Anduve por Londres hace unas semanas, por motivos de trabajo, visitando a un viejo amigo en el 221 B de Baker Street mientras esquivaba, con hábiles recortes laterales, perfiles y quiebros del torso en plan torero, a masas espesas de turistas y de turistos en calzoncillos. Nada, o sea, que haga a esa ciudad distinta de las otras pertenecientes al parque temático en que, entre unos y otros, hemos convertido Europa. Vista en términos generales, la cuna de los derechos y libertades en el mundo, la que durante tantos siglos fue referente moral e intelectual del pensamiento y el progreso, la vieja patria común de Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes y los enciclopedistas franceses, por mencionar a algunos, es hoy un deslumbrante cascarón vacío; un decorado fastuoso donde toda criatura internacional, incluidos nosotros mismos, confunde las palabras viajar y cultura con hacer cola en Roma ante una hamburguesería recomendada en Tryp Advisor o hacer posturitas chorras en Atenas o Madrid tomándose un selfi.
Nadie, ningún lugar, escapa a lo que hay, y a lo que todavía va a haber. Son las reglas del mundo en que vivimos, y tampoco es que el asunto, al menos a cierta edad y con algunos libros leídos, resulte dramático; sólo un poco triste cuando reflexionas sobre lo que Europa fue, lo que es y lo que podría haber sido de no estar en manos, vía Bruselas, de políticos analfabetos y tenderos sin escrúpulos. Pero, bueno. Así son las cosas. Lo que pasa es que, aunque así sean, no son iguales en todas partes, o no del todo, o no todavía en todos los sitios. Pensé en eso de nuevo hace unas semanas, como digo, cuando subía a los taxis de Londres; porque en varios de ellos, en el respaldo del asiento frente al pasajero, había pegado un cartel con veintiséis fotografías de tamaño carnet: veinticuatro retratos de hombre y dos de mujer, todos con uniformes de la Armada, la Aviación o el Ejército durante la Segunda Guerra Mundial –de cuyo comienzo se cumplirán pronto noventa años– en torno a una frase rotunda: Unhappy the land that has no Heroes. Desdichado el país que no tiene héroes.
La frase no es de los taxistas de Londres, sino de la obra teatral de Bertolt Brecht Vida de Galileo, pronunciada cuando éste conversa con Andrea, el hijo de su casera. En realidad es el joven quien la dice, dando pie a la réplica del científico: No, Andrea, desdichado es el país que necesita un héroe. Eso de la desdicha o la desgracia es cierto a menudo, y uno entiende perfectamente que Brecht, siendo como era alemán –un país donde los héroes acabaron construyendo hornos crematorios–, desconfiase de tan equívoca palabra. Sin embargo, el de los taxis londinenses es un mentís parcial ante el escepticismo brechtiano; la prueba de que, en ciertos momentos de su historia, desde Troya hasta hoy mismo, los países necesitan que sus ciudadanos se conviertan en héroes. De no haber sido así en la Inglaterra de 1939-1945, que luchó en solitario –heroica– contra el nazismo dueño de Europa, el mundo sería diferente al que es, y no precisamente mejor.
Hay países orgullosos de sus héroes legítimos, y países aquejados por siniestras enfermedades históricas que ponen especial saña en destruir la memoria de los suyos. España, no descubro nada, es uno de esos últimos. En el disparate que nos caracteriza, propensos a mezclar churras y merinas, aquí metemos en la picadora de carne tanto a personajes admirables como a canallas y asesinos, y tan nefastos acaban pareciendo el espadón que nos maltrata desde el bronce ecuestre como el pobre soldadito que, apretando los dientes porque no tenía más remedio, se echó a la cara el mosquetón en Baler o Bailén y se mantuvo en pie bajo la bandera en Rocroi, Lepanto o Trafalgar. Lo ideal, por supuesto, sería que ningún país, ninguna patria, tuviese la desgracia de necesitar héroes. Pero en el mundo real los héroes siguen siendo necesarios como referentes morales, ejemplos ante el desastre, el horror, la sinrazón y la violencia. ¿Qué otra cosa sino héroes son quienes luchan contra el fuego, o por la seguridad de sus vecinos, o por cumplir con su deber a costa de la propia vida? Lo necesario –y que no se hace– es educar a los niños, a los jóvenes, para que en su momento sepan interpretar un cartel como el de los taxis londinenses. Para que aprecien a los verdaderos héroes frente a los embaucadores, los demagogos, los criminales y los sinvergüenzas. Para que sepan diferenciar las causas nobles de las que no lo son. Para que comprendan del todo, en su sentido exacto, lo que en el siglo XIX Mariano José de Larra escribió como triste resumen de la historia de España: Dios nos libre de caer en manos de héroes.
