El descubrimiento de América suele tratarse desde el punto de vista europeo. Barcos cargados de personas que cruzaban el Atlántico hacia el Nuevo Mundo al que llegó Colón en 1492 y regresaban a España cargados de metales o especias. Pero el contacto entre Europa y América fue más diverso de lo que suele contarse, y las influencias e impactos más recíprocas entre ambos continentes. Miles de nativos americanos llegaron a España y no sólo en calidad de esclavos. Algunos desembarcaron en el Viejo Mundo para reclamar sus derechos o para descubrir una civilización muy distinta a la suya. ¿Qué pensaron los indígenas americanos cuando descubrieron la civilización europea? ¿Qué fue de ellos?
Nativos americanos en España
Cristóbal Colón llegó a América el 12 de octubre de 1492, y a partir de ese momento se inició un intercambio de personas, mercancías, libros, ideas e incluso enfermedades a nivel realmente mundial por primera vez en la historia. Este acontecimiento generó un impacto brutal en las políticas, sociedades y economías vigentes, que tuvieron que adaptarse a una nueva época sin precedentes y España estuvo en el epicentro del terremoto que sacudió a toda la humanidad. Sin embargo, un proceso tan amplio, diverso y lleno de matices se ha contado mayormente de manera sesgada. La historiografía ha olvidado en muchas ocasiones el papel de los indígenas, más aún, el de aquellos que viajaron a España, por lo que tenemos muchas obras que hablan de la europeización de América, pero muy pocas se hayan centrado en la americanización de Europa.
Esteban Mira Caballos, doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla, es autor de un estudio innovador y revulsivo que viene a rellenar un gran vacío en el conocimiento del gran público sobre el descubrimiento de América, la otra cara de la moneda: El descubrimiento de Europa (Crítica). Miles de indígenas americanos realizaron un peligroso viaje desde sus tierras hasta el puerto de Sevilla principalmente:
“La mayoría llegó de manera forzada, como esclavos o como criados de algún español, sin capacidad para negarse a ese traslado. Pero otros lo hicieron de forma totalmente voluntaria, en la mayor parte de los casos para reclamar derechos o denunciar abusos, aunque también para conocer los «secretos de la tierra» […]. También encontramos a mujeres indígenas que llegaron a la Península de la mano de sus esposos o de sus amantes y que en algunos casos permanecieron hasta el fin de sus días en el Viejo Mundo”.
Sobrevivir al viaje
Desgraciadamente, un porcentaje muy elevado de los nativos que viajaron desde América a Europa murieron por el camino. Navegar en los barcos de la época era muy peligroso incluso para experimentados marineros, toda una odisea para personas que no habían visto una nao jamás. Y si las plagas en las embarcaciones eran mortales y constantes para los europeos, la situación era mucho peor para los indígenas, sin defensas inmunológicas contra los nuevos virus del Viejo Mundo, una fragilidad que se acentuaba en aquellos que venían de sociedades tribales, incapaces de adaptarse de manera tan inmediata a cambios tan extraordinarios. Así lo reflejaba un documento de 1543:
“Somos informados que los españoles y personas que residen en las dichas nuestras Indias, cuando vienen de ellas a estos reinos, traen con ellos muchos indios e indias naturales de esas partes […]. Y por ser diferente la calidad de las partes por donde pasan, y de estos reinos a sus naturalezas, y ser ellos de flaca complexión, y (a)demás de esto, salidos del poder de las personas que los traen, se pierden por no tener industria de ganar de comer en esas partes”.
Sobrevivir a la civilización
Efectivamente, si el viaje resultaba dramático, no eran mejores los primeros días que vivían al llegar a España, tal y como refleja la última frase del extracto, sobre todo aquellos que venían por su cuenta y riesgo o eran abandonados por las personas que estaban a su cargo.
