«Libro que va de vuelo, La imagen sonora se dejaría definir mal, precisamente para dar cabida a muchas y plurales definiciones. Javier Mateo Hidalgo empieza por un fundamental pilar poético: música, nube y paisajes interiores. Huye de los bárbaros, como los sabios. Démosle la bienvenida. Todavía no ha caído el último fruto del árbol dorado. ¿Quién lo negaría?». LUIS ANTONIO DE VILLENA
Zenda adelanta cinco poemas de La imagen sonora, de Javier Mateo Hidalgo.
***
1.
A Arantxa Aguirre
Es sólo una sombra,
ocupa la estancia sin estar realmente en ella.
Existe como recuerdo de lo que fue,
más presente que nunca.
Al fondo apenas penetra la luz,
espera sin temer su desaparición.
Cómo llegó allí,
nadie conoce el origen de su presente.
Se yergue desde su trono, gran interrogación.
La ausencia de olor le hace invisible,
el recuerdo hizo por obviarle.
No es extraño que se defienda
su inexistencia.
Solo alguien, un extranjero, le visita.
Dos ojos que miran otros
y son cuatro
intentando resolver la pregunta de la esfinge.
Tan solo el barniz separa aquellos mundos inacabados.
Silencio total. Nadie puede escuchar su conversación.
Cernuda y Paravicino.
El Greco.
España y Boston.
***
2.
Visitante no invitado,
observador a quien nadie mira,
color en la oscuridad,
no existes
pero les ves
porque tu vida no es la apreciada.
Un retablo sin títeres
solo iconos, imágenes doradas.
Allí están,
cada uno en su marco,
habitando la estructura del edificio.
Primera tabla: fue la visita de los pastores
aquella de los que rindieron pleitesía a un Mesías.
El gabinete de psiquiatría,
último piso a la izquierda.
Segunda tabla: la Virgen subió a los cielos.
El primer encuentro de una joven con un amor furtivo.
El último piso, a la derecha.
Bajemos a la siguiente planta.
Tercera tabla: la anunciación.
Una carta advierte a su destinatario de la buena nueva
que le sacará de pobre por un tiempo limitado.
El corredor de apuestas.
Piso intermedio, izquierda.
Cuarta tabla: en ella se ve a la Sagrada Familia.
Este matrimonio es feliz porque todavía son fértiles.
Si tienen dinero, ahora en la madurez, pueden.
Piso derecho.
Bajamos a la planta baja.
Quinta tabla: un profeta.
Durante mucho tiempo lo supuso y ahora lo sabe.
Su mujer nunca volverá,
fue en pos de la juventud.
No tiene ya nada que pensar y bebe.
Primera planta, izquierda.
Sexta tabla: Pentecostés, la esperanza.
¿Quién vivirá allí?
La cortina no le deja ver y él está muy lejos.
Él, el crucificado.
***
3.
Los personajes de Cézanne, sin saberlo,
jugaron al póker con el tarot de Marsella.
Un extraño azar conmueve sus colores
y temen que un accidente les desdibuje
haciéndoles desaparecer del lienzo.
En la montaña de Santa Victoria hay un loco
diminuto entre el paisaje, como figura de Patinir
alza su voz para ser oído entre la masa.
Pero nadie puede escuchar la pintura. Sólo
comprenden el sonido engañoso y efímero de Debussy.
***
4.
Sería inútil decir
que las cosas se mueven
porque tú las miras…
que la noche vence al día
porque tú quieres dormir,
que la música resuena
porque te cansa el silencio,
que el agua brota
porque tus labios se secan.
Sería inútil…
que las estrellas vibran
porque la oscuridad te parece,
cómo decirlo,
demasiado densa.
Sería inútil pensar
que todas estas cosas funcionan
gracias a tu mera existencia.
Sería inútil decir
que me he vuelto astrónomo,
que quiero volver a ser músico
y que tengo más sed que nunca
porque tú me miraste.
Es fácil que todas estas cosas sucedan
mientras andes tú por medio
a un lado mío y a un lado de ellas.
Es fácil ser consciente de ello,
por eso pensarlo o decirlo… sobra.
***
Y emprendió el vuelo
Mas, no fue un gran vuelo.
Algo inconcluso, difuso
pero atrevido al fin y al cabo.
Yo lo vi, juro que lo vi despegar los pies de su madre tierra
rompiendo su cordón umbilical,
mis ojos de deseo bajo la cúpula de Florencia.
Se mantuvo en el aire un tiempo determinado.
Por un momento pensé que me observaba,
vana ilusión, era su sombra,
proyectada en las comisuras de mi retaguardia.
A veces grande y a veces pequeña
como su arrogancia, como su esperanza,
cansado de que le llamaran loco.
Pero no era a mí a quien miraba.
Era a su pasado, era a sus recuerdos cubiertos de polvo
del que él se despojaba abatiendo sus brazos.
No fue un gran vuelo, pero esos 20 centímetros de aire
densos, muy densos, extremadamente densos
consiguieron agrietar sus viejas perspectivas.
En las paredes de sus ojos, ahora apuñaladas de ventanas
Se adivinaban paisajes de otros mundos:
colores aún no catalogados,
formas vírgenes, sonidos imperceptibles pero contundentes
hablan del silencio, de palabras impronunciadas.
Y fue justo en este lugar,
dentro de las hendiduras arrogantes como cuchillos en forma de
aislantes vidrios
donde este alma inexperta vislumbró la estela de un incierto
porvenir.
Yo lo vi, juraría que lo vi, mas no puedo demostrarlo.
Solo podéis fiaros de mis palabras
que ahora también vuelan a 20 centímetros del suelo
junto con aquella difusa silueta del pájaro sin plumas.
No fue un gran vuelo, mas fue su vuelo.
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Autor: Javier Mateo Hidalgo. Título: La imagen sonora. Editorial: Vitruvio. Venta: Todos tus libros y Amazon.
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