El mate fue electo finalmente como la infusión para recibir a las autoridades de la Otra Mitad de la Tierra. Entre muchas, la denominación “Primos” amarró en el habla común y conceptualmente.
Sofka, el monarca de la Otra Mitad de la Tierra, visitó nuestro planeta con su hija, la princesa Gava. Se establecieron relaciones diplomáticas plenas y se acordó la exportación de yerba mate.
Roy, el astronauta argentino, miembro de la misión internacional espacial, había sido el principal responsable del descubrimiento de la Otra Mitad de la Tierra. A través de los implementos tecnológicos de a bordo, detectó antes que sus colegas la existencia de ese planeta.
Cientos de miles de años atrás, una explosión cósmica dividió la Tierra. Las dos mitades orbitaron cada una hasta otra galaxia. En ambas se había desarrollado la vida humana. Pero la Otra Mitad funcionó: sin guerras ni carencias ni delitos graves. Su población total era de cien millones de personas. No tenían problemas ecológicos. Eran todos vegetarianos.
El descubrimiento de Roy influyó en el acceso de Argentina a la licitación por las infusiones: la situó como el principal exportador de commodities a otro planeta, por primera vez en la historia de la humanidad. La nación le agradecía a Roy su repentina prosperidad. Pero algo salió mal, como si una fuerza de gravedad, inscripta en el destino, impulsara hacia abajo.
Pasada una década de importar yerba mate, los Primos advirtieron que los consumidores abandonaban progresivamente cualquier otra forma de alimentación o bebida. El mate les provocaba una adicción que, con el correr de los años, afectaba sus organismos, los debilitaba: finalmente morían. Por esta derivación perversa de un insumo aparentemente inocuo, imaginaron una conspiración. Pero el cebado saludable de yerba mate en Argentina era tan evidente que debieron descartar esta sospecha. Luego intentaron disuadir a su gente del hábito. Ya era tarde: en diez años los Primos se habían aficionado al mate como los argentinos desde sus inicios. Finalmente Sofka decidió prohibir la importación.
Dos elementos propiciaron un conflicto inter planetario. Roy se había convertido en un potentado mundial. Sus dominios y propiedades abarcaban cuatro continentes. Sus ejércitos competían con los de algún país de mediano rango. A este despliegue, se sumaba un melodrama: la princesa Gava, en sus frecuentes visitas a nuestro planeta y a la Argentina, se había enamorado de Roy, y no quería regresar a la Otra Mitad de la Tierra.
Sofka amenazó con invadir; si Roy no cesaba en la exportación de yerba mate, y si Gava no retornaba. El monarca de la Otra Mitad de la Tierra apeló a los principales líderes mundiales: el norteamericano, el chino y a las propias autoridades argentinas. Pero los jerarcas terráqueos no encontraban argumentos para obligar a Roy, ni siquiera para sancionarlo. La yerba mate era perfectamente legal en la Tierra, y la princesa Gava se había establecido en la estancia Los Flamencos, en Villa La Angostura, por su propia voluntad.
El armamento de Sofka decuplicaba en letalidad al de la Tierra; y aunque su población era menos de un diez por ciento de la terráquea, sus ejércitos eran perfectamente capaces de derrotarnos rápida y demoledoramente en una guerra. Nuestro planeta desaparecería tan inopinadamente como había aparecido alguna vez. Nada es para siempre.
Gava y Roy no podían tener hijos: una limitación entre los terráqueos y los Primos, confirmada genéticamente. Pero ni Gava ni Roy lo consideraban un inconveniente significativo.
El planeta Tierra se aprestó a enfrentar una invasión existencial. Una vez más Roy destacó entre sus contemporáneos: tramó las bases de un armisticio.
En su convivencia con Gava, notó casualmente que la yerba mate, si se cebaba con agua hervida, no provocaba adicción en los Primos. Gava era la prueba: llevaba un año bebiendo mate con agua hervida, y consumiendo otros alimentos y líquidos, perfectamente. Elegía cuándo beber mate y cuándo no, en completa libertad y sin necesidad acuciante.
“El mate con agua hervida no solo es inofensivo para los Primos”, declaró Roy, “Los argentinos comprendimos que calcular la temperatura exacta del agua para el mate es una pérdida de tiempo. Lo del agua a temperatura mate era un mito. ¡Es lo mismo el agua hervida que caliente!”.
Pendía el retorno de Gava a la Otra Mitad de la Tierra: insoslayable, puesto que era la única heredera del trono, y sin descendencia. Roy ofreció pasar dos años con Gava en la Otra Mitad; cumplido ese plazo, reflexionarían en conjunto. Sofka, de por sí pacífico, aceptó. Hubo alivio y jolgorio.
En la Otra Mitad de la Tierra, la yerba mate alcanzó una popularidad absoluta. La bebían desde los ancianos hasta los niños, con agua hervida. Ya no representaba un peligro, se abocaron a su delectación. Era estimulante, sabrosa, compañera. En menos de 24 meses, desapareció la población de la Otra Mitad de la Tierra.
Gracias al intercambio de fluidos con Roy, Gava era inmune al efecto adictivo que la yerba mate provocaba en los Primos. De todos modos, el agua hervida sí había mitigado el factor adictivo para ellos: durante un año. A los 12 meses, los Primos bebedores de mate comenzaron a morir en cadena. Nunca se supo si Roy había calculado o no las consecuencias de su modesta proposición.
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Este artículo fue publicado en el diario Clarín de Argentina.
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