Llamando a las puertas del infierno

En ella nos traslada a un pequeño pueblo de Ohio durante la estación calurosa. Allí el padre del narrador escribe una carta al periódico local solicitando una visita muy especial: la del diablo. La excentricidad del caso, y del nombre del personaje que forma parte de lo que será un juego recurrente en la novela, se vuelve interesante cuando en el pueblo aparece un joven llamado Sal para aceptar la invitación y comienza un tortuoso camino que lleva vías de terminar en algo malo. Incluso muy malo. Fielding Bliss es el encargado de contar la historia en un recuerdo proyectado desde su vejez hasta 1984, época que adorna con referencias conocidas por todos (¿quién no ha visto Cazafantasmas?) antes de adentrarse en cómo este niño afroamericano es asumido rápidamente como culpable de las desgracias que se suceden en el pueblo. Incluso de la ola de calor. A fin de cuentas, el propio Fielding nos va preparando cuando en las primeras páginas del libro afirma: “El calor llegó con el diablo. Era el verano de 1984, y mientras que el diablo había sido invitado, el calor no”. Y en esta ocasión, el diablo es un niño humilde que acude de visita a Breathed.

Sin entrar en detalles de lo que allí sucede, la novela destaca no solo por el uso del lenguaje, las metáforas y las imágenes vívidas que son representadas ante el lector, sino por la posibilidad que le ofrece de creer o no que Sal sea quien dice ser a su llegada. Despliega entonces una historia gótica clásica sobre el bien y el mal, que para los más escépticos se convierte en una crítica social al racismo que marca y juzga a quien es diferente y, por lo tanto, pocas veces bienvenido a una sociedad pequeña y tranquila que pasa sus días en aparente placidez. La unión de ambas opciones convierte a la novela en un ejercicio magistral del manejo de temas como la moralidad y la pérdida de la inocencia, en la que los conceptos bueno y malo siempre llevan como semilla el alto valor que nos damos a nosotros mismos cada vez que miramos a nuestro alrededor con ojo crítico. Una escritura a todas luces compleja que se convierte en lectura fácil en manos del lector que se entrega a la novela, olvidando por un momento que está escrita en un futuro no demasiado lejano, marcando tiempos en los que parece que, por mucho que nos esforcemos, nada va a cambiar.

Siempre digo que las verdaderas historias de terror son las que nos hacen mirar en nuestro interior. Son los fantasmas del pueblo los que provocan el miedo, y la naturaleza humana tiende a reaccionar con ira a este sentimiento, un camino sin retorno hacia una oscuridad llena de ese tipo de culpa que dudamos desde la seguridad de la lectura si va a poder encontrar algún tipo de alivio.

El verano que lo derritió todo es una novela sobre un pueblo diabólico que un día de verano recibió la visita de un niño capaz de abrir las puertas a los secretos que escondían. Un debut tremendo que llega de mano de la impecable traducción de Ignacio Gómez Calvo y una escritora que ha venido para quedarse.

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Autora: Tiffany McDaniel. Título: El verano que lo derritió todo. Traductor: Ignacio Gómez Calvo. Editorial: Hoja de Lata. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.