Indiferente a la fama y a las modas, Bill Watterson dibujó durante diez años la tira cómica Calvin y Hobbes (1985-1995), que relata las aventuras de Calvin, un niño sagaz y reflexivo, y su tigre de peluche, Hobbes, que cobra vida a través de su imaginación. El reciente volumen editado por Astiberri es la segunda entrega de la colección en español iniciada con El gran Calvin y Hobbes ilustrado (2022). Es, como la primera, una tira plagada de ocurrencias, de bromas peliagudas, de reflexiones acerca de cómo vivir: «Supongo que el secreto de la felicidad está en disfrutar el momento. Yo, por ejemplo, disfruto estando aquí y ahora, y haciendo lo que hago. —Claro. Se supone que deberías estar en el colegio. —Eso no podría disfrutarlo». Pero, a pesar de no perder sus señas de identidad, estamos ante un Watterson más maduro, más crítico, más nostálgico que el de las tiras iniciales: ‘el Poderoso Gigante’, ‘la Mosca’ y ‘Estupendo Man’ ceden el paso al ‘Capitán Spiff’, a ‘Galaxoide y Nébular’, a ‘La Calvinbol y la Operación Kabum’, y, también, a una aguda crítica al consumismo, a las industrias culturales, a la vida moderna, a la civilización del espectáculo. Es, lo advertirá el lector, un universo vivaz y sosegado, tierno y salvaje, profundo y divertido.
Si hay algo fascinante en Calvin y Hobbes es su capacidad para admitir varios niveles de lectura: el niño que ha crecido leyéndolo ha sido feliz, pero el adulto que lo descubre por primera vez se percata de que la infancia, más que una etapa de la vida, es un estado del alma. Mientras que Calvin es el corazón, la espontaneidad, la imaginación desorbitada, Hobbes es el cerebro, los pies en la tierra, la voz de la razón. El primero persigue la plenitud a sabiendas de que es imposible alcanzarla, consciente de que lo importante debe estar en el intento; el segundo es su cómplice, su complemento y su contraparte, su mejor amigo. Pese a su corta edad, o precisamente por ello, Calvin persigue la experiencia: no la que se obtiene con la adultez, sino la que se pierde con ella: «Quiero que algo me deslumbre cada día», afirma.
En el fondo, aquello que más inquieta a Calvin no es el paso de los años, es el cambio: el pasado que se le revela como irreal, lo que se deja atrás, lo que se pierde. «Qué raro, ¿no? Día a día parece que nada cambie, pero de repente todo es diferente. Tú vas a la tuya y un día te das cuenta de que no eres la misma persona que antes. ¡Quiera o no, la gente cambia!» Quizá por eso, en un esfuerzo por aprehender el instante, se fabrica diversas identidades, inventa múltiples formas de divertirse, ensaya aventuras absurdas y se mete en todos los líos a su alcance. En una tarea titánica y fatigosa, busca agotar las posibilidades de la realidad, ya en la vida verdadera, ya en su imaginación desaforada. Tal vez se trate de una carrera a contracorriente, de una batalla perdida, de una promesa rota («Si las cosas buenas durasen eternamente, ¿sabríamos apreciarlas?»), pero Calvin, el optimista, el obsesionado, y su incondicional amigo Hobbes, no dudarán en dar un paso al frente, con buen humor y una voluntad inquebrantable.
Luego de décadas de poner punto final a Calvin y Hobbes, Watterson vuelve este año, junto al dibujante John Kascht, con una tira cómica titulada Los misterios. Poco se sabe sobre ella, salvo que se trata de «una fábula para adultos misteriosa y bellamente ilustrada». Las líneas finales de este volumen de Calvin y Hobbes podrían describir sin titubeos esta emotiva noticia: «¡Es como tener una enorme hoja de papel en blanco para dibujar! ¡Un día lleno de posibilidades! Es un mundo mágico, Hobbes, viejo amigo… ¡explorémoslo!».
—————————————
Autor: Bill Watterson. Título: Calvin y Hobbes. Un mundo mágico. Traducción: Francisco Pérez Navarro. Editorial: Astiberri. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
También te puede interesar
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: