El escritor Aro Sáinz de la Maza combate «la epidemia de la violencia machista» en su última novela, Malart, que cierra la tetralogía protagonizada por su personaje, el inspector de los mossos d’esquadra Milo Malart: «un libro de Malart sin Malart», asegura el autor.
Sin reconocerse un experto, Aro Sáinz tiene constancia de que «parte de la burguesía catalana goza de una cierta impunidad, por los medios que tiene a su disposición», pero en esta novela los utiliza para hablar de «la secta del dinero, ese colectivo que todo lo contamina, lo envenena, los que van a destruir el planeta». Admite el autor que ha sido un reto escribir «una novela de Malart sin Malart», pero su intención era «dar más protagonismo a los secundarios del grupo de homocidios, sobre todo a Rebeca Mercader, su compañera, la subinspectora que crece una barbaridad como personaje, que en muchas ocasiones actúa como Milo, se mimetiza con él y no tiene más remedio que aplicar sus métodos, hasta incluso adoptar los vicios del policía».
Esta cuarta novela, añade Sáinz de la Maza, habla de muchos «precipicios, esos abismos que a todos nos dan vértigo, la soledad, la falta de sentido, el vacío», y en un juego de espejos enfrenta al lector ante sus propios precipicios, «buscando su implicación». Al final de la novela sitúa al lector ante un dilema, pues «hay un giro profundo que puede alterar la interpretación de los tres libros anteriores.
Para el escritor barcelonés, «muchas reacciones de Milo podrían ser tomadas como un inicio de esquizofrenia», un tema que le ha obligado a documentarse, y este giro del final de la tetralogía no lo tenía claro en las tres anteriores: «Me lo presentó el propio Milo, con quien tengo una relación cordial, pero a quien le cedo el timón, porque confío más en sus intuiciones que en las mías, y al dejarlo por libre, el personaje toma unas decisiones que te lleva la novela a un sitio que no imaginabas».
Aro Sáinz arrancó esta cuarta novela poco después del confinamiento —»antes no podía centrarme, mi cabeza estaba en modo supervivencia», dice— y «quería hablar de la pandemia pero sin hablar de la covid, y esa pandemia es peor porque no tiene vacuna ni voluntad de que la haya, es la violencia contra las mujeres». De la experiencia personal de la pandemia surgen «esa escasez de espacios abiertos en la novela», y como reacción a esa otra pandemia de la que habla «los principales personajes son mujeres, son las que toman las auténticas decisiones».
El autor hace balance de la tetralogía, que ahora aparece como «una gigantesca cuenta atrás»: «La primera sucede en 18 días, la segunda en nueve, la tercera en cuatro y esta última en 60 horas, una reducción de tiempo que, dada la lentitud de la criminalística para analizar las pruebas obliga a que el factor emocional sea fundamental para avanzar en el cierre».
Sáinz prepara ya la quinta entrega de Milo Malart, en la que «volverá a su soledad, recurrirá más a las armas de fuego convencionales y tendrá que investigar un caso que sucede en Oslo, el territorio del policía Harry Hole de Jo Nesbø, con el que seguro se cruzará varias veces, de manera admirativa y respetuosa», asegura.
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