Todos eran bautizados a su llegada y, a menos que fueran nobles, perdían sus nombres y apellidos indígenas. En los primeros contactos entre americanos y europeos hubo la sorpresa lógica de unos y otros al ver un modo de vida desconocido. De hecho, los primeros nativos que llegaron a España fueron traídos por Colón como muestra exótica de su descubrimiento. En el imaginario colectivo europeo del momento se dibujó una imagen de los indios como bárbaros, salvajes e ingenuos, por lo que desde un primer momento recibieron un trato desigual. Sin embargo, tal y como apunta Esteban Mira Caballos:
“En los primeros años también se dio a la inversa, es decir, los indígenas se sorprendían de las carencias que exhibían los hispanos de algunas capacidades básicas para sobrevivir en las selvas tropicales y subtropicales. En ese sentido, el siempre perspicaz Bartolomé de Las Casas dijo con una gran claridad: «Al igual que nosotros consideramos bárbaros a los indios, ellos nos juzgan de la misma manera, porque no nos entienden»”.
¿Qué pensaron los indígenas de la civilización europea?
Muchos indígenas y mestizos llegados a España aprendieron el idioma, pero, desgraciadamente, apenas tenemos testimonios de los propios nativos en los que se cuente qué sintieron al descubrir la civilización occidental. Casi todas las fuentes disponibles al respecto provienen de los europeos, por lo que tenemos que interpretar los pensamientos americanos transmitidos por las voces de otros.
Con todo, algunos europeos se entrevistaron con ellos y nos dejaron ver una mentalidad muy diferente a la que se tiende a atribuirles. De entrada, cabe mencionar la diversidad de visiones que tuvieron los indígenas, tomados como un grupo homogéneo por los europeos, pero tan diversos como diferencias pueden encontrarse entre un noble mexica que habitara en Tenochtitlán y un andino nómada o seminómada.
Se podría pensar que quedaron impactados por los edificios y ciudades de Europa, pero no ocurrió en un grado muy distinto al que Hernán Cortés se pudo impresionar al ver Tenochtitlán. En cambio, un documento inglés de 1590 señala que lo que más impresionó a Manteo, un jefe indígena, de lo que vio en Londres, fueron instrumentos como los compases y, sobre todo, los relojes, que pensó que debían ser artefactos divinos.
Otro testimonio recoge las impresiones de un indígena en París, donde pudo maravillarse con Notre Dame o sus castillos, pero le impresionó más la desigualdad social, los mendigos de las calles, la suciedad, las prisiones abarrotadas y los niños abandonados. Quizás resulte desconcertante desde el punto de vista europeo, pero no desde la mentalidad de un indígena que viviera en sociedades tribales, donde el bienestar de la colectividad era prioritario.
“Hay que tener en cuenta que, pese a lo que se suele decir, la América prehispánica era menos cruenta que la Europa de la época. Pero no por su mayor bondad sino porque sus medios técnicos eran mucho más rudimentarios y su capacidad para infligir daño era notoriamente más limitada”.
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Autor: Esteban Mira Caballos. Título: El descubrimiento de Europa. Editorial: Crítica. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
Hola, interesante tema el que trata este libro. Evidentemente es incomparable en número de personas de uno y otro lado del Atlántico que pueden decir algo a partir de 1492. Lo difícil es encontrar personas que piensen de una manera dialéctica el Descubrimiento. La última parte de este artículo refiere al hecho de la crueldad y la violencia con el consiguiente número de muertos de un lado y otro. Pero los «indigenistas» entienden que los «pueblos originarios» ( (denominación de moda en Argentina aunque ¿quién sabe cual fue el origen de los primeros habitantes de estas tierras?) no eran violentos. Pues si España era un imperio en ese entonces acá había dos o tres bastante poderosos: Azteca, Maya e Inca. En México ví en un museo el banquito de sacrificios humanos donde los aztecas le arrancaban el corazón al enemigo cautivo. Los nativos «caribes» eran antropófagos, y así…se comieron a algún conquistador… en fin la historia hay que contarla dialécticamente, si no es propaganda política, de cualquier signo. Gracias por leerme