Si hay un emperador del que han corrido ríos de tinta es Julio César. Un hombre hecho a sí mismo que conquistó tierras, luchó y escribió su propia historia de forma casi literal, más que nada porque tenía un escriba. Por eso, la trilogía de Andrea Frediani se recibe con placer añadido, ya que no solo demuestra ser conocedor de La guerra de las Galias, sino también porque añade en su trilogía sobre Julio César muchas de las características que tenía su propia obra.
La novela, como ya ocurría en la primera entrega, desarrolla el pensamiento estratégico de un líder que se sigue apoyando en Labieno, aquel niño que no se ha movido de su lado y que se ha convertido en su apoyo más fiel. En esta entrega, la importancia de Labieno crece y, como Watson lo fuera con Holmes, se convierte en una figura imprescindible en cada paso dado por Julio, anticipándose a sus necesidades y dando cuenta de los movimientos del enemigo mediante cuidados planes. Y es que no hay un líder que no tenga una mano en la sombra capaz de mover los hilos y preparar el terreno por los que más tarde marcharán sus legiones.
Frediani, igual que el propio César, cuenta en esta trilogía las hazañas del que fuera líder de un imperio, pero, al contrario que él, procura liberar el texto de grandilocuencias, logrando de este modo que el lector sea cómplice de la verdad del texto sin poner en duda los momentos en los que es imposible saber qué sucedió. El autor evita ensalzar a su protagonista y no duda en poner de manifiesto las dudas que puede tener su fiel Labieno sobre sus estrategias y mandatos, sabiendo que, al sacrificar esa grandeza, su figura crecerá hasta ganar por sí mismo el lugar que la Historia nos ha mostrado que le corresponde. En definitiva, deja que los acontecimientos hablen por sí mismos y que el lector asista a batallas, enfrentamientos y traiciones, y que se forme por sí mismo una opinión mucho más severa que la que cualquier narrativa pueda generar.
Frediani deja además que los personajes crezcan, tanto los masculinos, como por ejemplo el hijo de Labieno o Bruto, del que el lector tiene un conocimiento previo que va más allá del punto de corte de esta novela; y los femeninos, como la joven Veleda, que brilla con luz propia en un mundo de hombres en el que las mujeres no tenían ni siquiera presencia, o como Servilia, que afila su alma de estratega. La historia puede haber sido contada muchas veces, pero eso no significa que no queden cosas que decir.
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Autor: Andrea Frediani. Traductor: Juan Carlos Gentile Vitale. Título: El enemigo de Julio César. Editorial: Espasa. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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