Leire Bilbao es una de las autoras fundamentales de la poesía actual en euskera. A su prolífica trayectoria en la literatura infantil y juvenil se suma su rotunda obra poética: Etxeko urak, su tercer libro en este género —que La Bella Varsovia publica en estos días como Aguas madres, con traducción de Ángel Erro—, ganó en 2021 el prestigioso Premio Lauaxeta.
Aguas madres parte de la vivencia de la maternidad para reflexionar sobre la identidad propia. Ser madre, y ser madre al mismo tiempo que otras madres de las que acompañarse, pero también con las que compararse. Ser hija, y ser hija de una madre que lucha por no ser solo una madre, y pensar en una misma frente o contra ella. Ser escritora, y plantearse la literatura quizá como otra forma de maternidad, y acaso la maternidad como otra forma de creación.
Zenda ofrece cuatro poemas de Aguas muertas (La Bella Varsovia).
***
Las horas posteriores al parto:
costra de sangre y leche,
barro fango aguas oscuras
y, tratando de cubrir todo,
el olor a piel recién hecha.
Bajo las sábanas blancas,
la orografía de este yo:
lento corrimiento de rocas sedimentarias.
Intento reescribir mi piel
con paciencia de piedra;
modelar un cuerpo nuevo
con dedos de sal.
Intento
desechar moscas larvas parásitos;
liberar anguilas musgo moluscos.
Trato de mirar fijamente mi herida.
Grita la grieta de mi sexo,
roca al rojo vivo
que acaba de partirse.
Mis labios son acantilados
que arrojan la ira de las piedras.
***
Tengo invitadas en casa. Se sientan a la mesa de la cocina, saco una botella de vino de la bodega. Tengo sed.
—No aceptaré ningún compromiso social —dice Jane Lazarre—. Mientras no esté con los niños, solamente debería escribir. Tengo que aprender a dormir menos.
Anne Sexton le sonríe con malicia, mientras enciende un cigarrillo.
—¿Es lícito sacar a los niños de la habitación para escribir sobre ellos? —pregunta Tillie Olsen, tímida.
—La primera tarea de toda mujer consiste en resultar agradable —dice Simone de Beau- voir desafiante, mientras se atusa el moño— . Y las más de las veces una mujer desagrada por el mero hecho de escribir.
—Tuve que comprender que mi lucha por ser escritora era un lujo —reconoce, en su turno, Adrienne Rich.
—¡Las madres no escriben, están escritas! —le interrumpe Helene Deutsch.
—Ser mujer, actuar como se espera de una mujer, es una actividad inmemorial… Yo con mi tercer hijo sentí por primera vez la responsabilidad de la maternidad —suelta Doris Lessing.
—No existe ninguna relación humana en que se ame al otro en todo momento —prosigue Rich.
—¡No os pongáis así, queridas! El propio Roland Barthes ya dijo que un escritor es aquel que juega con el cuerpo de su madre —azuza Sylvia Plath.
—¡Por lo menos no lo dijo tu marido!
Y alzan sus copas:
—¡Por nosotras!
—¡Por nosotras!
—¡Por nosotras!
***
Las salas de espera están repletas de mujeres
rellenando formularios
con buena letra, pacientes,
no vayan a confundirse de idioma. Nos dicen
con el lenguaje universal de las manos, de las miradas, de los gestos:
introduzcan solamente una letra por recuadro,
no confundan su nombre, su género, su fecha de nacimiento,
no traspasen los límites de la página;
el bolígrafo es un arma peligrosa.
Quién nos avisará de nuestro turno,
quién nos ordenará espere,
el 84-B hoy, ayer el 32-D
con las manos más negras que la tinta,
la carne más arrugada que las hojas,
letras torcidas nuestros cuerpos:
las mujeres estamos repletas de salas de espera,
las sillas no van a hacer la revolución por nosotras.
***
Abro la merluza en dos mitades
por ver lo que hay que limpiar.
Todavía tiene el anzuelo en la boca.
Aparto las escamas,
lágrimas secas de salitre.
Y entonces aparecen en la cocina
mi bisabuela, mi abuela y mi madre,
vestidas de negro las dos mayores
y mamá con aquel vestido verde de flores
que le estilizaba la cintura.
Quién iba a creer que serías madre de dos niños,
comienza diciendo mi abuela,
mirando de reojo el contenido de la fuente.
Ya sabes —le contesto—, tú misma decías
que los hijos han de traerse sin pensar.
Traerlos y deshacerse de ellos, añade mi bisabuela.
Vierto aceite sobre la bandeja,
me pongo a picar ajo.
Cuando la guerra, esta le dio paso libre a tu abuelo.
Nos lo dimos mutuamente —responde.
El silencio es otro condimento
entre platos y vasos.
¿A esto habéis venido a mi cocina?
Tú no te quejes tanto,
que todavía te visita la sangre cada mes.
Además, no eres tan distinta de nosotras.
Y me he quedado observando su silueta,
la curva de su nariz, los bordes difuminados.
Cierro los ojos
y sigo raspando con el cuchillo.
Las escamas de mi piel sobre la tabla de la cocina.
Cuando me dispongo a encender el horno
las tres mujeres han desaparecido.
Intento quitar el anzuelo,
afiladísimo signo de interrogación.
—————————————
Autora: Leire Bilbao. Traductor: Ángel Erro. Título: Aguas madres. Editorial: Grijalbo. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
BIO
Leire Bilbao nació en Ondarroa en 1978. Es autora de los libros de poemas Ezkatak (Susa, 2006), Scanner (Susa, 2011) y Etxeko urak (Susa, 2020). Esta última obra ganó el Premio Lauaxeta 2021 y ha sido traducida al catalán (Saliva; traducción de Jaume Subirana en Edicions96), castellano (Aguas madres; traducción de Ángel Erro en La Bella Varsovia) y griego (traducción de Nancy Angeli en Vakxikon Publications). En castellano apareció también la antología Entre escamas (traducción de la autora, Marisma, 2018). Tiene publicados más de 20 libros de literatura infantil y juvenil, por los que ha ganado en dos ocasiones (2017 y 2022) el Premio Euskadi.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: