Cuando me propusieron escribir sobre Olvida la poesía pensé que no podría hacerlo. Pero dije que sí, ignorando no solo lo que pensaba sino también lo que sentía. O quería sentir. «To love is a yes», reza uno de los versos de Ruth Weiss, la poeta de la Generación Beat que se entregó a la musicalidad del lenguaje hablado con minúsculas. No lo afirma: lo reza. Como si el amor necesitase de la fe. Como si el amor sin fe qué. Y ahora aquí estoy, creyendo que a todo lo que escriba le faltará algo. Creyendo, por encima de un todo, en ese algo.
Al principio, quise hacer del libro un espejo y del espejo un secreto. Era demasiado verdad. Sin embargo, también era un reflejo. Correspondencia. La parte devuelta. Escribo porque me reconozco humana y liberar —compartir— esa humanidad es la técnica de meditación que me permite amar al resto. Además es mi sostén: aislamiento, suelo firme y caricias a un animal pequeño. “Entre donde yo acabo y el mundo empieza se extiende una junta infinita y estrecha, demasiado estrecha como para detenerse a barrer las pelusas, que se van acumulando a medida que yo acabo y el mundo empieza. Más allá de mí, está oscuro y hay silencio: yo allí no estoy. Yo sigo aquí. Lo que percibís no es lo que soy. Yo sigo aquí y las palabras no van a sacarme. Pero escribir es la única forma que conozco de honrar las pelusas. Escribir es existir. Y existir es resistir.” Página 78. Mi existencia ronronea.
Me gobierna un canon invisible o un vuelo. La trayectoria está marcada y yo solo tengo que seguirla. La escritura es un ave mitológica de infinitas proporciones y plumas áureas. Hubo un tiempo en que yo solo huía de su belleza, mezcla de dolor y de luz prendida. De memoria; de deseo; alma, piel, arrullo y fango. Hasta que dejé de hacerlo. Porque así funciona un recipiente o un cuerpo. Hay un día en que, simplemente, dejas de hacerlo. Te abres las medidas, compras un billete y te marchas. Te alas. Al otro lado del teclado, espera el mar.
“Al mar no se le contempla igual si es efímero —después te irás, y querrás escapar— que si es constante. Yo vine al mar como constante. Y que ya no haya un lugar del que querer escapar. Un palacio. Una adicción. Un corazón.
Al mar no se le contempla si es efímero.
Otras veces el mar te contempla a ti. Y, a través de sus ojos, te oscureces.
Te perdonas.” Página 80. Prosa a tierra. El cuento se titula “Isla”.
En ocasiones, del polvo atrapado ascienden estrellas. Desde sus lindes de muerte y vida se alzan voces contando historias. Voces íntimas. Voces sanadoras.
Voces que son la mía.
to love is a yes
is a kind —
is not kind
is low
and someone will leap in
Cuando terminé de escribir Olvida la poesía pensé que no podría soltarlo.
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Autora: Mila García Nogales. Título: Olvida la poesía. Editorial: La Consentida. Venta: web de la editorial
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