Veinte de las mejores nuevas series internacionales del año, todas ellas «limitadas» (o sea, miniseries) o de pocos episodios (diez o menos por temporada), que es lo que se lleva ahora.
Kaleidoscope (1 de enero, Netflix, 8 episodios)
A veces alguna serie resulta recomendable no tanto por lo buena que sea, sino por algún detalle formal que la haga diferente. En este caso resulta que los ocho episodios de la serie se pueden ver en cualquier orden. La trama va de un robo a un banco, y dependiendo de cómo se vea, puedes presenciar todo en orden cronológico, desde la causa del plan hasta las repercusiones del hecho, o elegir el episodio siguiente al azar (no tienen nombre ni números, sino colores) e ir componiendo el rompecabezas mentalmente. La historia en sí es del montón, la verdad, entretenida y ya, y Giancarlo Esposito (Gus Fring en Breaking Bad) se ha ganado el poder ser cabeza de cartel de vez en cuando, pero no se pasa de larga y se puede ver en un par de sentadas. También aparecen Rufus Sewell como el villano y Paz Vega como la chica mona.
The Last of Us (15 de enero, HBO, 9 episodios)
El título de mejor serie del año ya parecía quedar resuelto tras solo medio mes de calendario, y así ha acabado siendo para muchos. Arturo Pérez-Reverte es uno de los que dice que los videojuegos tienen mucho futuro como espacio para contar historias, y esta serie lo confirma, ya que gran parte de su trama está calcada de la del juego original, ambientada a partir del vigésimo año de una pandemia mundial causada por unos hongos que provocan monstruosas mutaciones en animales y seres humanos. Para quien le dé lo mismo los detalles, sí, es otra de zombis, más o menos, pero a través de la relación entre Joel (Pedro Pascal, el hombre del momento) y Ellie (Bella Ramsey) se exploran temas como la convivencia, la familia, la sociedad o el egoísmo, todo esto no exento de inesperados momentos de humor. Él es un superviviente del brote original con traumas en el pasado y ella una chica de 14 años que parece inmune al contagio.
Poker Face (26 de enero, SkyShowtime, 10 episodios)
Charlie (Natasha Lyonne) trabaja en un casino y tiene un poder especial: siempre sabe cuándo alguien está mintiendo. Por alguna razón, no ha sabido aprovechar esa capacidad para tener la vida resuelta, pero cuando se ve involucrada en una situación difícil en el casino, se ve obligada a huir en coche por Nevada, Nuevo México, Texas, Tennessee y Colorado, intentando ocultarse de los sicarios de su jefe (Adrien Brody), a la vez que no puede resistirse a desfacer los entuertos que se va encontrando por el camino usando su habilidad en gasolineras, barbacoas, conciertos, hogares para la tercera edad, obras de teatro, etc. Un poco como Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen, pero más melenuda y con peor genio. Debido a que cada episodio ocurre en un lugar diferente, el reparto es un no parar de apuntar el dedo a la pantalla a lo DiCaprio en Érase una vez en América: Ron Perlman, Chloë Sevigny, Ellen Barkin, Nick Nolte, Luis Guzmán, Rhea Perlman o John Ratzenberger (¿alguien se acuerda de Cheers?), entre muchos otros. Creada por Rian Johnson, el responsable de Los últimos jedi y las películas de Puñales por la espalda.
Daisy Jones & The Six (3 de marzo, Amazon, 10 episodios)
Como algunos saben y otros no, Riley Keough es la nieta de Elvis Presley, y aquí interpreta a una cantante durante los años 70 que acaba uniéndose a una banda de rock en proceso de arrancar hacia el estrellato, en medio de escándalos varios y de relaciones sentimentales complicadas. Años más tarde, alguien les hará un documental, y a través de él se irá desenrendando la madeja de qué pasó, qué no y por qué rompieron. Está basada en una novela para la que la autora, Taylor Jenkins Reid, se inspiró en Fleetwood Mac, un grupo cuya trayectoria tendría para su propia saga de varias temporadas. La banda es ficticia, por supuesto, y todas las canciones compuestas para ella son originales, con la propia Keough al micro.
Lucky Hank (19 de marzo, AMC, 8 episodios)
Si Gus Fring se ha ganado el derecho a que uno se siente a ver lo siguiente que ha hecho, sea lo que sea, también le puede pasar al mismísimo Saul Goodman. Bob Odenkirk se va al lado contrario del picapleitos de lengua de serpiente y aquí es un catedrático de literatura en una universidad de segunda fila en Pennsylvania. Una vez escribió una novela de éxito, pero no le ha salido nada más, y mientras tanto da unas clases de escritura creativa en las que se aburre él más aún que sus alumnos. El college anda corto de dinero, la familia también lo agobia, y pronto sabremos que sus padres también tienen parte de culpa en el bajón por el que está pasando. Interesante y diferente… pero no renovada.
Great Expectations (26 de marzo, BBC / FX, 6 episodios)
Ridley Scott y Tom Hardy como productores ejecutivos, Olivia Colman como actriz principal y Charles Dickens como fuente de la novela original. Y sin embargo, ha pasado bastante desapercibida. Debe de ser que esta es la vigésima vez que Grandes esperanzas se adapta a la pantalla, y ya suena a demasiado visto. Sin embargo, tanto para quien la conozca como para quien no, es una buena manera de adentrarse en la historia de Pip el huérfano, Miss Havisham la excéntrica viuda solitaria, Estella su hija adoptiva, Magwitch y Compeyson los presos huidos, Wemmick el chupatintas y muchos otros en una trama con vueltas, revueltas, secretos de familia y grandes golpes de fortuna en el difícil siglo XIX.
