La segunda novela de Alejandra Parejo, Una madre, narra la historia de una mujer que, con un hijo a su cargo, tiene que regresar al pueblo turolense donde nació para cuidar de su madre. La soledad y el aislamiento le asaltaran tan pronto como llegue a ese entorno rural, al tiempo que los recuerdos del pasado incrementarán su sentimiento de soledad y desamparo.
Alejandra Parejo explica en Zenda los orígenes de Una madre (AdN).
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Esa frase se me repite cada vez que pienso en el documental de Pamela Anderson. Y darme cuenta de eso, de lo importante que es narrarse o ser narrada, me ayuda a enfocar el tipo de escritura —de literatura, de cine— con la que vibro. No para narrarme a mí ni para hacer autoficción, pero sí para comprender la dimensión que tienen las historias que cuentan la vida cotidiana y cómo nos ayudan a vernos reflejadas en etapas importantes.
Escribí Una madre sin ver el documental, claro. Todavía no había salido. Tampoco había visto Cinco Lobitos ni Alcarràs, no había leído La familia ni El Acontecimiento. Pamela Anderson, Alauda Ruiz de Azúa, Carla Simón, Sara Mesa, Annie Ernaux. Todas ellas, todas estas mujeres y sus trabajos me ayudan a entender lo que me propuse con esta novela. No me comparo con ellas ni muchísimo menos. Admiro profundamente su trabajo y aprendo de lo que hacen, pero sí encuentro en sus obras la intención que tenía cuando me senté a narrar la historia de Bruna. A veces siento que Bruna existe, quizá por eso pienso en eso de “la importancia de narrarse” como si ella misma se hubiera narrado. Me he creído a Amaia (Laia Costa) con la misma fuerza que a Pamela y en ningún momento tengo en cuenta la ficción o la realidad. Lo único que siento es que esas historias tan reales me ayudan a apaciguar dudas, a crecer y a mirarme con una atención diferente. Me gustaría que sucediera eso con Bruna, que alguien pueda asomarse a sus pensamientos que se mueven con una hiperactividad desmedida, con una culpa dolorosa, y pueda empatizar con ella o sentirse narrada.
Creo que he amontonado las dudas que me persiguen sobre la familia, la maternidad, los roles impuestos, nuestras máscaras, las amistades y las relaciones. Todo un poco. Acabo de cumplir 33 años y pensaba que con las patas de gallo también venían algunas certezas, pero todavía no las tengo, quizá por eso escribo. Escribo y busco las respuestas en el cine, la literatura, la música o la vida de Pamela.
Mientras escribía la novela pasé por muchos momentos. La escritura, como tantas otras cosas, como la vida, tiene subidas y bajadas. En los instantes de dudas o miedo la oscuridad se lo lleva todo. Incluso las certezas. Yo tenía claro que quería escribir sobre la maternidad, sobre ser hija, ser madre, sobre la culpa, sobre lo bello y lo crudo de este amor, pero en algunos momentos dudé. Pensaba mucho en qué iba a contestar cuando me preguntaran si tengo hijos. Creo que esa duda, ese querer cerrar el Word y lanzarlo a la basura por miedo al qué dirán, aparecía cuando volvía a la frase que alguna vez me han dicho: no opines si no tienes hijos. Entiendo y respeto esa opinión. He entendido tantas cosas después de haberlas vivido que sé la importancia que tiene la experiencia y no pongo en duda que las emociones y sensaciones que implican ese momento tienen una dimensión tan fuerte que es difícil de comprenderlas desde aquí. Pero cuando eso pasaba, cuando esa frase se me repetía —no opines si no tienes hijos no opines si no tienes hijos no opines si no tienes hijos no opines si no tienes hijos no opines si no tienes hijos— me daba cuenta de que Una madre no es una historia solo sobre ser madre, es una historia sobre ser hija, querer una madre, tener que ser madre por ser hija, invertir los roles, es una historia que habla de la importancia de sostener la responsabilidad de los cuidados, sobre hacerte responsable, plantearte preguntas y dudas, aceptar el rencor y la derrota, aceptar, también, la luz, los brazos de una madre que te abrazan cuando tienes miedo.
La importancia de narrarse, de narrar las historias —reales o no, pero cercanas a la realidad— que necesitamos leer y escuchar, de encontrar en las preguntas de la de al lado las mismas que te haces tú, de observar la realidad, de entender que las dudas existen y que no tenemos que ser perfectas es lo que me ha llevado a escribir Una madre.
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Autora: Alejandra Parejo. Título: Una madre. Editorial: AdN. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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