El último poemario de Rosana Acquaroni, 18 ciervas, habla del amor. Pero no lo hace desde el observatorio habitual, sino desde el origen simbólico y ancestral de la emoción. Como dice Manuel Rico, este libro “alumbra pasadizos que desconocíamos de nuestra propia vida” y “hace de espejo sobre las carencias y desatenciones hacia quienes amamos”.
En Zenda reproducimos cinco poemas de 18 ciervas (Bartleby), de Rosana Acquaroni.
***
Vi la cierva que el bosque
eligió para mí como encendida
quietud tras el ramaje.
No me atreví a moverme.
Mi corazón cosía sus pedazos
de piel entre las hojas.
Solo un perfil mostraba.
Era un ojo que mira
como un hueso de níspero
flotando en el estanque.
Habló mientras la nieve
se cubría de pájaros.
—Hay que vivirlo todo—.
Y en su hocico de musgo
temblaba un avispero.
Después,
suspendido ya el tiempo
atrapada en el ámbar del instante
levantó la cabeza
–su tronco moteado,
sus cuatro extremidades–.
Desde entonces
me digo la verdad.
Cada mañana vuelvo
a la senda vacante
por ver si ella me aguarda.
En las horas de insomnio
siento su lengua que me arde
como un alga en la cara.
Ya me vence el cansancio.
Pero si ella regresa,
si la cierva viniera de nuevo a mis oídos
yo les pondría fin
a estas palabras.
***
NO LOGRO RECORDAR
qué nos dijimos.
Ni aquella untuosidad con que la arcilla
torneaba el tazón de mi deseo.
Subido al escenario
tu voz titubeante,
con la misma impaciencia
de quien se cree impostor
–tramoyista de sombras–.
Terminó la lectura
y apenas conversamos (abducidos
por ese metaverso especular
de los poetas).
No puedo precisar en qué momento
sentí que se aflojaba el nudo corredizo
en la oquedad del pecho.
—Será, precisamente, lo que ignoras
aquello que te salve—.
Desde entonces,
me encerraba en el baño
deslizaba los dedos
sobre tu foto de perfil
—como si acariciaras
espejos de mercurio—.
En ella amanecía
bajo el solo reflejo de tu rostro
contra la ventanilla.
Tren nocturno –volvías de algún viaje–,
con un gesto infinito
de tristeza y cansancio.
(Resulta inconcebible
y, sin embargo, es cierto
que en la vida un instante
puede cambiarlo todo).
***
HAY ALGO EN TI
de mí
que ya ha tomado cuerpo.
Algo de él que en mí
aún se reconoce.
Una arritmia, quizá,
un vano aliento
una gangrena insomne,
un resto de espejismo
al final de este túnel
que retumba
y dentro está mi padre
que me mira
y me dice:
«te dejé sola, hija».
***
IGUAL QUE UN CORAZÓN
puede seguir latiendo extracorpóreo
la piel que nos dijimos
se necrosa en contacto con la nieve.
Hay manzanas que enferman en mis manos
y muestras de tejido
que se vuelve fractal al microscopio.
Lo que digo es que siempre quedan restos:
bajo el pliegue del párpado,
en la incipiente boca
que ha sido arrinconada
y se ofrece de pronto
con la humedad sonora de otros labios.
(Yo quisiera saber
si las argollas que vimos en los muros
de contención
a la orilla del Tíber
sirven
para amarrar los barcos
o los amores).
Si no te hablara de él
sería
como una amputación
de lo vivido.
De su mano colgaba una cadena
con un gladiolo blanco,
yo era joven entonces.
Él traía algo roto en la mirada,
(pero quién era yo para negar
lo que tenía
por vivir).
Tampoco hay corte limpio
en el filo oxidado de un adiós.
—Aquella despedida:
«Cuando vuelvas a casa —le escribiste—,
ya no estaré»—.
Y, sin embargo,
tan solo habría hecho falta
perdonarnos
para avivar la eterna
espiral
del rencor.
***
NO SOY LA QUE BUSCABAS
Tampoco eres el hombre
que alguna vez soñé.
Así que ya podemos
amarnos sin certeza
ni linaje,
sin tener que alcanzar los objetivos
los targets de mercado,
haciendo este equilibrio
de cornisa varada
de mascarón de proa
de vértigo
suspendido
en el alambre.
—————————————
Autora: Rosana Acquaroni. Título: 18 ciervas. Editorial: Bartleby Editores. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
BIO
Rosana Acquaroni (Madrid, 1964) es licenciada en Filología Hispánica (UAM) y doctora en Lingüística Aplicada (UCM). Ha publicado: Del mar bajo los puentes (Rialp, 1988) con el que obtuvo un accésit del Premio Adonais de Poesía en 1987, El jardín navegable (Torremozas, 1990 y 2017 2da Ed.), escrito con una beca para la Creación Literaria otorgada por el Ministerio de Cultura, Cartografía sin mundo (1995), que recibió el Premio de Poesía Cáceres Patrimonio Mundial en 1994, Lámparas de arena (2000), Discordia de los dóciles (Olifante, 2011) y La casa grande (Bartleby Editores, 2018), Premio Libro del Año 2019 en la modalidad de Poesía, otorgado por el Gremio de Librerías de Madrid. Sus poemas aparecen recogidos en diversas antologías entre las que destacan: Ellas tienen la palabra (Hiperión, 1997), En legítima defensa, poetas en tiempos de crisis (Bartleby, 2014), Disidentes; Antología de poetas críticos españoles (1990-2014) (La oveja roja, 2015) y (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016) (Bartleby, 2016). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, alemán, árabe, portugués y polaco.
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: