lo que tenía). Y ahí se fueron liando, primero con empujoncitos de vecinos y luego a sartenazo limpio. La casa reinante en Inglaterra era la de los Plantagenet; pero en la francesa, que hasta entonces había sido la de los Capetos, hubo cambios notables. Uno de los últimos de esa familia, Felipe IV alias el Hermoso (por lo visto era un guaperas), había liquidado la orden del Temple, quemando en la hoguera al gran maestre Jacques de Molay. Y el templario, que tenía mal perder, mientras se convertía en churrasco de barbacoa maldijo al rey y a su pastelera madre, profetizando la extinción de la dinastía. El rey se partió de risa al oírlo, o eso cuentan; pero, fuese visión de futuro o simple chiripa, el franchute murió aquel mismo año (1328), no dejó varones para heredar (eran otros tiempos) y entre pitos y flautas la dinastía Capeto se extinguió con él, subiendo al trono la casa de Valois. La Guerra de los Cien Años, que como dije se calentaba de antiguo, puede clasificarse en tres o cuatro grandes períodos. El primero, de superioridad claramente inglesa, lo empezó el rey Eduardo III al reclamar derechos frente a la corona de Francia. Tenía un hijo que era un figura, el legendario Príncipe Negro, y éste y los arqueros galeses dieron las suyas y las del pulpo a la crema de la nobleza francesa, con su orgullosa caballería, a la que hicieron picadillo en lata en las batallas de Crézy y Poitiers, lugar este último donde cayó prisionero el rey Juan II de la Frans. Y, por si fuera poco, una revuelta campesina (la Grande Jacquerie, la llamaron) complicó mucho la retaguardia gabacha. Todo eso acabó por dar a Inglaterra amplias extensiones territoriales en suelo francés; y de ese modo unos y otros entraron en la segunda etapa de la guerra. Ésta, por cierto, incluyó la intervención de Francia e Inglaterra en una contienda civil, muy española ella, que tuvo lugar en Castilla entre Pedro I el Cruel y su hermano Enrique de Trastámara (eso dio pie a la batalla naval de la Rochela, 1372, cuando las naves castellanas hicieron astillas a la escuadra inglesa, episodio que los historiadores británicos procuran soslayar con mucho cuidado). En esa segunda fase bélica la cosa anduvo más equilibrada, con ataques y contraataques que, al terminar por agotamiento y tras la muerte de Eduardo III y del Príncipe Negro (el equivalente francés de éste era otro famoso guerrero llamado Beltrán Duguesclin), dejaron a los ingleses con sus posesiones en suelo francés reducidas a la ciudad de Calais y a una pequeña porción de la Guyena situada entre Bayona y Burdeos. Siguió una tregua que se fue al carajo más o menos hacia 1396, debido al apoyo de Francia al reino de Escocia (que se resistía como gato panza arriba a ser anexionado por Inglaterra) y a las intrigas inglesas en Flandes (que se resistía a quedar bajo la influencia de Francia). Esta tercera etapa es la más teatral, pues a Shakespeare le daría cuartel, dos siglos después, para algunas de sus mejores tragedias. Tras luchar contra escoceses, galeses e irlandeses, Enrique V, el nuevo rey de los pelos de zanahoria, desembarcó en Normandía (inaugurando esa costumbre) con un ejército más bien modesto que, aliado con el duque de Borgoña, que no tragaba al rey francés, hizo pedazos al ejército enemigo en la batalla de Agincourt. Luego tomó Caen pasando a cuchillo a todos los hombres sin que le temblara el pulso, y mediante el tratado de Troyes (1420) y un matrimonio con Catalina de Valois (hija del rey Carlos VI, que ya estaba para los tigres) lo dejó todo a punto de caramelo para que su hijo, si lo tenía, fuese rey simultáneo de Francia e Inglaterra. Jugada magistral, si hubiera salido bien. Pero no le salió.
[Continuará].
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Publicado el 23 de diciembre de 2022 en XL Semanal.
Entregas de Una historia de Europa:
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- Una historia de Europa (XL)
- Una historia de Europa (XLI)
- Una historia de Europa (XLII)
- Una historia de Europa (XLIII)
Grande como siempre. Sólo una puntualización: Felipe el hermoso tuvo 3 hijos que reinaron (Luis X, Felipe V y Carlos IV) y su hija Isabel de Francia (la princesa francesa de Braveheart) fue la madre de Eduardo III (lo que en último término sería la causa de la guerra de los 100 años). Ninguno de los 3 hijos de Felipe IV tuvo hijos varones (Luis X tuvo una hija, pero se la apartó del trono reactivando una ley ancestral de los Francos Salios -la ley sálica-) y el último de ellos fue sucedido por su primo Felipe VI, primer monarca de la casa de Valois. La dinastía Valois, a su vez, se extinguió con 3 hermanos reyes (Francisco II, Carlos IX y Enrique III) dando paso a la dinastía Borbón, la cual se extinguió un par de siglos después con otros 3 reyes (Luis XVI, Luis XVII y Carlos X).
