Lo último de Greta ha sido una detención en Alemania, por algo de unas minas. Greta, nacida en Estocolmo (Suecia), estaba allí, en los barros germanos, protestando, realmente, por lo que fuera. Hay que imaginarse a la joven de 20 años en la semanas previas organizando esta protesta por lo que fuera y calculando vuelos, hospedajes, horarios de revoluciones y objetivos de su concurso en esas revoluciones. Su misión en Alemania se completó satisfactoriamente: una fotografía suya en todos los periódicos del mundo.
Cuando vi la fotografía, me fijé sobre todo en la cara de Greta, no precisamente asustada en situación de arresto por una policía extranjera. Su rostro mostraba alivio, un alivio laboral, de jornada concluida con palmaditas en la espalda. ¿Salvó (o condenó) las minas? O sea, su paso por Alemania ¿cambió algo en Alemania, en la minería tudesca, en lo que sea que ponía la pancarta? No, eso (lo que fuera) quedó como estaba. Tampoco era importante. Lo importante era la publicidad.
La cara de Greta es la de quien se la ha colado otra vez al mundo, supongo que bajo la batuta de sus maléficos padres o ya de todo un equipo especializado en colársela al mundo. Greta no es una activista del cambio climático, sino una celebrity del postureo revoltoso. Greta, la famosa revoltosa.
Cuando la policía te detiene, muchas veces es porque has ido a que te detengan. Me recordaba Greta, en la foto, a esa mujer que en Cataluña esperaba en medio de las escaleras de un colegio a que los mossos se fijaran en ella, como quien espera que le saquen a bailar. Hay mucha emoción en ser detenido por la policía si eso es lo que quieres. La policía es el enemigo, pero en estos casos también es el colaborador necesario. Se da ahí un amor extraño por los cuerpos de seguridad, una atracción-repulsión enternecedora.
Sólo con la foto, lo de Greta ya era alimento feliz para el fan mundial de la muchacha. Agendado en periodos regulares, el famoso que no es nada salvo famoso debe dar algo a sus fans, normalmente una falsedad. Una falsedad detrás de otra. Puede ser un “descuido” en el caso de las famosas sexies, un escándalo (falso, ya decimos) en el caso de los famosos feos, una enfermedad inventada o una solidaridad ficticia. Greta toca todos los palos menos el primero. Hay por su casa un metrónomo que dice: se olvidan de ti, haz algo. Y el equipo de Greta mira el mapa mundi y programa minuciosamente qué va a pasar mañana en la portada del periódico.
Ahí la imbecilidad es de mínimos, básica, la de todos los días. El periódico no tiene empacho en publicitar a Greta, pues mientras dé clics estamos todos en el mismo barco. Luego la gente no ve más que el titular y la foto, muy coherentes. Greta, policía, detención. Así va creciendo o sosteniéndose el producto, la chica esa sueca que lucha contra el Mal climático, ella sola y en pantalones cargo. Si el producto se vende, todo el mundo hace dinero.
Sin embargo, días después de ser publicada la imagen, se difundió un vídeo. En él se ve a Greta como en el photocall de la revolución. Ríe, espera, mira a cámara. Está de pie con un policía a cada lado, y se ven decenas, realmente decenas de policías alrededor. No se sabe por qué no hay ningún otro activista detenido. En medio del páramo enfangado, y con tanta policía, la cosa parece una rave para policías donde la artista sobre el escenario es Greta. Mucho peligro no inspira, la chica. Todo este despliegue, y toda esa espera, hacen maliciar que incluso la policía alemana es tan imbécil que se presta al teatro promocional de la celebrity sueca. La policía lo ha negado, dando a entender que en Alemania gustan de destinar decenas de unidades antidisturbios a detener a una niña que solo quiere salir en la foto, precisamente detenida.
Hay un plano corto, en el vídeo, donde un policía enguantado sujeta con fuerza por la muñeca a Greta. ¿Por qué? ¿Llevó armas, las notas del cole? ¿Dónde va a ir, si lo que quiere es quedarse? ¿Por qué en la foto sale en volandas, y en el vídeo de pie? ¿En qué momento la policía la tiene que sacar en volandas del barro? ¿En qué momento la prensa gráfica sabe que hay más, una foto con Greta airosa, áptera, policial, triunfal, y espera? Es todo tremendo.
Ya hace años, Greta puso en circulación una foto dentro de un tren, también en Alemania. Volvía la chica a casa después de largos días de revolución climática. Decía en la foto: en Alemania no hay sitio suficiente en los trenes, y por eso tengo que viajar sentada en el suelo del vagón. ¡Que pongan más trenes, que son más ecológicos que el avión o un coche para cada pasajero! Greta, en la imagen, llevaba tanto equipaje como Shakira.