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Publicado el 20 de octubre de 2023 en XL Semanal.
Siempre me llamó la atención la amapola de tela o papel colgada de la solapa o como broche en las prendas de personas que veía en fotos y películas británicas y hace muy poco descubrí el Remembrance Day, también conocido como Poppy Day (día de la amapola). Me parece encomiable que un pueblo siga recordando a quienes murieron por él, a los héroes anónimos, en este caso de la Gran Guerra.
«(…) No, Andrea, desdichado es el país que necesita un héroe.» – Yo agregaría: «Más desdichado aún es el país que necesita un héroe… y no lo encuentra». – Y análogamente sucede lo mismo en la vida de cada individuo, de cada familia, de cada comunidad. A veces un individuo debe convertirse en héroe para combatir el «bulling» en un aula, o denunciar una situación de acoso laboral, o escapar de un cónyuge violento para proteger a sus hijos. Y sí, todos los que somos padres/madres… deberíamos entender que al menos cuando nuestros hijos son menores… debemos en alguna medida ser «héroes»: ser para ellos un modelo de resiliencia, integridad, ser un faro en el mar dándoles la luz que les permita tener una referencia y no perderse.
Lamentablemente, uno no puede ser lo que no es.
«(…) uno entiende perfectamente que Brecht, siendo como era alemán –un país donde los héroes acabaron construyendo hornos crematorios–, desconfiase de tan equívoca palabra.» – Es que arrogarse el título de «héroes»… no convierte a nadie en uno. Y de eso hay que desconfiar: del que crea un culto en torno a sí mismo y a su leyenda personal. Los verdaderos héroes son los que se reconocen como tal «a posteriori». Los «Justos entre las Naciones» (Yad Vashem), los que sin rango o jerarquía salvan una vida, los que actúan en silencio, sin aparato de propaganda, sin intereses materiales como aliciente.
Héroes y villanos siempre existieron y nunca dejarán de existir. Propio de la condición humana.
Imagino que igual no le gusta pero, es una creación inevitable que usted es referente para muchos de nosotros.
Lo siento pero Larra un poco cenizo con su afirmación.
Impresionante el Sr. REVERTE Un articulo que da para reflexionar y, sobre todo, darnos cuenta que este mundo hace falta más sensibilidad hacia las cosas más cultura, más valores, y, como bien dice el Sr. Reverte huir de los sinvergüenzas, de los parásitos y, enseñar a los más jovenes formar su propia personalidad. Mucha gente deberia leer esto, aunque desgraciadamente, se mira para otro lado. De todas maneras gracias Sr Reverte!!
Buenos días….sería muy bueno que en los taxis londinenses también se pudiera leer la historia de las Islas Malvinas…aunque breve, pero podría ayudar a que los niños la conozcan…
Que la pongan los argentinos en sus taxis. Seguro que hubo más de un héroe argentino cuando a los milicos les dió por ir contra el enemigo común.
Los pilotos argentinos sí que le echaron cojones!
Mi estimado, toda la Argentina esta LLENA ,de lugares de la Memoria de Malvinas…TODOS los colectivos(buses),y los trenes, medios de transporte masivo mucho mas en uso que los taxis,llevan orgullosamente el recuerdo de nuestros héroes, además de murales, pintadas, etc.
