Ángel y Marta del Riego Anta conversan sobre su segundo libro dedicado al fútbol, Historia íntima del Bernabéu (La Esfera), en el que narran el alma de un estadio icónico.
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¿Cuánta literatura cabe en un libro de fútbol? Los hermanos Ángel y Marta del Riego Anta (La Bañeza, León) llevan años demostrando que mucha. En Historia íntima del Bernabéu (La Esfera) narran el estadio desde su alma más secreta hasta su piel de acero con un estilo que camina entre el periodismo y la literatura. Narran “las novias”, los jugadores míticos, los héroes caídos, las noches cuando todo fue posible, los momentos de violencia; narran el público y su temida severidad, el Fondo Sur y la grada de animación. Y por supuesto, narran a Santiago Bernabéu, el hombre que levantó el mito y que hizo del estadio su hogar; y el caos extravagante de los años 80 con Mendoza y Sanz; y la fuerza y el orden de Florentino; y el devenir histórico del estadio, desde su legendaria construcción, sufragada por los socios en los años 40, hasta el coliseo del futuro que brilla hoy en la Castellana.
Ángel: Parece un contrasentido, sí. El fútbol es un deporte masivo y el Madrid el club más popular de todos. Ocupa tanto espacio que más que un club parece el oxígeno del que respira el fútbol. Pero hay muchos compartimentos secretos: el primero, el corazón del hincha. En este libro se respetan los hechos, pero siempre se dan a través del imaginario del madridista. Hay un capítulo, «Las novias», en el que contamos la relación con el Bernabéu de esos jugadores que fueron bautizados en lo inmaculado desde la primera vez. Del Buitre, de Modric, de Zidane (aunque en este caso el tránsito fue más sinuoso)… y ahí está lo íntimo, en la respuesta emocional de un estadio que respira como un monstruo de las profundidades y siente como un niño pequeño ante el quicio de la gloria o del desastre.
A: Ahora me toca a mí: ¿qué hace al Bernabéu diferente a otros estadios míticos?
M: Hay estadios más grandes, el Camp Nou o Wembley, o más antiguos, como Bramall Lane, pero el Bernabéu flota en una especie de aura. Para empezar, la localización no es una localización cualquiera. Está en la Castellana, la arteria donde todo sucede. Pero en realidad ha sido la fuerza del estadio y del club, que está detrás, la que ha volcado la ciudad hacia aquí…
A: Yo diría que también lo hace diferente esa forma agobiante, de acantilado, que juzga en silencio y a ratos se levanta como si dominara el fuego, influye muchísimo en el devenir de los partidos. Da terror a los contrarios y a ratos al mismo equipo merengue.
M: La atmósfera, eso es. Y de la historia del Real Madrid danos un gran momento que sucediera dentro del Bernabéu.
A: El alarido tremendo del público en mitad de la remontada contra el City cuando por megafonía se anuncian seis minutos de descuento. Ahí está todo. La confianza surreal del público y de los mismos jugadores en que el gol iba a caer del lado madridista, y eso en el momento más difícil: unas semifinales de Copa de Europa, que son el sitio del miedo, contra el Manchester City de Guardiola, seguramente el mejor equipo de los últimos años. El Real Madrid juega con la historia. De repente los futbolistas del City parecían estatuas de sal en una función que no era la suya. Y los madridistas parecían levitar. Los ingleses veían los espíritus de conquistas pasadas: veían a Hierro, a Ramos, a Di Stéfano, danzando los vivos con los muertos, sabían que la única certeza era su derrota y, por supuesto, cayeron derrotados. Esos minutos resumen la forma de ser de un pueblo, como se dice tal cual en el libro.
A: ¿Cuánta literatura cabe en un libro de fútbol?
M: El fútbol es a ratos un drama de Shakespeare, y otros pasa de la novela picaresca y la sabiduría terrena de Sancho Panza a las hazañas quijotescas. El fútbol son las historias que tienen detrás los jugadores, el fútbol son las historias que representan en vivo y en directo, y sin guion previo, en un prado verde. Los deportistas, como decía el gran Gay Talese, son los últimos héroes.
A: Pero en este caso, en esta Historia íntima, ¿cuánta?