Todo falso. Desde Alemania advirtieron de que nadie sube a un tren sin billete con asiento, pero quizá sólo un 20% de los que vieron la imagen publicitaria supieron luego que era publicitaria. Ese es el juego de Greta: la verdad y la publicidad son indistinguibles, y la publicidad se hace primero.
Para los orwelianos, esto es repugnante. Si no has viajado sentada en el suelo de un vagón de tren y dices que has viajado sentada en el suelo de un vagón de tren, ya está todo establecido, tiradas las líneas de tu sentido moral. No eres de los nuestros, no eres de fiar, tu causa eres tú misma y computas en el catálogo de trepas, miserables, usufructuarios desalmados del mundo. Nada menos.
Descubrir que en Greta todo tiene truco conlleva efectos retroactivos. Recuerden que hace años se notició que Greta había resultado contagiada por Covid-19. Seguramente era falso. Seguramente sólo había que decir que Greta tenía Covid para ganar publicidad rápida, masiva, canjeable al cabo por varios cientos de miles de euros. Greta es solo negocio.
Pero, aunque sabemos que fue mentira lo del tren, y aunque sabemos que su detención en Alemania ha sido morosamente ejecutada (qué curiosa esta gente a la que siempre le pasa todo justo después de que llegue la prensa), lo de Greta sigue funcionando. La prensa colabora, la policía colabora, y la imbecilidad general.
En este punto, a mí me fascina Greta misma, que de cambio climático sabe apenas la fórmula química del agua, pero de autopromoción anda ya haciendo el master, y pronto será sabia y docta en manipulación mediática. Lo que sabe Greta es cómo funciona la viralidad, el periodismo, la percepción del ciudadano medio, y que hay que esperar a que llegue el fotógrafo antes de dejarse llevar en volandas por la policía.
La realidad es mentira, eso sabe Greta. Y la mentira es dinero. Y el dinero, cómo no, es de verdad.
¡No tiene usted piedad, señor Olmos, pero qué razón tiene en no tenerla!
Greta. Romper una lanza por ella. No parece que haya dañado nada, ni un carísimo marco de obra de arte tan siquiera. Tampoco ha puesto las mamas al aire como lo hacen las anoréxicas y anti-lujúricas femen, atentando contra nuestra sensibilidad estética o es-tetica. Se limita a protestar y a decir lo que piensa. Propaganda, pués sí, quizàs sea necesario. Porque es evidente que nos estamos cargando el planeta en contra de la opinión fanática de los negacionistas más peligrosos de la historia. No hace nada màs allá que lo que hace el politiquillo de turno cuando se retrata con jubilados jugando a la petanca y eso es, de verdad, antiestético. Y no se le critica con la dureza y con el odio vitriólico que rezuma este artículo. Sentándose en el suelo del vagón no daña nada excepto su trasero. Si somos tan estrictos en diseccionar hasta el más mínimo detalle de las manifestaciones de Greta y no somos capaces de denostar, censurar y maldecir los cachondeos desvergonzados de «Pam», pim, pum, es que algo funciona mal, muy mal.
Romper una lanza por Greta. Además, me cae bien.
Sr. Olmos, dirija por favor sus críticas hacia otros ámbitos que se lo merecen mucho más.
Yo creo que lo que se le critica a Greta no pasa por sus reclamos en pos de la ecología y el medio ambiente, sino su impostada cara de «mártir» que se atreve contra la policía y demás autoridades, sabiendo que en una democracia, afortunadamente, la policía lo retira a uno de un espacio público respetando su integridad física y sus derechos. – Coraje no hace falta, en Alemania, para oponerse a la policía. Sí hace falta coraje para protestar en Irán, en Afganistán y en lugares similares… A la gente que protesta en Irán hay que apoyarla (y darle asilo probablemente). A Greta, que juega a ser la niñita heroica, no le hace falta tanto apoyo: su vida nunca ha estado en peligro.
Me remito a mi respuesta a su otro correo, doña Paula. Greta, como asperger es una héroe que se ha superado a si misma y en contra del entorno y persigue una causa justa.
Suscribo incondicionalmente casi cada una de las palabras de Paula. Por mucha legitimidad que se pueda atribuir a algunas de las reivindicaciones de la ciudadana noreuropea Thunberg a mi a conseguido empiece a olisquear no ya a azufre, sino a postureo cuqui. Y si no es así prometo comerme mis palabras con mostaza de Dijon, aunque en ese tesitura se me oiría farfullar, entre mordisco y mordisco, aque
¡Qué talento para hacer disfrutar al lector, mientras se arranca la máscara al farsante! Muchas gracias por eso.