Saludos desde Buenos Aires, Argentina
Lo cual no quita en absoluto lo absurdo de aquella guerra. Siguen siendo héroes aunque luchasen por un ideal para el jefe equivocado.
Excelente
Pienso que en la actualidad está haciendo falta que seamos héroes de lo cotidiano. Circular por ciudades caóticas para ir y volver del trabajo, esperar en filas eternas para ser atendidos en los hospitales, administrar las deudas, soportar la estupidez humana y un largo etcétera, requiere de ecuanimidad, sensatez y una serie de condiciones que hoy convierten en héroes cotidianos a quienes logren reunirlas.
Desde que los benimerines nos trajeron las merinas, tenemos la rancia costumbre de mezclarlas con las churras. Consecuencias del pequeño sustrato muslim. Y así, todos borregos, que es nuestro estado natural. Y todos trasquilados.
Porque, ahora, se mezcla a Franco con todo. Con el presente, con el pasado y hasta con el futuro. Se eliminan las estatuas y se erigen estatuas virtuales hechas de detritos por toda nuestra historia. Porque, nuestros héroes, los de todas las èpocas y todas las épicas, son todos franquistas, oiga. Todos aquellos que algunos admirábamos en nuestra niñez y seguimos admirando ya vejestorios, ahora resulta que eran de falange y franquistas. Y no tenemos héroes. Era todo un engaño. El único pueblo sin héroes.
Lo mismo que la Revolución Francesa quiso acabar con los héroes y con el pasado, la oscura y agitada revoluciòn perroflauta y posmoderna quiere terminar con Daoiz y Velarde, con Gravina, con el Cid, con Pelayo y hasta con el mismo Empecinado. Los nuevos jacobinos están guillotinando todo nuestro pasado y amenazan con encumbrar a los nuevos pedestales a los puigdemones de los coj…, a los pujoles, a las ponsatíes y a todos los rufianes peninsulares, a los oteguis y a los terneras…
Las cosas han llegado a tal punto que el resultado de nombrar al Cid en una conversación es que te tachen de ser de extrema derecha.
Yo, por mi parte, tendrìa el atrevimiento de remedar un poco a Larra, perdónenme, y dirîa: Dios nos libre de caer en manos de falsos héroes.
La Pasionaria, esa heroína incomprendida.
Que hermoso tema señor Pérez Reverte, que hermoso. Los héroes nos remiten a temas de suma importancia; creo yo, que en toda la historia de la humanidad existieron siempre héroes, muchas veces confundidos con líderes. Pero un líder, y más aún en estos tiempos del siglo XXI, no alcanzan ni a la suela del zapato de un héroe, mujer u hombre.
Ser un verdadero héroe u heroína, es en mi opinión, aquel que brinda su vida por una causa que él o ella considera justa, incluso aunque esté equivocado.
A mi en particular me interesan esos héroes que son anónimos y muchas veces brindan su vida por una causa noble, y curiosamente mueren, sin saber que fueron verdaderos héroes.
Subsistir, en este mundo por ejemplo, para miles de millones de personas, se podría decir que es heroico; pero injustamente muy pocos lo reconocen.
Aquí, hoy mismo en mi Argentina, nos debatimos por dos candidatos, que no creo que lleguen a ser héroes jamás en su vida, uno definitivamente no, porque es solo es un chanta, y el otro es un joven, muy impetuoso, parece inteligente, algo loco, con un gran poder de destrucción, el problema es que destruir es muy fácil, construir es más complicado, y la responsabilidad que asume es mayúscula porque no estamos hablando de coloridas estadísticas y gráficos, estamos hablando de familias, empresas, niños, y adultos.
Pero una mujer, la señora Patricia Bullrich, quedó tercera sin posibilidad de ser nuestra presidenta, por el fuego corrupto amigo de hombres, inescrupulosos y fanatizados por el poder, a tal punto que ni siquiera desean respetar a la voluntad ciudadana, consideran que el culpable es un expresidente que no quiso competir, y consideran que es el que maneja a la señora. Son cuatro de copas, que no pasarán a la historia ni por líderes, ni por estadistas…tal vez ocupen un pequeño pie de página, que pocos leerán.
