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Fallen Leaves: cuando la clase obrera se enamora

Fallen Leaves: cuando la clase obrera se enamora

Ir al cine debería ser una bofetada, un abrazo, un grito, un beso, todo esto a la vez; una experiencia que te afecte y te haga levantarte de la butaca diferente a como te has sentado.

Vaya por delante que Aki Kaurismäki jamás ha sido santo de mi devoción. Demasiado frío, teatral y con un empeño exacerbado por confundir minimalismo con vacío. Con todo, no tengo reparos en admitir que Fallen Leaves, su nueva película, consigue contagiarte con el cóctel de emociones que se muestra en pantalla. Es decir, su visionado ofrece una experiencia cinematográfica —sí, cinematográfica, ni audiovisual ni televisiva—, y eso es de aplaudir.

La soledad, la precariedad laboral, la imposibilidad de romper las fronteras (autoimpuestas y del contexto) y la sensación amarga de pensar que ya está todo el pescado vendido en tu vida. Amor y podredumbre se dan cita en este film que, con mejor o peor suerte, consigue llevar a buen puerto un argumento arquetípico, visto miles de veces, pero que sigue siendo conmovedor.

En Fallen Leaves encontramos la historia de dos personas solitarias que se encuentran por casualidad en la noche de Helsinki e intentan encontrar el primer, único y último amor de sus vidas.

"La mirada personal y única de Kaurismäki muestra su mejor versión en Fallen Leaves. Tal vez es el film en que su estilo está más depurado, utilizado con mayor fundamento"

La película ganó el Premio del Jurado en Cannes y el Gran Premio FIPRESCI en el Festival de San Sebastián. También ha conseguido dos nominaciones en los Globos de Oro y seis en los Premios del Cine Europeo, y sí, encima es la precandidata finlandesa a los Oscar. En definitiva, uno de los visionados obligatorios de la temporada.

La mirada personal y única de Kaurismäki muestra su mejor versión en Fallen Leaves. Tal vez es el film en que su estilo está más depurado, utilizado con mayor fundamento. No solo es una pose (como se puede llegar a sospechar en obras anteriores de su filmografía), aquí no, aquí refuerza la trama y potencia el tema. No llega al nivel de crítica social del cine de Ken Loach, pero el director finlandés sorprende en su tarea de bajar al barro y mostrar una clase trabajadora despojada de dignidad y desprotegida, totalmente aislada. Cada uno de los detalles rezuma abandono: la fotografía, la dirección de arte, la elección de las localizaciones… Hay cierta belleza (sobre todo en el uso de los colores), pero que nadie espere el más mínimo glamur. Aquí todo es decadente.

El guion va sobre raíles, eso hay que reconocerlo, y salvo algún que otro destello, todo es previsible. Sigue los cánones de la comedia romántica y a partir de ahí se dedica a buscar más que a ofrecer una tímida poesía fílmica.

Pero que nadie se confunda al leer «comedia romántica» en el párrafo anterior. No hay humor. Sí que se pueden percibir un par de chascarrillos en boca de los personajes, pero el estilo de Kaurismäki es tan acartonado que no persigue la risa, ni siquiera la leve sonrisa; tal vez porque precisamente quiere eso: el desapego, el absurdo.

Con esta propuesta como punto de partida, los dos actores principales se quedan un poco vendidos. Demuestran carisma, pero poco pueden hacer. Quizá solo Alma Pöysti consigue meterse al espectador en el bolsillo gracias a sus microexpresiones en los primeros planos, pero ya está.

"Fallen Leaves es una de esas películas pequeñitas, que quizá no se encadena en la memoria del espectador para guarecerse allí por los siglos de los siglos, pero que sí te acompaña tras los créditos finales"

Fallen Leaves es una de esas películas pequeñitas, que quizá no se encadena en la memoria del espectador para guarecerse allí por los siglos de los siglos, pero que sí te acompaña tras los créditos finales. Se hace difícil despegarse de las sensaciones que despierta, como si mientras la estabas viendo la emoción se hubiese ido metiendo por cada poro de tu piel.

De hecho, lo confieso, escribo estas líneas aún conmocionado, apenas unas horas después del pase de prensa. El cerebro me dice que pasado un tiempo apenas recordaré más de uno o dos planos, quizá una frase de diálogo; que a mí nunca me ha convencido Kaurismäki y que seguro que esta última película suya no merece todos los halagos que está teniendo. Sin embargo, ahora mismo me siento a gusto bajo este manto que me ha colocado el visionado, y sé que me quedaré aquí a resguardo un ratito más.

Ah, y quiero comentar otro punto positivo: la corta duración. Apenas dura 80 minutos, y eso hoy en día es un gustazo.

Eso sí, aviso para navegantes: Fallen Leaves es puro Kaurismäki. Es la esencia de Kaurismäki en su máxima potencia. Así que, si te sientas a verla, hazlo sabiendo qué te vas a encontrar. En su sencillez está la grandeza. Es como aquel dicho popular que dice algo así como «en el tarro pequeño está la buena mermelada».

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Juan A. S.S.
Juan A. S.S.
11 meses hace

Me ha parecido una crítica acertadísima. Creo que el cine finlandés es como sus gentes,muy fríos.