Es que el público está ávido de epopeyas quijotescas en las que un simple ciudadano (y en este caso, encima, una niña – summun de la bondad, inocencia y candor) se opone al vil sistema hegemónico. Más heroico, me parece, sería manifestar en países gobernados por dictaduras… pero no pidamos tanto, que ahí sí habría peligro de verdad. – Esto me recuerda la conferencia de prensa que daba Georges Bush (h)… cuando un periodista de un país de Medio Oriente le tiró un zapato – algo que nunca habría hecho en su país de origen, donde un acto así se paga caro. Jugar a ser un «mártir» en una democracia occidental es un negocio fácil.
Creo, doña Paula, que lleva usted parte de razón aunque yo no esté de acuerdo en criticar este caso concreto, el de Greta. Verdaderas mártires, con riesgo de su integridad, son las mujeres iraníes, de las que poco o nada se dice ni a las que tampoco se apoya. Mucha gente saca a relucir lo de los «verdaderos mártires» pero cuando de verdad aparecen, nadie les apoya.
Creo que Greta, desde una edad muy temprana, una niña, ha luchado por una causa consistente, no por esas múltiples causillas de los ofendiditos de siempre. Puede que lo tenga fácil, yo no lo creo. Hay que leer los detalles de su corta vida personal.
En principio, no parece que por su entorno familiar le sean necesarios emolumentos adicionales logrados de forma espúrea.
En segundo lugar, esta niña, que todavía lo es, es un asperger. El esfuerzo ímprobo que le ha tenido que costar salir de su mutismo y relacionarse con el agresivo mundo circundante y afrontar las despiadadss críticas como la del sr. Olmos, es enorne. Para mi, es un verdadero héroe aunque no se haya nanifestado en Irán.
En tercer lugar, es inteligente, algo de lo que carece la mayor parte de quienes la critican, carencia, por supuesto, extensiva a los políticos.
En cuarto lugar, no parece que sea un caso de manipulación por parte de los padres sino que parece lo contrario: ella dirige las acciones de sus progenitores.
En quinto lugar, ha creado la Fundación Greta Thumberg para ayuda y financiación a proyectos de sostenibilidad.
En sexto lugar, ha coordinado la publicación de un libro, entre otros, titulado «El libro del clima» en el que participan científicos, activistas, personalidades e intelectuales de diversa índole y que es imprescindible leer.
Creo que antes de denostar a esta niña, sería necesario, imprescindible, leer toda su biografía, cosa que el sr. Olmos, por supuesto, no ha hecho.
Y, para terminar, que conste que no soy un fanático del cambio medioambiental aunque sea un tema que me preocupa.
Y me cae bien Greta, la moderna Juana de Arco a la que algunos, como el sr. Olmos, quemarían…
Muy interesante lo que Ud. aporta. Tiene razón: la niña no merece tanta crítica, y es posible que sea genuina en sus reclamos. Pero la «puesta en escena» – de la que son responsables los medios, claro – no deja de ser eso: habría que ver si desde que empezó con sus manifestaciones… la gente ha dejado de consumir lo que se produce en fábricas contaminantes, o ha decidido al menos reducir el consumo, o si ha habido algún otro cambio positivo a partir de las rabietas de Greta. Si esto no ha provocado un cambio de consciencia reflejado en acciones concretas por parte de la gente… entonces estamos ante un espectáculo «pour la galérie» y nada más….
De las protestas de las mujeres iranies se podría decir lo mismo si nadie les hace caso y si su gobierno clerical además incrementa la represión. La lucha del héroe es muchas veces, la mayoría, la lucha sin resultados, la lucha estéril que termina en fracaso. Pero no por ello más digna y más admirable si, por lo menos, remueve un poco las conciencias.
Digna de admiración, por ejemplo, es esa joven iraní, ajedrecista, que se ha negado a jugar con velo. El sr. Olmos la hubiera puesto verde por no haberlo hecho en Irán. Pero, bueno, todavía podemos tener ocasión de leer un artículo suyo denostándola.
