Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) pertenece a ese selecto grupo de periodistas culturales que lleva décadas analizando y explicando las tendencias artísticas contemporáneas. En España se pueden contar con los dedos de una mano. En ese cada vez más reducido grupo de testigos directos, y con frecuencia protagonistas, del devenir de nuestra vida cultural, se encuentran también Juan Cruz o Antón Castro, a los que Vila-Sanjuán incluye entre los retratos recogidos en su último libro: Vargas Llosa sube al escenario y otros perfiles de escritores y artistas de los que he aprendido (Libros de Vanguardia).
La necesidad de “dar un hilo conductor” a toda esa producción le lleva a la publicación de las antologías Crónicas Culturales (Debolsillo, 2003) y La cultura y la vida (LdV, 2013). También ha frecuentado la novela —ganó el Premio Nadal en 2013 con Estaba en el aire—, el ensayo cultural —El fenómeno Best Seller (2020), entre otros muchos— y la biografía El joven Porcel, de la que ya hemos hablado aquí. A todo ello, hay que añadir sus trabajos como gestor cultural —comisario del Año del Libro y la Lectura, 2005— así como la organización de exposiciones —Realismo de vanguardia—, lo que le ha proporcionado una posición privilegiada para ser testigo directo de grandes eventos y relacionarse, de forma estrecha, con los protagonistas del mundo artístico de las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI.
Con Vargas Llosa sube al escenario, Vila-Sanjuán completa ese “hilo conductor” de su inmensa producción periodística. En él incluye perfiles de personalidades del mundo de la cultura desde los últimos años 90 hasta el año 2022. Así, nos retrata a Miquel Barceló mientras realiza una performance de arte efímero; a Arturo Pérez-Reverte, a través de una descripción minuciosa de los tesoros que adornan su lugar de trabajo; a Bioy Casares y Silvina Ocampo, mediante el testimonio de la mujer que les asistió durante 50 años; a Noah Gordon, en un recorrido por las bodegas del Penedés; a García Márquez, en una comida informal en casa de Carmen Balcells; a Javier Cercas, en un paseo por la Gerona quinqui de Las leyes de la frontera. Así hasta un total de 81 perfiles.
El perfil es un género mayor del periodismo. Probablemente el más completo, al combinar las mejores herramientas de los demás géneros. Sostiene Vila-Sanjuán en la introducción a su libro que el perfil se define por “por negación: no es una entrevista, ni una crónica, ni un reportaje. Si nos ajustamos a mínimos, podemos estipular que se trata de un texto en tercera persona de un periodista sobre un personaje”. Pero si profundizamos más, reflexiona el autor, plantea muchas dudas precisamente por su carácter de género híbrido. “¿Requiere el contacto directo con el personaje? ¿Ha de ofrecer declaraciones? ¿Hasta qué punto debe plasmar de modo general la personalidad del retratado? ¿Qué porcentaje debe incluir de biografía, de análisis de la obra y de la anécdota? ¿Cuántas voces deben intervenir?…”
La respuesta a todas estas preguntas no es un sí o un no. Es un depende, y así queda de manifiesto en los textos de este libro. Encontramos retratos, como el de Henry James, en los que, obviamente, no hay contacto con el personaje, y otros, como el de Vargas Llosa —que da título al volumen— en que sí lo hay y muy estrecho. Retratos como el de Donald Spoto con declaraciones y otros muchos sin ellas. Retratos como el de Javier Tomeo en el que intervienen varias voces. Otros se centran en el análisis de una obra, como el de Gregorio Marañón. Y en todos, en distintos porcentajes, se incluyen datos biográficos y anécdotas significativas que contribuyen a plasmar la personalidad del protagonista.
Los textos elegidos tuvieron, en su momento, diferentes destinos. Reportajes para el suplemento Cultura/s, columnas en su sección Latidos, presentaciones de un libro o una exposición. Y, con frecuencia, obituarios, “ese momento periodístico de despedida que obliga a la mirada sintética e interpretativa, y, a la vez, dependiendo del grado de proximidad con el desaparecido, es difícil que no genere algún grado de (legítima) emotividad y hasta de cariño”. Fuera cual fuera su destino, todos los textos tienen en común el “hilo conductor” de la semblanza.
Vargas Llosa sube al escenario no es solo un compendio de perfiles, es, además, un muestrario de periodismo cultural exquisito. Un tipo de periodismo que sirve de referencia para otras especialidades y que tiene de particular el manejo de materiales sensibles, muchas veces abstractos y alambicados, difíciles de explicar. Su finalidad es estimular el ansia del lector por sumirse en mundos imaginarios, contagiar emociones, pasiones y sentimientos profundos que transmiten las obras artísticas. Y, además, hacerlo con la pulcritud y el estilo refinado que requiere el periodismo literario.
El propio Vila-Sanjuán deja caer en sus perfiles los “criterios del periodismo cultural” que admira: “curiosidad amplia, atención a lo nuevo —o al menos ensayar una mirada fresca a lo ya conocido—; documentación in situ; combinación de lo trascendente y lo anecdótico”. Y también lo que entiende por periodistas literarios: “aquellos informadores que se acercan a la realidad y la relatan con originalidad, vocación de estilo y permanencia. Con la aspiración de que sus textos queden como obras de cultura”. Vargas Llosa sube al escenario es una inmejorable manera de acercarse al periodismo cultural y al periodismo literario, de adentrarse al mundo artístico de nuestro tiempo.
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Autor: Sergio Vila-Sanjuán. Título: Vargas Llosa sube al escenario y otros perfiles de escritores y artistas de los que he aprendido. Editorial: La Vanguardia. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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