Pero esta señora, con mayúscula, cumplió con sus seguidores, con la humildad de los grandes. Porque sabemos por su trayectoria de toda la vida, que es una mujer, tal vez no infalible, como somos todos; pero nadie podrá decirle jamás a esta señora que no es una mujer íntegra, y no lo quepa la menor duda señora, que usted ya forma parte de las páginas gloriosas de nuestra Historia Argentina.
Mi cordial saludo para usted señora, muchísimas gracias.
Quizás en la mayoría de los casos, las verdaderas heroínas, no son las que ganan los primeros puestos, y menos aún en un mundo de hombres, muy pequeños. La señora Patricia Bullrich es una líder y una verdadera heroína.
Ufff…
Héroe es, para mí, quien desde temprana edad intenta seguir los ideales de comportamiento que te inculcaron tus abuelos, que ya venían de vuelta y deseaban que sus nietos fueran ‘buenas personas’.
Héroe , sin duda, es quien ha trabajado duro 44 años, sin conflictos importantes con, sus hermanos, familiares, vecinos, compañeros; lejos al contrario, estando solícito para ayudar a cualquiera de ellos.
Ahora, y en perspectiva, con cierta edad, ve como no se han cumplido esos ideales que le inculcaron, que » los importantes» se ríen de las guerras, se desdicen con frecuencia, o se ocultan en sus cargos para sentenciar lo conveniente, no lo justo, otros «importantes» informan interesadamente etc. etc.
Y relativizar que eres un ser con caducidad, como las hormigas, las moscas, las ……… y que la insignificancia te lleva a la melancolía de haber pasado por tu ciclo, sin pena ni gloria.
A ver si algún día se impone el monumento al ‘Héroe Desconocido’
Ese que los » importantes», llaman Mediocre y Don Nadie.
Ciertamente, un ejemplo es Venezuela. La figura de Simón Bolívar ha sido utilizada por todo tipo de tiranos y tiranuelos, para justificar sus tropelías. El más reciente de ellos acabó con el país, después de llamarlo bolivariano.
Sr Pérez Reverte, mis héroes y heroínas son gente corriente que realizaron hazañas dignas de ser recordadas y no figuran en ningún libro.
En los años 1929/30, algunos emigrantes gallegos cruzaron el Océano Atlántico destino Canadá y EEUU con la esperanza de ganar dinero y mandar a sus hijos a la Universidad.
Poseedores de escasos dólares en el bolsillo y sin tener noción del idioma, fueron recibidos con La Gran Depresión, teniendo que permanecer varios meses sin poder trabajar.
Habían dejado atrás a las esposas, unas heroínas, cuyo estado civil real fue desde entonces, viudas con marido.
Cuando regresaron, habían pasado más de cuarenta años y todos eran viejos, pero, eso sí, tenían hijos ingenieros o con otros títulos universitarios y algunos poseían nacionalidad americana.
Los mejores años de la vida en común habían estado separados, sin embargo ambos aceptaron la situación con una fortaleza digna de elogio.
Siempre he sido valiente y cuando la vida me puso en el brete de demostrarlo, no estuve a la altura de las circunstancias ni al estoicismo que se esperaba de mí.
Había leído a Víktor Frankl, «El hombre en busca de sentido» y a pesar de ello no tuve valor ni resiliencia. Aunque debo reconocer que, salvo ese período infausto, he tenido una vida realmente interesante.
Cuando mi hijo tenía dos años poseía dos tesoros, una espada de plástico y un muñequito de Dartacán (dibujos animados de gran éxito).
Si llegaba una visita, apuntaba al intruso con la espada diciendo: Lucha!
Rendido el adversario, besaba el muñeco al mismo tiempo que decía: Muá,muá Cacán.
Hoy diseña videojuegos con héroes y heroínas.