Señor Ricarrob, soy el primero en desear que las iraníes puedan dejar el velo, y el islam, si lo desean. Sin embargo, desconfío totalmente de las críticas-flash que ponen la atención en un punto determinado, descuidando la sucesión de los hechos y otros puntos que son como la viga en nuestro propio ojo. El caso de las iraníes es propagandístico, porque es el caso de otras mujeres (por ejemplo, las cataríes) del mundo musulmán, pero, casualmente, sólo se pone el foco sobre Irán, donde las mujeres gozan de más libertad que en otros lugares. La Revolución iraní se hizo contra un régimen corrupto y muy represor, y parece ser que fueron sus propios aliados los que lo hicieron caer. Causa repugnancia cómo los amigos occidentales del Sha lo abandonaron y le hicieron la vida imposible en el exilio. Estos ‘amigos’ creyeron que podrían pilotar la Revolución y convertir Irán en otra Arabia Saudí, pero los clérigos chiíes les salieron respondones. Aún así, prefirieron a los barbudos antes que un gobierno comunista, sobre todo cuando los barbudos empezaron a encarcelar a los rojos. Hay que mirar también lo que se ha hecho en Irak, donde la situación de las mujeres retrocedió cien años tras la invasión USA, Libia y otros, incluida nurstras aliadas Turquía y Marriecos. Pero de eso no se habla, son sólo las iraníes. Por no hablar de que un país como el nuestro, que asesina a sus niños como un ‘derecho de la mujer’ mientras está envejeciendo por falta de niños, es un país que mejor haría en ponerse en tratamiento psiquiátrico.
Sr. Wales, una cosa no excluye a las demás. Por supuesto que también estoy en contra de las condiciones de las cataríes (a las que también se ha puesto el foco solamente por el «furbol»), de las marroquies de las saudíes, etc. etc. Tampoco a causa de las vomitivas decisiones que las potencias toman por la sacrosanta geoestrategia haya que justificar al régimen iraní, ni al del Sha, ni al de ahora. Porque entonces caemos en el silencio cómplice podemita que impera sobre estos regímenes por parte de la izquierda a causa de sus inconfesadas subvenciones.
En lo del psiquiatra lleva usted razón.
De acuerdo con usted y sus matizaciones, oportunas como de costumbre.
«(…) cómo los amigos occidentales del Sha lo abandonaron (…)» – En política no hay amistad, sino sólo intereses.
No me refería a que dejaron caer su régimen, es que ni le dieron asilo e impidieron que otros lo hicieran. Esa iniquidad no tuvo que ver con los intereses.
Al margen de la mayor o menor razón de tus argumentos, me temo que hay un hecho que afirmas con rotundidad como cierto, pero que no lo es: por supuesto que en la organizadísima Alemania se puede viajar (y se viaja) en trenes con billete sin asiento. Experiencia real sufrida por servidor hace escasos meses: no se me advirtió de que el billete que había comprado en oficina no incluía reserva de asiento, por lo que al subir luego al tren y encontrarme con que todo estaba lleno de pasajeros (que sí habían pagado el plus de asiento), tuvo que sentarme tres horas en el suelo del vagón de entrada. Y no fui el único, ni mucho menos. Pero como bien indicas, la realidad es mentira.
Quién miente más: Greta o el articulista que, para cargar las tintas, nos ha falseado la realidad. Gracias sr. Tabuenca, me ha reafirmado usted en la idoneidad de mi comentario.
El señor que escribe elije creer a las autoridades alemanas y no a Greta, producto posiblemente de cierto prejuicio o cierta predisposición negativa hacia ella. De la misma manera presupone que so contagio de COVID es también falso («seguramente era falso», afirma sin más fuente que su convicción). La única respuesta que se me ocurre luego del comentario de Pedro, es citarlo a él mismo: «No eres de los nuestros, no eres de fiar».
No más preguntas, su señoría.
Efectivamente, lleva usted razón, don Gabriel. Presupone, sin ninguna prueba, que su contagio de Covid es falso. Es una falacia. Por la misma regla habría que dudar de los contagios de Covid expresados y difundidos a los cuatro vientos por famosos y políticos, sobre todo en España, al comienzo de la pandemia, en particular por los políticos del gobierno central. Falacia en lo del Covid y falacia en lo de los transportes alemanes. Estos dos temas por si solos desautorizan totalmente todo el resto del artículo, escrito que destila un odio y una animadversión que rozan con la xenofobia. Es infumable e indigerible.
Calculando vuelos? Greta no va viaja en avión
Me parece bastante patético que se dedique un artículo a criticar la actuación de una joven que intenta visibilizar un gran problema al que la mayoría de los gobiernos no está poniendo ningún remedio. Además, detecto cierto tufillo machista a juzgar por ciertos ejemplos y la selección de fotos que acompañan al texto… yo que usted me lo haría ver…