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José Manuel Puebla: «Busco despertar conciencias, sacudir al ciudadano adormilado»

José Manuel Puebla: «Busco despertar conciencias, sacudir al ciudadano adormilado»

“Lo que hace diariamente Puebla en el diario de la grapa, concretamente en la página 4, es otra crónica apasionante de la transición de ahora mismo, llena si cabe de más sexo, dinero, corrupción y penumbra que la otra, la mía, la de los 80. Por si fuera poco, al lado de Puebla tiene a José María Nieto, también en color, y hay mañanas que los dos forman la mejor pareja de humor desde los tiempos de Stan y Oliver, El Gordo y El Flaco”. José Luis Garci dixit. Cualquier otra introducción a esta entrevista sobra.

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—¿Por qué se llama este libro La ventana indiscreta?

—Surgió gracias al prologuista. Una vez que Garci me dice que acepta hacer el prólogo del libro, La ventana indiscreta nos pareció un título perfecto, porque muchas veces yo mismo me siento como el fotógrafo Jeff (James Stewart), pues dedico gran parte de mi trabajo y de mi vida a mirar para luego poder hacer las viñetas. En ocasiones ese hombre, que también soy yo y que mira a través de esa especie de ventana estrecha, compleja, variopinta y a veces peligrosa que es la prensa o la televisión rastreando temas de actualidad, es realmente un perfil que encaja con mi profesión. Soy un mirón profesional (risas).

—Esa metáfora cinematográfica y el hecho de que José Luis Garci apadrine el libro da pie para el juego cinematográfico en el interior del mismo.

"La soga, inevitablemente, abre el apartado de las viñetas que aluden a la crisis económica"

—Exactamente. Una vez definido el hilo conductor del cine, el editor de Reino de Cordelia y yo mismo fuimos hilando los diferentes apartados de economía, política, sociedad… con otros tantos títulos de películas que, descontextualizadas del cine y traídas al periodismo adquirían un doble sentido que nos parecía apropiado pero sobre todo, divertido (al fin y al cabo el humor es definitivo en un viñetista): Vértigo, Frenesí, El hombre que sabía demasiado, Con la muerte en los talones… Por ejemplo, Psicosis es el título de la sección dedicada a las anécdotas relacionadas con la pandemia, y La soga inevitablemente abre el apartado de las viñetas  que aluden a la crisis económica (risas).

—Nos reímos, pero tus viñetas nunca se quedan solamente en la carcajada.

—La verdad es que trabajo mis viñetas intentando que tengan varias lecturas. Cuando hablábamos de la pandemia, por ejemplo, yo me planteé qué podía aportar. La prensa en esos momentos volvió a ser muy importante, algo que te llegaba del exterior, porque la radio y la TV la teníamos en casa. Entonces me planteé cómo se estaba reencontrando la gente, y por eso dibujé muchas escenas familiares: el descubrimiento o redescubrimiento de las familias, los vecinos… y alternaba también con momentos muy duros, claro, pero yo quise destacar esa parte luminosa.

—¿Cómo fue tu contacto con José Luis Garci?

—Pues fue emocionante y valioso en un año en el que Garci se halla envuelto en compromisos y conmemoraciones por sus 40 años del Oscar. Me dijo algo que no olvidaré cuando me atreví a pedirle el prólogo: que él era muy seguidor de mis viñetas, muy fan, y que le hacía mucha ilusión no solo hacer el prólogo, sino poder tener un dibujo original mío para colgarlo en su casa entre Manolo Summers y Mingote. Vivir en casa de Garci entre Summers y Mingote es el sueño de todo viñetista.

—En un libro así elegir las viñetas que van a formar parte del mismo no debe de ser tarea fácil.

