Puestos a pronunciarnos en términos de generaciones literarias, me convence del todo la propuesta que en su día hizo Juan José Lanz de situar a Rafael Ballesteros (Málaga, 1938) en la generación poética del 68. Uno de los rasgos que este solvente estudioso advierte en esos autores sería su intensa barroquización del lenguaje, la cual se une en este poeta a la práctica de una acusada experimentación formal, sobre todo lingüística, implicándose en ella las exploraciones semánticas. Empero, esta vertiente no siempre se manifiesta con parecida extremosidad, pues en muchos de sus libros las constantes contorsiones anti normativas de su habla poética, analizadas con detalle por Óscar Barrero en 1996, resultan un tanto atenuadas, como sería el supuesto de Perseverancia.
Consta Perseverancia de 62 poemas distribuidos en tres secciones, cada una de ellas con un título en el que se insinúan los núcleos temáticos a los que cabe asociar sus respectivos textos. En la parte inicial, titulada “Un soplo de fuego es el recuerdo”, el hablante recrea entornos, momentos primeros, vicisitudes y querencias muy significativas de cuando era un rapazuelo. Entre ellas figuran las de rememorar su agridulce contacto más lejano con la escritura, como en el “Poema 12. El primer verso” (“Ay, qué pobreza elemental, qué torpeza / aborigen. Que sabor caramelo, qué esencia / de limón…”) (78) o sus propensiones a románticas rebeldías, como en el “Poema 7. Noche o deseo”, finalizado con estos versos:
Así que noche o deseo. O la carne terrena
o la estrella alta y pulcra. Los astros que
ascendidos vuelan o lo terroso impúdico.
En esta duda individua nació
el poeta, que escogió a Satanás, el vivir, y
sus cuevas terrenas, sí, pero humanas tanto. (68)
La parte central de Perseverancia, titulada “Estados sombríos del corazón”, la integran poemas cuyos motivos inspiradores resultan bastante infrecuentes. De entre las categorías de sentimientos, emociones y trastornos posibles, eligió Rafael Ballesteros fijarse en algunos con implicaciones desagradables, por ejemplo el asco, o el horror. El texto sobre el odio comienza con esta serie de enumeraciones que en principio conjuran sinsabores pero que finalizan de manera repulsiva :
El odio es cosa griega, de las piedras
eólicas, del esparto seco y flamígero,
de las aguas salaminas y las islas
lésbicas, del sable jónico y el veneno
corintio, máscara de vinagre, hueco
negro del sitio del corazón. (131)
Las virtualidades de la escritura poética acaparan la sección tres. En varios poemas se hacen ostensibles algunas de las fecundas funciones que ha comportado en la vida del escritor de Málaga, entre ellas la tensión en la búsqueda de la belleza, y el consuelo en etapas de fuerte crisis personal. A la personificación de la poesía se la interpela con agradecimiento por medio de apóstrofes recordando la fidelidad que siempre ha mantenido hacia un quehacer que guarda las claves de su universo poético, en cuyos versos podrá mantenerse viva de alguna manera la voz que los expresó. Sin embargo, antes
de ser más tierra, al humano decirle quisiera:
lo que la poesía manifiesta: que de la piedra
nacen los xilgueros, y que el águila imperial
nace del barro. (176)
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Autor: Rafael Ballesteros. Título: Perseverancia. Poesía inédita 2018-2021. Editorial: Devenir. Venta: Todos tus libros, Amazon y Casa del Libro.
Se trasunta que el Paraíso nunca estuvo en la Tierra /
Recién lo comprendo más. Este mundo. El de Ballesteros. Es el infierno. Aquí nos han lanzado. Nos hemos merecido esto.
Por ahora.
Lugar intenso y duro de aprender.
Pero no os asustéis.
Saldremos. Haciendo lo correcto.