Basada en el anecdotario e investigaciones reales del grupo Hepta, la película Fenómenas de Netflix es un desigual pero interesante acercamiento a la comedia de terror patria lejos de los tópicos televisivos que todos conocemos. Su director, Carlos Theron, hace un esfuerzo honesto y abrumador por no resultar excesivamente evidente y por aportar una puesta en escena trabajada, elegante e interesante. En este último extremo desde luego que lo consigue.
Impulsada por un buen reparto y la ilusionante puesta en escena de Theron, Fenómenas encierra a sus personajes en un piso durante una noche y concentra toda su energía narrativa en este marco espacio-temporal que justifica muchas de las decisiones visuales (acertadas) de Theron. Su uso del formato panorámico para encuadrar al equipo, su entrega a la creación de espacios y, en suma, la disposición de todos estos elementos intangibles pero visibles delata a un director que ha fijado sus referentes en Spielberg y Cuarón (y, por supuesto, los Expediente Warren de James Wan) y no en la escenografía convencional de una sitcom multicámara como las que pueblan, o más bien asolan, la comedia española comercial contemporánea. En ese sentido, es una verdadera pena que Fenómenas se vea en la pequeña pantalla y no en la grande.
En su contra, no obstante, juega un guion que no presenta adecuadamente a sus personajes, que más que introducir al espectador en situación lo arroja de cabeza (la presentación de personajes es desordenada y confusa) y que, en definitiva, provoca una desconexión notable al tener que descifrar sin cimiento alguno las relaciones entre los protagonistas. Una sensación que aumenta teniendo en cuenta el buen trabajo de cámara y que marca a fuego la película, que da la impresión de haber sido sacada del horno y presentada al espectador antes de tiempo.
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