"Debo reconocer y agradecer profundamente el trabajo de Pilar Lorente, mi mujer, que seleccionó unas doscientas viñetas"

—Para mí desde luego es lo más difícil que hay. Soy malísimo tratando de seleccionar, porque al final las metería todas, y claro, eso es editorialmente inviable. Saldría algo con grosor de Biblia en pasta (risas). Ahí debo reconocer y agradecer profundamente el trabajo de Pilar Lorente, mi mujer, que seleccionó unas doscientas viñetas, y creo sinceramente que ha hecho un excelente trabajo. Yo, insisto, me siento incapaz de elegir. Pilar asumió un papel casi de editora, mirando con tranquilidad, con el sosiego de verlas todas de manera narrativa, poniéndose de parte del lector general, porque yo soy incapaz de hacerlo. Es que llega un momento en el que sufro de sobreinformación, y eso me impide distinguir el público objetivo que podría tener este álbum. Al final las viñetas del libro parecen tener una conexión, un hilo narrativo, y ese era el objetivo más difícil de conseguir, pero creo que lo hemos logrado.

—Hay un personaje que llama la atención: El Chamán.

—Sí, El Chaman quizás sea también de mis favoritos. Hay una frase que dice en cierta ocasión y que lo define: “Los simpatizantes con espíritu crítico no son de fiar, yo lo que necesito son fans”. El Chamán es el que da las órdenes, y de alguna manera nace de una lectura reciente que hice. Bueno, debo decir que esta lectura ha sido todo un descubrimiento, pues se trata de un libro que ahora es fundamental para mi trabajo: Psicología de las masas, de Gustave Le Bon.

—Qué curioso. Un libro de hace más de cien años, que te sirva como inspiración para los temas tan actuales que tratas.

"Todavía no sé muy bien la razón por la que algunas viñetas terminan llegando a tantos miles de personas"

—Desde luego que sí, porque hace un retrato utilísimo —al menos para mí lo ha sido y lo está siendo— de la psicología social. Este tipo, Le Bon, se adentra en el concepto de masa desde varios puntos de vista, del individuo y su relación con los demás y desde la vida en sociedad. Y dice algo que, aunque lo escribe en el siglo XIX, a mí me parece de una modernidad increíble: “La masa es siempre intelectualmente inferior al hombre aislado, pero desde el punto de vista de los sentimientos y de los actos que los sentimientos provocan, puede, según las circunstancias, ser mejor o peor. Todo depende del modo en que sea sugestionada”. Tú fíjate qué importante es eso a la hora de entender actitudes y, sobre todo, de poder dibujarlas.

—Hay viñetas que se incluyen en este libro pero que ya se habían hecho virales en las redes sociales, como la de la sandía.

—Eso a veces ocurre, y la verdad es que todavía no sé muy bien la razón por la que algunas viñetas terminan llegando a tantos miles de personas. En este caso la verdad es que coincidió aquel verano en el que la fruta estaba a unos precios imposibles, y se me ocurrió dibujar a Audrey Hepburn desayunando una sandía a modo de joya de Tiffany’s. Tuvo muchísima repercusión.

—¿Cómo es tu trabajo de viñetista diario?

"Lo más complicado es escoger el tema del que voy a hablar"

—Pues es un oficio. Todos los días tengo que enfrentarme al papel en blanco y contar la actualidad, como cualquier periodista. Eso me obliga a una documentación previa y a estar atento a los periódicos, las redes, la televisión, la radio, las noticias, pero también tratando de coger el pulso a la calle, para que la idea que luego reflejo en la viñeta conecte con el lector, con su realidad.

—¿Qué es lo más complicado?

—Para mí, sin lugar a dudas, lo más complicado es escoger el tema del que voy a hablar. Hay días que está muy claro porque la noticia destacada es la que es, y hay otros días en los que le llevo la contraria a la actualidad porque creo que la noticia está ya demasiado sobada y no voy a aportar nada más, así que procuro adoptar otra perspectiva diferente, más original, para tratar de sorprender al lector, y a mí mismo también, claro.

—¿Quién crees que te ha influido en tu trabajo?

—Muchísimas lecturas y muchas personas, pero si tengo que elegir a alguien te diré que el maestro Mingote, sin duda. Además, él solía darme un consejo que cada vez es más difícil de acatar pero que yo defiendo cada día cuando me siento a trabajar: “Nunca dibujes con prisas”.

—¿Qué es lo que busca Puebla en sus viñetas?

—Pues busco el humor, desde luego, sin el que no concibo casi nada, pero ligado siempre a algo más: despertar conciencias, sacudir al lector, al ciudadano adormilado, hacerle pensar.

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