M: Creo que los dos utilizamos las armas de la literatura para crear una narración que esté a ambos lados de la realidad, pero no caiga en la confusión. Se cuentan los hechos y también su reverberación en el público y en la prensa. Y como lo que ocurre en el césped es un juego y, volviendo a Shakespeare, también una representación, se utiliza todo el arsenal de la literatura para crear en el lector la misma fascinación que crea el deambular de los grandes futbolistas: narración, diálogos, fragmentos de cartas, metáforas, hasta poemas.
A: Yo añado que hay en el libro un intento de explicación de los porqués del equipo blanco. De su grandeza, también de su grandilocuencia, de lo que lo corroe y de esa sucesión de victorias tan increíbles. Está también la conversación de estadio y de la muchedumbre llevadas al ritmo diferente de la página. Al final el fútbol nace en la infancia y por eso está lleno de fábulas y mitos. Nunca se desvela del todo. Nosotros tendemos un puente entre lo que ocurre en el césped, lo que hemos visto y lo que imaginamos. El fútbol está en ese trayecto.
M: Te ha quedado redondo. Eso debería estar en el libro.
A: Ja, ja, ja. Son muchos años de práctica, de pensar y escribir el fútbol.
M: En 2018 publicamos nuestro primer volumen sobre fútbol, La Biblia Blanca (Córner), la historia del Real Madrid contada como una biblia, con su Yahve-Bernabéu, sus profetas, su San Pedro-Florentino. Cuando nos pusimos con este segundo libro hicimos un esfuerzo para no repetirnos, para crear algo nuevo. Viendo el resultado final, ¿qué crees que diferencia este libro de La Biblia Blanca?
A: El estilo está más compartimentado. A ratos más literario —como el capítulo del silencio del estadio— a ratos más periodístico —como los capítulos sobre los sucesivos estadios del Real Madrid—. Hay una descripción más minuciosa de los partidos, especialmente de las remontadas de la Champions del 2021/22, y tienen espacio ciertos héroes sobre los que se pasaba de puntillas en la Biblia: Míchel, Mendoza, Benzema. Son dos libros que se complementan. Entre los dos dan algo así como un océano salobre, ni agua dulce ni salada. Como el Mar Negro, aunque en este caso el color sea el contrario.
A: ¿Qué jugadores te gustan más: los legionarios o los poetas, las leyendas o esos exquisitos de tono menor que tienen capillas a su nombre?
M: Sin duda los equipos artísticos y los jugadores poetas, claro. La fiereza me asombra, me conmueve, pero no me intriga tanto como la inteligencia en el fútbol. Quizás porque soy novelista y periodista, y ando siempre al acecho de grandes personajes llenos de aristas. Di Stéfano tenía toda esa filosofía encima, era un estratega, un tirano y un poeta. Y Zidane lo que tiene es misterio, el misterio del asceta, de alguien que ve más allá en el fútbol y en los banquillos.
M: En la presentación del libro en Madrid, Arcadi Espada habló del amor, del amor desinteresado de un aficionado hacia un equipo de fútbol, y afirmó que la pasión por un equipo es la única que dura toda la vida… ¿Estás de acuerdo?
A: Un sí rotundo como un cabezazo de Cristiano, quien, por cierto, no le gusta nada a Arcadi, que lo considera un jugador menor, al que Benzema aupó a los cielos. Y lo mejor es que es algo que no se puede explicar, está ahí, como los cocodrilos en los ríos africanos, un misterio sumergido de piel coriácea y dientes que no te sueltan hasta ahogarte.
A: ¿Cuál es el mayor acierto de este libro? ¿Qué hemos logrado?
M: Yo creo que trazar un atlas del estadio y darle alma a todas las partes que componen ese organismo, hacer que el organismo respire: la envoltura de piedra y hormigón, la esperanza y la fe de los aficionados, las genialidades y los errores catastróficos de los jugadores, la ambición y la sabia locura de sus presidentes. Le hemos dado vida a algo que de otra forma sería una serie de cifras sobre número de goles, una lista interminable de nombres de jugadores, un anecdotario de unos hechos y hazañas. Hemos convertido todo eso en algo vivo, palpitante.
