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En busca de Sonja Graf

En busca de Sonja Graf

Sonia Graf no sólo fue una antifascista destacada, sino también una de las mejores ajedrecistas del mundo. Nacida en Múnich, maltratada por sus padres y huida del Tercer Reich, participó en el Torneo de las Naciones (Buenos Aires) con una bandera que en realidad era un cartel donde sólo podía leerse una palabra: «Libre». David Torres narra su vida en La mujer que no entendía el mundo.

En este making of, David Torres cuenta el germen que le llevó a escribir La mujer que no entendía el mundo (Reino de Cordelia).

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Fue David Beriain, el gran reportero de guerra asesinado en Burkina Faso en abril de 2021, el primero que me dijo que tenía que escribir una novela sobre Sonja Graf. Estaba hablando con él, a través de mensajes telefónicos, sobre la posibilidad de hacer un reportaje sobre la historia del ajedrez femenino y, en concreto, sobre la rivalidad entre Sonja Graf y la entonces campeona del mundo, Vera Menchik. Mi tocayo me dijo que habría muchas dificultades para encontrar imágenes de ambas y que sería mucho mejor y más apasionante contarlo todo en una novela. Dos semanas después la noticia de su muerte —junto al cámara Roberto Fraile y el activista irlandés Rory Young— a manos de terroristas del JNIM nos dejó huérfanos a familiares, admiradores y amigos. Aún conservo el último mensaje suyo en el móvil, como un epitafio.

"Muy pronto se convirtió en la única mujer capaz de inquietar el reinado de la campeona mundial, Vera Menchik, una jugadora invencible que parecía su antítesis en muchos sentidos"

Tropecé por primera vez con el nombre de Sonja Graf en un libro de Leontxo García (Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas), y cuando empecé a investigar su biografía me encontré que se trataba de una mujer aun más compleja y fascinante que Bett Harmon, la ficticia protagonista de Gambito de dama. Nacida en Múnich en 1909 en el seno de una familia numerosa, sufrió numerosos maltratos a manos de sus padres y escapó muy joven de la casa familiar para sobrevivir a salto de mata gracias a su talento innato para el ajedrez. Fue su padre, Josef, quien la inició en los rudimentos del juego y pronto el gran maestro Siegbert Tarrasch la tomó bajo su tutela. En 1931, la partida que ganó a la campeona alemana Johanna Müller (una miniatura asombrosa donde armó un jaque mate fulminante con los dos caballos) le valió el apodo de “la pequeña Morphy”, en homenaje al fabuloso jugador estadounidense. Muy pronto se convirtió en la única mujer capaz de inquietar el reinado de la campeona mundial, Vera Menchik, una jugadora invencible que parecía su antítesis en muchos sentidos. Graf vestía como un hombre, fumaba como un hombre, bebía como varios, se acostaba con mujeres y hombres, y pasaba la vida entre partidas en los cafés por dinero y torneos profesionales. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, consiguió embarcarse en un carguero rumbo al Torneo de las Naciones que iba a celebrarse en Buenos Aires, donde pelearía bajo el cartel de un país imaginario llamado “Libre” porque no quería hacerlo bajo la bandera nazi.

"Escribir La mujer que no entendía el mundo fue un trabajo arduo, gozoso y doloroso a la vez, lleno de pasión y de sombras: la metamorfosis de enfundarme la piel de una mujer valiente y combativa como pocas"

Se trata de un momento tan dramático que ella misma lo cuestiona cuando Elsa (su antagonista en la novela) le dice que la historia tiene que empezar justamente ahí, entre dos continentes, dos mundos y dos vidas. Fue mi amigo, el poeta Álvaro Muñoz Robledano, quien me hizo notar mucho tiempo después, cuando ya había escrito el libro, que era un personaje ficticio quien enfrenta a Sonja Graf, un personaje histórico, con sus contradicciones. Sin sospecharlo, había escrito no una novela de ajedrez (al fin y al cabo, el ajedrez solo es un escenario, lo mismo que la cafetería de Hollywood donde, en 1958, se desarrolla el diálogo entre ambas mujeres) sino una parábola sobre la identidad, sobre quiénes somos realmente y quiénes creemos que somos. En Argentina, la propia Sonja Graf escribió dos libros en castellano (en un castellano plagado de errores y pifias de principiante) donde, probablemente sin sospecharlo ella misma tampoco, abría la puerta a ese misterio.

"Escribir La mujer que no entendía el mundo fue un trabajo arduo, gozoso y doloroso a la vez, lleno de pasión y de sombras: la metamorfosis de enfundarme la piel de una mujer valiente y combativa como pocas"

Ambos volúmenes son prácticamente inencontrables y, que yo sepa, no están traducidos a ningún idioma, una verdadera lástima porque se trata de los primeros libros autobiográficos escritos por una ajedrecista de renombre mundial. Conseguí una fotocopia del primero, Así juega una mujer, en la Biblioteca Nacional de Madrid, pero el segundo, Yo soy Susann, que relata su infancia y su juventud, resultó una tarea casi imposible. Fue mi mujer, Virginia Arizmendi, quien logró localizarlo en la Biblioteca del Estado de Victoria, Australia, y gracias a ella pude acceder a un auténtico tesoro que me proporcionó muchas claves para la escritura. Entre ellas, los insultos, los golpes y maltratos que le infligieron sus padres: tras una de las palizas tremendas de Josef, la pequeña gritó llorando la frase que me daría el título de la novela: “No entiendo al mundo”. Sin olvidar la curiosa paradoja de que Sonja, que había sido bautizada con el nombre de su madre, Susann (el mismo nombre que repudió para llamarse Sonja), titulara su libro precisamente así, en un acto de desafío a la familia que había abandonado: Yo soy Susann.

Escribir La mujer que no entendía el mundo fue un trabajo arduo, gozoso y doloroso a la vez, lleno de pasión y de sombras: la metamorfosis de enfundarme la piel de una mujer valiente y combativa como pocas que se erigió sin quererlo ni pretenderlo en un símbolo de libertad viviente. A fin de cuentas, en eso consiste el arte de la novela, tanto escribirlas como leerlas: acceder vicariamente a otras vidas. Es una injusticia que el mundo no sepa quién fue Sonja Graf. Ojalá este libro no sea más que la primera piedra del monumento que ella se merece.

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Autor: David Torres. Título: La mujer que no entendía el mundo. Editorial: Reino de Cordelia. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.

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