Imagen de portada: © Ale Miguez
La escritora argentina Leticia Martin ha sido galardonada con eI Premio Lumen de novela, dotado con 30.000 euros y la publicación en todo el territorio de habla hispana, por la obra Vladimir, presentada con el mismo título y bajo el seudónimo de Nitram Onerazan. El jurado, compuesto por las escritoras Ángeles González-Sinde, Luna Miguel y Clara Obligado, la directora de la librería Rafael Alberti (Madrid), Lola Larumbe, y la directora literaria de Lumen, María Fasce, ha declarado ganadora la novela por mayoría.
El jurado ha destacado: «La atracción y seducción de un hombre maduro hacia una mujer joven ha sido representada muchas veces en la literatura, pero el deseo de una mujer madura hacia un joven no. Vladimir apuesta por una lectura de Lolita en clave femenina en el contexto de un mundo que se apaga. Con gran tensión narrativa y un estilo acerado, Leticia Martin ha escrito una novela polémica sobre los límites del deseo y las relaciones de poder».
Leticia Martin (Buenos Aires, 1975) es narradora, poeta y crítica cultural. Obtuvo la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (UBA) y el Posgrado Internacional en Gestión Cultural y Políticas de Comunicación (FLACSO). Publicó el libro de ensayos Feminismos (2017), y las novelas El gusto (2012), Estrógenos (2016), con edición española (2019), Topadoras oxidadas (2019) y Un ruido nuevo (2020), con ediciones en Uruguay (2021) y en España (2022). También es autora de una serie extensa de libros de poesía. El volumen de cuentos titulado Todo lo que no es boca en mi cuerpo grita aparecerá próximamente en Argentina.
Cuando todo parece acabarse, lo único que nos queda es el instinto. Y sobrevivir es dejarse llevar por aquella pulsión que nos hace suspender cualquier prejuicio, cualquier miedo y cualquier creencia o principio para aferrarnos solo a aquello que todavía nos hace sentir vivos. Vladimir es una novela sobre una huida imposible. Guinea, la protagonista, ve truncada su carrera como profesora en una universidad de Estados Unidos tras descubrirse su relación con un alumno mucho más joven que ella. Buscando una nueva vida, llega a Buenos Aires. En el aeropuerto descubre que un enorme apagón ha dejado la ciudad sin luz. Con el teléfono sin red, es incapaz de localizar su destino, pero el taxista que la recoge, con una amabilidad algo extraña, la conduce por la ciudad y le propone alojarse provisionalmente en su casa, donde vive con su hijo adolescente, Vladimir. Sin combustible ni alimentos, la calle, custodiada por la policía, se vuelve escenario peligroso: todos contra todos. Pero la mayor violencia amenaza silenciosamente dentro de la casa donde los tres conviven junto a dos perros. Guinea y Vladimir desarrollan una complicidad que los enfrenta al padre. Son dos formas de entender la supervivencia. Sin embargo, hay algo más. Otra vez, un deseo turbio que ordena y produce el caos, un deseo más fuerte que la sangre y el amor. Thriller emocional y erótico, distopía y novela de aventuras, Vladimir es una novela transgresora y profundamente perturbadora.
ASÍ COMIENZA VLADIMIR
Mi vuelo está cerca de aterrizar justo antes del desastre. El piloto decide esperar en el aire. Inicia una nueva vuelta sobre el aeropuerto. Me asomo por la ventanilla. Se ve la terminal aérea y algunas casitas amontonadas en los barrios cercanos a Ezeiza. Casi todo está oscuro. Si bien lo intento, no reconozco ningún monumento o edificio en particular. Todo está casi igual a cuando nos fuimos del país. Al pasar por encima de la pista de aterrizaje observo que algunas luces todavía van y vienen, parpadean. Pienso que se trata de un desperfecto pasajero.
Viajo en clase turista como siempre que me subo a un avión. Voy sentada en la butaca próxima a la ventanilla. Las azafatas piden que no entremos en pánico y que permanezcamos en nuestros
lugares hasta que el piloto finalice las maniobras. Podremos quitarnos los cinturones de seguridad solo cuando estemos en tierra. No lo imagino todavía, pero tenemos como dos horas girando en círculos sobre el aeropuerto. Se percibe ansiedad en la tripulación.
Apenas den la orden de desocupar el Boeing 777 que me tocó en suerte voy a salir corriendo. Me siento asfixiada por primera vez en mi vida. Algo en mí quiere huir. Repaso mentalmente la sucesión de movimientos que serán mi salida cuando estemos en el aeropuerto. Ahora el piloto acerca la aeronave a una puerta de emergencia que acaban de habilitar. Sigue las señas del guía de aterrizaje que está en la pista. Todo aparece saturado. Desde aquí ya pueden verse filas de personas aglutinadas detrás de las paredes de vidrio de la terminal…
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