M: Hablando de aciertos, mi título favorito de los capítulos es “El silencio de los acantilados”. ¿Es el silencio del estadio tan doloroso como dicen?
A: Voy a transcribir un par de párrafos del libro, porque ahí está explicado perfectamente.
“Para Don Santiago era una enfermedad que corroía al madridismo: «No hay verdadera alegría en la masa del Madrid. ¿Qué es esto? ¿Para quién estamos trabajando? Tenemos que garantizar que la actuación de los nuestros no falle ni un minuto. Entonces estamos destinados al fracaso. Estamos revestidos de verdadero sufrimiento». Ese silencio del estadio, que parece parido en las profundidades del océano, es una prueba irreversible para el jugador con la camiseta blanca. Nada lo ampara. Está desnudo delante de un gigantesco dragón que parece dormido, pero siempre está alerta. El futbolista toma conciencia de su ser diminuto y piensa: ¿Qué querrá decir ese silencio? ¿No les gusta nuestro juego? ¿Es una muestra de respeto? ¿Están esperando el momento para comenzar a silbarnos?”.
Bernabéu lo vio claro: si un jugador de fútbol quiere convertirse en un jugador del Real Madrid, debe aprender a expresarse bajo esos cielos encapotados. No consiste en sobrevivir. Consiste en dictar las normas, convertir el silencio en reverencia. Y termina el párrafo: “Después de esa prueba, cualquiera de los campos de Europa será transparente para el jugador. Solo será un césped con una pelota. Sin miedos y sin renuncias. Y la victoria no como posibilidad, sino como destino”.
M: Suena a trascendencia futbolístico-poética.
A: Vamos a por algo más prosaico: ahora que el nuevo estadio está a punto de inaugurarse, hablemos de qué significa para Madrid, porque es uno de los pocos grandes estadios que aún siguen en pie en medio de una ciudad.
M: Es un gran hito arquitectónico, uno de los ejes de Madrid. Cuando después de la Guerra Civil Santiago Bernabéu decide construir el nuevo Chamartín, es muy consciente de que debe levantarse en el mismo solar del viejo Chamartín: en medio de un barrio que crece imparable. Pero el nuevo gobierno tiene la misma idea. Y eso es un problema. ¿Por qué? El gobierno pone en marcha el Plan Bidagor y convierte la prolongación de la Castellana en el nuevo polo de la ciudad. Es un eje que descongestionará el casco antiguo —la cornisa del Manzanares— y absorberá la administración —la creación de los mastodónticos Nuevos Ministerios—, el comercio y las estaciones de enlaces ferroviarios —como, por ejemplo, la de Chamartín—. Y en medio, la posibilidad del estadio surge deslumbrante como el Gran Estadio Nacional. Pero Bernabéu se rebela contra esa concepción espiritual-política, quiere que el estadio sea de los aficionados del Real Madrid, no de una nación o de un estado, y organiza un concurso arquitectónico para un estadio donde solo se juegue al fútbol y nada más que al fútbol. Y lo logra. Aunque con el tiempo ese estadio se convertiría en mucho más que un estadio, pero esa es otra pregunta…
A: Pues no te la voy a preguntar, lo que quiero que me expliques es el mito fundacional del estadio.
M: Mi tema favorito. El estadio se financió con las aportaciones de los socios, no hubo un duro de ninguna institución pública ni de grandes inversores ni de bancos, que se negaban a financiar un proyecto que les parecía faraónico. Bernabéu hizo un llamamiento a sus socios, les envió una carta, explicándoles sus planes con total trasparencia y los socios le creyeron. Creyeron que era posible levantar un estadio para 100.000 espectadores. Es así de simple, Bernabéu apeló a la base social de los aficionados del Madrid y ellos tuvieron fe en él. En 1943 se emitieron unas obligaciones públicas para financiarlo. La misma mañana que se pusieron a la venta, se agotaron. Es un estadio del pueblo y para el pueblo. Creo que ese es el mito fundacional del estadio, que se inauguró un 14 de diciembre de 1947 y, como dice la Biblia: “Vio Dios que era bueno”.
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Autores: Ángel del Riego Anta y Marta del Riego Anta. Título: Historia íntima del Bernabéu. Editorial: La Esfera. Venta: Todostuslibros.
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