Sr Reverte Felipe IV de Francia, «El Hermoso» dejó 3 hijos varones al fallecer: Luis, Felipe y Carlos. El primero reinó en Francia y Navarra como Luís «el turbulento», el segundo como Felipe V, «el largo» y el tercero como Carlos IV, «el hermoso». Efectivamente, fueron los últimos descendientes en línea recta descendente y masculina de Hugo Capeto. Su hija Isabel, reina de Inglaterra y madre de Eduardo III rey de Inglaterra ni pudo reinar ni transmitir la sucesión en virtud de la «Ley Sálica»
Los Valois realmente también eran Capeto pues Felipe VI no era sino hijo de Carlos de Valois hermano de Felipe IV y, por tanto, un Capeto.
En definitiva este párrafo
«El rey se partió de risa al oírlo, o eso cuentan; pero, fuese visión de futuro o simple chiripa, el franchute murió aquel mismo año (1328), no dejó varones para heredar (eran otros tiempos) y entre pitos y flautas la dinastía Capeto se extinguió con él, subiendo al trono la casa de Valois»
No es del todo correcto.
Atentamente
Paralelismos. Lo siento, es inevitable. Europa, siempre Europa, la eterna. Afán de territorios, afán de riquezas (de otros), afán de recaudar más impuestos. El apetito es insaciable. La codicia, eterna también. Riqueza, poder. El Negro Príncipe, Putin. Otros mueren por tí. Tecnología: los arcos galeses, los drones, las catapultas, los misiles. Los caballos, los tanques, el pueblo sufre, sangra y muere, la peste, el covid… nada nuevo, quizás.
También hay héroes: La Doncella de Orleans, Zelenski. Este último esperemos que no acabe quemado.
Y de nuevo están jugando al ajedrez con la muerte. Las piezas: misiles con carga nuclear y bombarderos hipersónicos nucleares. Y se juegan la supremacía, el orgullo inflado, las presuntas ofensas reales o imaginadas, las revanchas de causas antiguas que ya nadie recuerda. Y se juegan todo eso con la piel de los demás, peones sacrificados en gambitos sin fin. Antes y ahora: individualidades perniciosas a las que nadie sabe, quiere o puede poner freno.
¿Terminará la partida en tablas? ¿Será capturada la reina negra? ¿Será destruido el tablero y las piezas? ¿?
Una pequeña correccion. Felipe el hermoso si tenia descendencia masculina. Fueron sus hijos quienes no tuvieron descendencia masculina y quienes «inventaron» la ley sálica, como se puede leer en esa extensa novela que son «Los reyes malditos» de Maurice Druon, donde estre otras curiosidades señala que en Francia despues de tres hermanos reinando hay cambio de dinastia. Además la hija de Felipe el hermoso estaba casada con el rey ingles, lo que provoco que ella y sus descendientes reclamaran la corona de Francia.
Las cruzadas se fueron a hacer gárgaras por esto. Plantagenet y Valois dejaron de soñar con el rescate del Santo Sepulcro y decidieron que era mejor jugarse el pescuezo cerca de casa, donde, al menos, había carne y vino en abundancia. Afortunadamente, estos reyes carecían de un aparato fiscal y administrativo potente y talaban campiñas y saqueaban monasterios y villares hasta que se les acababa el dinero o empezaba el frío. Entonces se metían en sus dominios hasta la vuelta, y en el ínterin se hacían escanciar vinos rojos y cantar poemas con laúdes. Dicen que a estas invernadas debemos la cocina francesa, que de no ser por una santa puella, hoy sería inglesa. La Historia hubiera sido muy diferente si la espantosa moda de los anglicismos se hubiera adelantado seis siglos. En vez de un puré, tendríamos que comer un mash. Qué asco.
Bueno, siempre se aprenden cosas nuevas. O sea que disfrutar de una buena comida, de la gastronomía, sobre todo francesa, se lo debemos a la Doncella Santa. Por eso la quemaron los ingleses, ahora me lo explico. No le pudieron perdonar el que ellos tengan un desastre de vomitiva cocina. Quizás la causa final del Brexit venga de ahí, de su inconsciente colectivo, inglés, por supuesto. Quizás su caracter agrio, su imperturbabilidad, sea causado por el desagrado de sus guisotes y su falta de buenos vinos. Masoquistas son y, por mucho que se empeñen, sin imperio. Eso si, en cuanto pueden se hacen con el Jerez, con el Madeira y con el Oporto, tampoco digo que sean tontos…
Decía Álvaro Cunqueiro que, en arte culinario, «todo lo que en Inglaterra no proceda de la Guerra de los Cien Años, es benedictino» y habla de los salmones asados, los aguardientes y las sopas de tortuga de la antigua cocina inglesa que llevaron de Francia. El resto, la cocina benedictina, era una buena cocina, porque para salmodiar en buen canto gregoriano las ocho horas canónicas, más los oficios manuales que les imponía la regla (‘ora et labora’), había que alimentarse bien o perecer. Soy lego en la materia, pero digo yo que si esto fue así, la desamortización de los monasterios y la proscripción de las órdenes religiosas en tiempos de Enrique VIII, junto a la inquina de los puritanos a los placeres mundanos (alcohol, juego, música) no debió de beneficiar a la cocina inglesa. Saludos.