Me temo, don Arturo, que ha abierto usted la caja de pandora del próximo proyecto de imbecilidad perroflautapopulista: «Todos somos héroes». Y todos, adulados hasta el pinganillo, vamos a caer a trapo en el montaje. Que paga usted religiosamente los impuestos, aún abusivos y duplicados…héroe. Que para descongestionar las listas de espera sanitaria (colapsadas por decenas de miles de indocumentados extranjeros o gente que no ha cotizado en su vida a la seguridad social) usted se va a la sanidad privada…. héroe. Que se compra un coche eléctrico cuya batería casi ni podrá recargar en un trayecto de Madrid a Huelva, para ayudar a cumplir la famosa agenda 2030…héroe. Que sigue votando a su partido político tradicional, a pesar de los entuertos, traiciones y barbaridades que cometa…héroe. Y así todo, con fastuosas campañas publicitarias que nos doren la píldora para aguantar las majaderías de los héroes que nos gobiernan o desgobiernan; pagadas, claro, con cargo a los presupuestos de los entes públicos, o sea por los ciudadanos. Y alguien, pasado el tiempo y con un mínimo de cordura tras la debacle que nos arrasará como civilización, pensará: me cisco mil veces en los hombres y mujeres que fornicaron y dejaron nacer a tantos héroes o dejaron entrar a los supuestos héroes de otros sitios como Pedro por su casa.
Ah, y por cierto, en el cartel que usted vió en los taxis londinenses, creo que falta la foto del verdadero héroe británico que, prácticamente el solito gracias a su genio, descubrió la forma de desentreñar los códigos de la máquina de cifrado de los nazis, facilitando los cientos de datos que hicieron que los aliados ganaran la segunda guerra mundial, Alan Turing, el padre de la computación moderna. Lástima que los británicos le detuvieron tras esa inmensa gesta por homosexual y murió de pena tras una castración química prácticamente impuesta. Gran Bretaña también sabe respetar a sus héroes…
Lleva usted razón en todo sr. B. Me ha encantado. Lo de Turing ha sido el colofón. Lamento que en esto no le termine de dar la razón a don Arturo. Es cierto que nosotros, ahora mismo, no respetamos ni recordamos, ni ponderamos a nuestros héroes. No. Y el perroflautapopulismoposmoderno y el jacobinismo progre tienen la culpa. Además del adocenamiento del personal.
Pero el especimen britano tampoco me parece digno de encomio. Además de ejemplos modernos como el del sr. Turing, hay ejemplos antiguos como el de Tomás Moro, santo por otra parte, que tampoco creo que presida los taxis. Y si ya mi crítica contra estos especímenes britanos ha estado siempre activa, cuando le votaron al pelos, a ese ridículo, conflictivo y antieuropeo, antilider y antihéroe, con problemas con las bebidas espirituosas (antes de la corrección política se les decía borrachos), mi respeto por ellos está a cero. Además, deberìan poner la imagen de Quique el sèptimo, grabada en el fondo de papeleras, escupideras y mingitorios, ya que denigrar a los antihéroes también es patriótico. Si que es cierto que, a nosotros, solo con la historia reciente y actual, nos faltarìan mingitorios para tanta imagen. Pero bueno, podrìamos recurrir a los rollos de papel higiénico.
Quizás en esta ocasión don Arturo ha magnificado un pequeño acto patriótico, que a nosotros nos falta, y lo ha ponderado en exceso. Hay también un patriotismo europeo, no solo en moneda, económico y político, sino cultural, social y si me permiten incluso étnico que también es necesario ponderar. En el caso britano, no ha lugar a ello.
Saludos.
Gracias señor Ricarrob, le confieso que algunas veces escribo esperando ilusionado su comentario, su crítica, su corrección o su aportación a mi punto de vista, cual agradable tertulia decimonónica compartida por vía epistolar, a la antigua usanza.
