Eclipse de mar

Felipe Borbón. Foto de Estela de Castro.

Es 1 de enero de 2023 y hoy dice el periódico que ha muerto una mujer que conocí y que Felipe Borbón, el presidente de la República, va a presentarse a las próximas elecciones, ya le vale, aspira a ser reelegido, a este paso va a mandar en España más que Juan Carlos I el Breve, su difunto padre, y que ha amanecido nevando en París, así que este día se asemeja demasiado a una canción de Joaquín Sabina, aunque esto sólo sea una columna, una más, una de las muchas columnas que desayunamos empachados y resacosos el primer día de cualquier año, entre el concierto de la Orquesta Filarmónica de Viena y los saltos de esquí del Cuatro Trampolines. Eso nunca cambia, es 1 de enero y seguimos igual que siempre, los monarquistas jodidos pero contentos, porque Felipe manda pero no reina, sólo preside esta desquiciada y acojonante, además de paradójica, Tercera República española, y los otros, los republicanos de izquierdas y de derechas, jodiendo, pero más mustios que una flor de plástico.

"Seguimos igual que siempre, los monarquistas jodidos pero contentos, porque Felipe manda pero no reina, sólo preside esta desquiciada y acojonante, además de paradójica, Tercera República española"

Es 1 de enero de 2023 y a finales de los años 80, el siglo pasado, en otra España, más alternativa todavía que esta España, Sabina contó que parió «Eclipse de mar», la canción que tuneo en esta columna, una noche a medias con Luis Eduardo Aute, y que el gran Aute, que ya no está con nosotros pero sigue vivo, de paso, siempre de paso y al alba, fue responsable de parte del estribillo, ese el diario no hablaba de ti, seguro que lo recordaréis, el diario no hablaba de ti, ni de mí,… aunque la parte que me obsesiona de esa canción sea otra, la canta cuando suelta «pero nada decía la prensa de hoy de esta sucia pasión / de este lunes marrón / del obsceno sabor a cubata de ron de tu piel».

Del obsceno sabor a cubata de ron de tu piel. Tremendo.

Este domingo marrón el diario no habla de ti, ya lo siento. Ni de mí. El diario dice que vivimos en paz, Ucrania queda lejos, o Yemen, o Siria. Vivimos en paz en la Tercera República pero, cito ahora a Umbral, la paz es una nieve con pisadas de lobo.

Hoy dice el periódico que ha muerto una mujer que conocí, aunque dejó este mundo en 1997. Se llamaba Patricia Highsmith y en uno de sus diarios o cuadernos escribió, quizá con varias copas de más, como yo ahora: «Soy la abeja ebria que se metió en tu casa».

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Columna ambientada en una España alternativa.

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José Wales
José Wales
1 año hace

Monarquía, República… Lo que importa es tener un Estado-nación, no una chabola. España fue un Palacio ya acabado, que necesitaba un buen mantenimiento, pero nos hemos empeñado en dividirlo en miniviviendas que cuestan un pastón, en las que los vecinos nos llevamos a matar y, además, se nos cae el tejado por los cimientos. Nos hemos empeñado en acabar en la puta calle, como los yugoslavos.

Ricarrob
Ricarrob
1 año hace

Las ucronías se conciben, no desde lo probable, sino desde el propio posicionamiento ideológico o desde los propios deseos. Y es respetable. Pero hay otras posibilidades, como la de una España libre de avispas ebrias, con un solar más reducido pero con muchas oportunidades de futuro, libres de molestos picotazos y de revoloteos locos e incesantes. Porque las abejas o avispas ebrias son un verdadero coñazo y quinientos años de picotazos son muchos años ya que no ganamos para antihistamínicos y nuestra atención verdaderanente despistada de lo importante.

basurillas
basurillas
1 año hace
Responder a  Ricarrob

Las ucronías se conciben, yo al menos, desde el disgusto y el reproche. Quieres llegar a descubrir esa simple ficha de la historia que cambiada de sitio o eliminada, no sacada de la bolsa de los sucesos, trastoca todo, revoluciona todo y, por arte de magia, convierte la apatía en ilusión, el malsano individualismo identitario en colaboración, el desastre en la solución magistral y, barriendo para casa, el odio en amor y felicidad. Yo ya a España no la concibo, es la mejor manera de no defraudarla; dejándola, por una vez, que discurra por el arroyo arcano, por el barbecho indulgente, por la mentira soñada por todos. Por esa libertad que parece inalcanzable y que, por una maldita vez, nos toca en suerte. Sí la ficha del destino que nadie había descubierto debajo de la mesa. Perdida.

Javier
Javier
1 año hace

España no tiene remedio, como tampoco lo tiene Occidente.