“Soy un viejo rockero, te reto
Canta sin autotune
Gánate mi respeto
¿O parecerías Louis de Funès?”
Canción: “The Nameless Hero Meets The Trap Star: Intro”
Álbum: The Seventh Defender, part 2 (2020)
Al igual que el Bósforo —según nuestra teoría, testigo de su nacimiento— se mece entre dos orillas, asiática y europea, el Heavy del Bigotón es ambivalente para con artistas de nuevo cuño como Bad Bunny, Bad Gyal, Luna Ki o el Ninyu. Por un lado detesta el empleo excesivo del autotune, que lleva hasta un paroxismo ridículo el simpático y ya añejo vocoder usado por The Alan Parsons Project o The Buggles; odia también la estética, la mayoría de las letras, y el que se hayan apropiado del concepto de música urbana, que para él se refiere a otra cosa, más visceral, reivindicativa y no tan sobreproducida. Por otro lado, teme convertirse en aquello que más detestaba cuando él era un artista emergente: en lo que entonces se consideraba carroza y hoy se denomina boomer. Odiaría ser aquel espectador que gritó Judas a Bob Dylan cuando éste electrificó el folk, el purista flamenco que vilipendiaba a Camarón por acompañarse de batería, el padre preocupado porque los movimientos de cadera de Elvis Presley pervirtieran a su hija adolescente, o el amante de las letras profundas despreciando el A wop bop a loo bop a lop bam boom de Little Richard. Él mismo sufrió las iras de los sectores más conservadores por el uso de sacrosantas figuras históricas en sus composiciones, y por eso en ocasiones padece por la contradicción interna que existe entre dejarse llevar por sus filias y fobias, y el deseo de abrir su mente a ritmos y conceptos más contemporáneos para no quedar desfasado. No es sencillo, pero nadie ha dicho nunca tampoco que el Bósforo lo tenga fácil en su devenir.
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