Esta la noche al caer y la luna cuarto menguante ,aun con luces empieza aparecer en su soliloquio de color ,que gira y se cuernavaca para hundir su figura al oscuro cielo mar a las tres de la madrugada arrastrada por su única figura de cuarto menguante ya gira con los astros y forma y alumbra solo su asombra luz el mar refleja y el mar asiente con su astro en mengua en luz .
aun podéis verlo
El cielo noches todas hay que ver. Espectáculo mejor que la tv o las pantallas de móviles es. El mar a muchos, negado es de ver ya que en los mesetarios páramos cobijámosnos.
Me hubiera gustado escribiendo hablar de la berbarie del especialismo ; pero byeno he¡Damaso es mucho dámaso pero bueno es Guillen y usted .Aplicada al texto .
Sr Pérez Reverte, además de didáctico, su sentido del humor es digno de elogio. Un placer leer sus artículos.
¡Hombre, don Arturo, el pobre maestre no iba a tener mal perder si lo queman vivo! ¡Hasta el más pintado defecaría hasta en su p… madre! Dese cuenta que en esos tiempos no existía el buenismo tan mayoritario hoy.
Menos mal a primo que esta vez me ha puesto un capítulo diferente. La Guerra de los Cien Años con sus fases y sus desfase primero el cruel y una batalla de barquitos que la ganó lo de la península pero que callaron los de la ínsula pues mira qué bien. A mí lo que más me ha j***** de todo esto es que trincaran al jefazo de la Orden del Temple porque a mí me caía muy bien y porque era muy buena gente y porque lo digo yo. Mira cara pino. Ya sabe que me tiene que poner la próxima edición no me hagas repetir que yo no estoy en el colegio manda huevos. Aquí hay un pringado que no sale de su estado. En andaluz: hasta luego Lucas. Feliz año nuevo bisiesto con tres trienios de por delante torpedo pecador de la pradera no te vayas a confesar que todo eso es mentira. Adiós fistro me parece que me han dado calabazas hoy.
No pasa de hoy que lo diga: ¿No les parece a ustedes que ciertos mensajes o parte de ellos no tienen sentido alguno, ni relación con el tema elegido por don Arturo? ¿Alguna vez no les ha dado la sensación, por la estructura y palabras empleadas, que parece que se estén contestando mensajes ocultos, incluso de intereses dudosos, encubriendo otros temas diferentes que parecen sacados del internet profundo? A veces me recuerdan los mensajes ocultos en clave que retransmitía la BBC británica a los grupos de resistencia en Europa durante la segunda guerra mundial. Es que, y no es la primera ni la segunda vez, la falta de estructura lógica y semántica de algunos comentarios, parece la utilización de esta columna para otros fines muy diferentes. Y es que una cosa son las metáforas y otros recursos literarios y otra muy distinta emplear giros y expresiones que nada tienen que ver con la narración principal. No es una crítica, es una encuesta, porque a lo mejor me estoy volviendo muy obtuso y no acierto a ver el sentido de lo que se dice. A ver la opinión de ustedes. Feliz año 2023.
En economía es famosa la cuestión entre los precios de los paños franceses y los del vino ,ya que vender vino o no lo era pero no generaba suficiente enriquecimiento el paño fue un articulo de comercio y ejemplo en David Ricardo siglo xviii (excelente libro ,Moyano 3 €) .Si es cierto que el trigo fue el determinante de las hambrunas y de los precios por excelencia hasta la llegada del petróleo y el fin del patrón oro .
El comercio del paño suponía comercio entre pases y CORTES , POR SER APRECIADOS y aunque su simplificación es clarificadora cuantitativamente es un autentico Anacleto de la explicación por su simplificación cartesiana en la enseñanza .Leibniz y La vida y el calculo infinitesimal ,integrales etc .Los que marcaron el comercio libre la ventaja comparativa de David Ricardo recuerdan el decaimiento de los huertos granadinos apartir del siglo x y la omnipotencia del lino articulo que hace cien años calzaba al 90 % y cestos etc. El textil y nuestra revolución industrial dejaron a un lado aquellos artículos por los que no nos apreciaron pero necesarios al dia a dia .
Agincourt la gran batalla de los arqueros ingleses –
Para todos los interesados en los estudios serios y nada esotéricos, sobre el fin de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y el Templo de Salomón (vulgo «los templarios»), me permito aconsejarles la lectura del libro de José Eugenio Domínguez «La orden del Temple: aproximación jurídica al estudio de su historia.: Análisis crítico-jurídico del proceso a la orden del Temple, 1309-1312 (prolegómenos, disolución y repercusiones posteriores)», un sesudo y magnífico estudio pormenorizado del proceso que llevó a la disolución de la Orden, y a pesar de su rigor histórico, nada árido.
Me gustaria que todos brindaran con sidra por Asturias ,dejando vivo el país para otro menester .Ya que ,mayor mito de conquista de Iberia ,por cierto la mujer d un amigo que hoy brinda y reedita un libro con solo cuatro copias de Memorias falecio .Asi que no vallas .