Carlos y José, dos señoritos limeños, sueñan con ser poetas en el Perú de 1905. La poesía los eleva del suelo, les provoca un agradable desapego de la realidad. Es lo primero en sus vidas que realmente han elegido con libertad, frente a imposiciones paternas como aprender a tocar el piano, estudiar Derecho o cortejar a chicas de buena familia. Ambos admiran hasta el delirio a Juan Ramón Jiménez, de quien han leído con éxtasis sus “Arias tristes” y sus “Almas de violeta”, mientras en su molicie juvenil sueñan con ser pobres, vivir en París y escribir versos geniales.
Este es el punto de partida de una novela que oscila entre lo material y lo espiritual, entre lo sublime y lo grotesco, porque en su ensoñación constante Carlos y José literaturizan la realidad, de suerte que no solo crean a Georgina, sino que confunden a seres reales con personajes de Dickens o de Dostoievski. Acostumbran a ver literatura por todas partes; permiten que las cosas sucedan a su alrededor, como las vieron suceder primero en los libros.
En suma, han decidido que las cartas de Georgina a Juan Ramón se conviertan en una novela de su autoría, una narración que confunda la ficción de la dama con la vida real del poeta, el cual pronto comienza a responder a las misivas con asiduidad. Para tener éxito en su empresa, ambos jóvenes recurrirán al asesoramiento del licenciado Cristóbal, vargallosiano escribidor de cartas amorosas, quien opina que toda buena ficción hunde sus raíces en una emoción intensa; o que el amor, tal y como Carlos y José lo entienden, en realidad lo inventó la literatura. Entre tanto, y como no podía ser de otro modo, el catedrático Nicanor catea a Carlos y José el Derecho Mercantil.
A lo largo de este libro cuajado de narración, las alusiones metaliterarias son habituales, como aquella según la cual no somos nosotros quienes escribimos las novelas, sino las novelas quienes nos escriben a nosotros. Esta es la idea que más me gusta de un relato donde se cruzan temas colaterales de la época como la dependencia masculina de la prostitución, las primeras huelgas obreras en el Perú o el anarquismo.
Afirma Rosa Montero en El peligro de estar cuerda que escribimos porque “la vida no es suficiente”. A lo largo de los capítulos, Carlos y José deberán decidir si sus vidas les resultan suficientes o desean morar en los mundos imaginarios que han ido creando; asumir la existencia burguesa a la que están destinados o vivir del cuento, en el sentido más literario del término. El riesgo de esto último es la impostura, por un lado hacía sí mismos, por otro hacia una realidad que parece convertirse en un teatro, con sus decorados y actores.
Juan Gómez Bárcena crea un relato trepidante cuyas paradojas consisten en homenajear a la literatura y al mismo tiempo satirizarla; en ser teoría narrativa y praxis de esa teoría. La novela nos va conduciendo por caminos imprevisibles hasta un desenlace tan evanescente como la propia ficción.
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Autor: Juan Gómez Bárcena. Título: El cielo de Lima. Editorial: Seix Barral. Venta: Todostuslibros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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