«Cuando uno habla siente que le falta algo, en cambio la escritura no tiene límites», ha asegurado el poeta y ensayista venezolano Rafael Cadenas, de 93 años, que recibe este lunes el Premio Cervantes 2022.
Personalidades de la cultura y la política asistirán a la entrega del premio a Rafael Cadenas, de 93 años, primer escritor venezonalo que ha sido reconocido con este galardón que otorga anualmente el Ministerio de Cultura y Deporte, dotado con 125.000 euros.
Un premio que le fue concedido por su «vasta y dilatada obra literaria», así como por la trascendencia de un creador que ha hecho de la poesía «un motivo de su propia existencia» y la ha llevado «a alturas de excelencia», según destacó el jurado.
Un premio que le llega, ha dicho, en su vejez y para el que figuró varios años como candidato. «Es preferible recibirlo cuando uno está en buenas condiciones físicas», ha indicado, ya que ahora le cuesta viajar. Y ha explicado cómo el aeropuerto de Madrid le pareció inmenso, mucho más grande que cuando antes viajaba.
Cuando recibió en noviembre la noticia del premio pensó «que podía ser un invento de Don Quijote en uno de sus extravíos», hasta que se lo dijo el ministro de Cultura español. «España ha sido muy importante para mí, casi desde niño», ha asegurado.
De poesía y de Cervantes ha hablado el galardonado con los periodistas, a los que ha agradecido con humor haber ido a «intimidarle». El autor ha declinado responder a una pregunta sobre política en su país ya que, ha dicho, estaba «bastante ayuno» de información y no quería ser inexacto.
Para Cadenas, la poesía está en el lenguaje de Cervantes. Tras recordar el título de un libro que escribió María Teresa León, esposa de Rafael Alberti, Cervantes, el soldado que me enseñó a hablar, ha asegurado que «ojalá se ocuparan también hoy de eso los soldados».
Y ha recordado cómo el lenguaje de Don Quijote le «embriagó» desde que tenía 14 años, aunque fue unos años después cuando pudo leerlo con otra perspectiva: «Muchas de las expresiones de ese libro son poesía involuntaria».
Según el autor, la poesía está en todas las demás artes, como el teatro, la pintura, o la música, aunque a veces, ha dicho, no está en el poeta.
El escritor venezolano ha hecho un llamamiento a la sencillez en la escritura explicando una frase del Quijote que enseña siempre a sus alumnos, una en la que Maese Pedro le dice a un joven que habla de forma «muy fina»: «Llaneza, muchacho, no te encumbres que toda afectación es mala».
También aconseja a sus estudiantes que no busquen la fama, ya que para «el escritor y el poeta su centro tiene que ser la creación, olvidarse de todo lo demás».
Su intención es seguir escribiendo aunque ha lamentado que tiene mucho material que debía haber publicado hace 40 años pero que por falta de interés por su parte «se quedó en las carpetas». Lleva dos años intentando publicarlo en Venezuela «no porque tenga mucho valor sino para conservarlo, porque suelto se pierde».
Ha confiado en que pueda publicarse ya que está listo para imprimir, mientras que hay otra gran parte manuscrita, algo que le abruma, ha confesado, porque es muy difícil que alguien le ayude ya que a veces no sabe qué ha escrito: «Con la vejez se va perdiendo la letra, a veces escribo una palabra y no entiendo qué dice».
De su obra, el poema más publicado y traducido en su carrera ha sido Derrota, algo que siempre le ha sorprendido porque «descorazona un poco», un texto que intentó compensar con Fracaso, pero que tampoco resultó muy alentador, ha señalado.
Y ha destacado que en este momento en Venezuela, especialmente en Caracas, pero también en el interior del país, hay un movimiento poético muy importante.
Si la mayoría de los jóvenes no ha aprendido a cocinar porque prefiere comer basura antes que invertir tiempo y esfuerzo en un placer tan elemental y saludable como comer bien, ¿por qué piensan que van a dedicar el menor esfuerzo a aprender nada de los libros? Es de primer curso que si no cultivamos el alma, lo que puede ser un feraz edén se convierte en un erial en cuestión de días. No digamos de generación en generación. Estamos en la segunda o tercera generación de hombres sin Dios. ¿Qué esperan ustedes?