Magnífica, maravillosa idea la del papel higiénico ya que, además de aumentar el buen humor patrio (con el sarcasmo de añadir, al suave papel defecante, los rostros de los prohombres y promujeres del país para contribuir a glosar debidamente sus aportaciones a nuestra gobernabilidad, cultura o chismorreo patológico), cabría abrir la posibilidad de introducir publicidad comercial, estadística (del CIS, por ejemplo) o infracultural, incluida la política, y hasta subliminal, a los pliegos de ese bien de imponderable valor y utilidad para la higiene nacional. Con esa posibilidad que usted ha pergeñado, hasta nos podrían salir gratis las bolsas de rollos de ese producto de primera necesidad; imprescindibles y objeto de fanática acumulación ciudadana, como nos demostraron numerosas imágenes en la reciente pandemia a la puerta de los supermercados. No puedo, por ello, más que brindarle un gran aplauso junto al envío de otro cordial saludo.
No, no, sr. B. El aplauso para usted ya que ha tenido la genial idea de que se impriman las encuestas del Cis en papel higiénico. ¡Genial!
Abundando en el tema, cuando se apruebe la tan manida y escatológica amnistía, el decreto, la ley, el decreto ley o lo que congojos sea, también la deberían imprimir en este papel tan útil. Y los nombramientos del nuevo gobierno, Mary Shelley, igualmente en rollos de papel higiénico, nunca mejor dicho y nombrado. Y que los catalanes voten su independencia en papeletas y sobres hechos de este papel y depositen su voto en mingitorios tipo Duchamp. Hasta que todo este triste período de nuestra historia quede sepultado en la más absoluta de las infamias y en toneladas de mierda.
Es un placer.
Saludos cordiales.
Un guerrillero llamado Fidel Castro se disfrazó de héroe y miren los resultados: Cuba en ruinas.
Un país donde se le niega una medalla o una pensión a alguien herido en una misión en el extranjero, o en el que su ministro de Interior, con su poca vergüenza, niega subir la pensión a los miembros de las Fuerzas de Seguridad, por no considerarlos, «Trabajadores de riesgo», os podéis imaginar como trata a sus Héroes. Nos dirigen hijos de puta, elegidos por borregos igual o mas hijos de su madre que los primeros. Nada nuevo bajo el Sol.
Me encanta como escribe Sr. Perez Reverte pero que problema que tiene con los turistas. Ud mismo es un turista en Londres, aunque haya ido a otra cosa. Los turistas de Sudamerica amamos Europa por todo lo que Ud dice y aunque vayamos vestidos de una forma que no le guste, pero eso si, cómodos para caminarla , la disfrutamos. No se queje tanto que en todo el mundo los hay y bienvenidos sean. Dan trabajo a mucha gente y los que miramos un poco más allá de la Torre Eiffel o el Big Ben aprendemos bastante. Saludo cordial!
En primer lugar quiero manifestar mi admiración y cariño hacia su persona.Por sentirlo como algo mío.
En cuanto al tema de los héroes, creo que los héroes los teníamos que instalar exclusivamente en la zona de los cómics, ya que en la vida real los héroes son los que dan la vida sin saber casi ni porque en un campo normalmente de batalla.
para mí el concepto de héroe tendría que adquirirlo las personas que con su resistencia remontan sus sentimientos y son capaces de salir más fuertes del sufrimiento.
Ergo, me refiero a todas esas almas que resisten bombas más cargadas de odio que de dinamita, esos son mis héroes, y sus hijos las víctimas de su propia heroicidad.
Enhorabuena D . Arturo: es usted una de los pocos españoles cuyos seguidores escriben en su chat sin cometer faltas de ortografía, sea cual sea su ideología.
Pocos pueden presumir hoy en día de esta» hazaña».
Felicitaciones a usted y a quienes le siguen
El otro día, aunque era de noche, fui a ver la Puerta del Sol. Ha quedado muy bien, pero no me gustó mucho, muchos turistas y gente de fuera; casi no se veían madrileños, parece un parque temático. Me gustaba más antes cuando tenía coches, no me importa lo que digan los ambientalistas, pero tenía aire de ciudad; ahora no.