En un brillante ensayo titulado Joy, la escritora inglesa Zadie Smith aborda la necesidad de distinguir entre alegría y felicidad. Si bien es una tarea difícil, dice Smith, hay quienes consideran que la felicidad es solo una versión más intensa de la alegría, a la cual se llega prolongando concienzudamente su camino. Pero la felicidad puede ser una emoción contraproducente —pone como ejemplo su única experiencia con el éxtasis a finales de los años noventa— y se pregunta de qué modo podríamos conciliarla con el resto de nuestra vida cotidiana.
Girando y girando en el creciente torbellino
El halcón no puede oír al halconero;
Todo se desmorona; el centro no puede sostenerse;
La pura anarquía se desata sobre el mundo,
La marea teñida de sangre se desata, y en todas partes
La ceremonia de la inocencia se ahoga;
Los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores
Están llenos de intensa pasión.
Es en esa ceremonia absoluta y sin reglas donde se desata nuestra necesidad de ser felices. Contentarnos con fugaces momentos de alegría supone renunciar a la vida, morir sin habernos redimido de nuestras contradicciones más profundas, aceptar la tiranía de quienes se saben directores de la insensatez.
A lo largo de su obra, Nick Laird ha explorado como muy pocos la difícil convivencia entre la identidad individual, la política y la religión. Con Dioses modernos (Piel de Zapa, 2023), el autor norirlandés dibuja un escenario en el que la globalización, los sentimientos frustrados de pertenencia y la necesidad de parcelar un espacio en medio de la vorágine desorientan el destino de unos personajes que buscan la felicidad más allá de la alegría.
Liz, profesora en Nueva York, regresa a Irlanda del Norte para asistir a la boda de su hermana Alison. Después emprenderá un viaje a la isla de Nuevo Úlster (Papúa Nueva Guinea), para rodar un documental sobre Belef, lideresa de una nueva religión llamada Historia. Alison, atrapada desde hace años en su ciudad natal y en el negocio inmobiliario que sostiene a su familia, busca recomponer su vida con Stephen, un hombre marcado por la política, el destino y la causalidad.
«El centro no puede sostenerse», dijo Yeats, y eso lo saben los protagonistas. Las estructuras de poder conducen a la incertidumbre y el desorden. Las creencias y valores individuales sucumben ante eventos tumultuosos que nos lastran nuestro equilibrio. Las tradiciones antiguas, fundamentalmente religiosas, carecen ya de relevancia. Y dentro de este mundo en transición, que es el preludio de una nueva realidad tan imponente como aterradora, estamos obligados a ser felices y rebatir cualquier pregunta que prolongue la oscuridad. No importa, como dijo el poeta, que una bestia áspera se dirija a Belén para renacer. Si los dioses ancestrales son inservibles, crearemos dioses modernos, nuevas liturgias, nuevos objetos de culto que sostengan la alegría y sirvan de puente a la ansiada felicidad.
Nick Laird siempre ha tenido la virtud de conjugar en sus obras realidad y simbolismo, sencillez y misterio, violencia absoluta entre tantísima duda. «Si yo soy la invocación creciente —dice el verso final de su poema «Epitalamio»— tú eres el encanto, o lo soy yo, o lo eres tú». Y Dioses modernos no es una excepción. Concebida una alegoría de la búsqueda, de la transición en este mundo complejo e inacabado, y de las inflexiones, a veces accidentales, que burlan nuestros abismos, su aportación es poderosa: sean o no inocentes, hallaremos siempre nuevas ceremonias que prolongarán, al fin, nuestra efímera alegría.
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Autor: Nick Laird. Título: Dioses modernos. Editorial: Piel de Zapa. Venta: Todostuslibros.
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