The Diplomat (20 de abril, Netflix, 8 episodios)
Segunda aparición de Rufus Sewell en esta lista, aquí haciendo de marido/estorbo de Keri Russell, para muchos siempre Felicity y para otros la inolvidable Elizabeth Jennings en The Americans. En este otro thriller político, de menor calibre y más dirigido al puro entretenimiento, todo hay que decirlo, interpreta a la nueva embajadora estadounidense en Londres, en medio del deterioro de su matrimonio y de varias crisis políticas (secuestros, dimisiones, muertes, cumbres de estado, acuerdos bajo la mesa, etc), que va navegando con paso firme y aspecto impecable, a pesar de que se supone que su personaje pasa de esas cosas. Ligera y entretenida.
Tom Jones (30 de abril, ITV, 4 episodios)
La novela dieciochesca de Henry Fielding influyó en todos los grandes autores del XIX, con su extensa longitud, sus vueltas y revueltas (véase Great Expectations más arriba) y su héroe y heroína luchando contra las dificultades de la vida, en medio de secretos repentinos que cambian la vida de varios personajes. Tom fue abandonado de bebé en la puerta del magistrado Allworthy, en cuya casa crece rivalizando con el heredero oficial, el sobrino William. Su «bastardía» le perseguirá desde entonces, incluso cuando deje la vida rural para meterse en el marasmo londinense. Tom, a todo esto, por mucho que sea el prota, no es ningún angelito, y sus seguidores se supone que han de admirar su jeta, su remango y su éxito con las mujeres, antes de que se apacigüe y encuentre el amor verdadero. Este ha de ser Sophia, la narradora de la trama, a la que en esta serie han hecho mulata, una más de las muchas que están poblando las adaptaciones modernas de varios austens, brontës y demás. La serie ha pasado casi desapercibida, por su falta de nombres famosos, tanto delante como detrás de las pantallas (aunque depende de cuánto le suene a cada uno Hannah Waddingham, lo mejor del proyecto), pero resulta competente y los cuatro episodios pasan a buen ritmo.
White House Plumbers (1 de mayo, HBO, 5 episodios)
La historia del escándalo Watergate ha sido contada ya muchas veces, en películas, documentales y miniseries, desde casi todos los ángulos posibles. En este caso se parte del libro de Egil Krogh, uno de los abogados de Richard Nixon, pero el resultado es más bien una sátira política centrada en la incompetencia de los llamados «fontaneros de la Casa Blanca» que intentaron espiar al partido rival, el demócrata, y se los pilló con todo el equipo. Woody Harrelson y Justin Theroux hacen unas interpretaciones un tanto exageradas a veces, pero por lo que se sabe de Howard Hunt y Gordon Liddy, la esencia de los personajes reales se debe de acercar bastante en cuanto a morro, paranoia y capacidad para hacer planes descabellados.
A Small Light (1 de mayo, National Geographic, 8 episodios)
A algunos les ha parecido un tanto azucarada, pero la gran mayoría ha recibido muy bien esta historia adyacente a la de Ana Frank, la famosa niña judía que escribió un diario durante la ocupación nazi de los Países Bajos. En lugar de ser ella la protagonista principal, es un reparto coral encabezado por Miep Gies, vecina y empleada de los Frank, que ayudó a ocultarlos a ellos y a otros cuatro judíos holandeses en un ático en Amsterdam. Austriaca de nacimiento, vivió hasta los 100 años y siempre ha sido testigo de importancia con respecto a la situación que vivió. Bel Powley, la actriz inglesa que la encarna, todo ojos y movimiento inquieto, es el hilo conductor de una historia conocida en su mayoría, en la que el final angustioso se espera inevitablemente, pero con un toque de esperanza necesario en esa «pequeña luz» que todos hemos de llevar dentro. Al gusto moderno quizá le apetecen menos las historias de buenos y malos, de blanco y negro, y se prefiere más los grises, pero es casi inevitable que al hablar de los nazis quede claro de qué parte ha de ponerse uno.
Ghosts of Beirut (19 de mayo, Showtime, 4 episodios)
Miniserie sobre la caza y captura de Imad Mughniyeh, el fundador libanés de la Jihad Islámica que llegó a número dos de Hezbolá y cuya carrera como terrorista / luchador patriótico duró casi tres décadas hasta su muerte en 2008. La serie está creada por Lior Raz, el responsable de Fauda y Avi Issacharoff, periodista del Times of Israel y Haaretz, ambos judíos. En principio se presenta como «ficción dentro de hechos profundamente investigados», pero usando nombres reales de palestinos, israelíes y americanos y mezclando la acción rodada con entrevistas a personas reales de la CIA y el Mossad relacionadas con aquella época entre los 70 y los 2000. Mughniyeh es considerado por un lado uno de los enemigos más duros que nunca tuvo Occidente en el Líbano, y un héroe por el otro, solo por debajo del ayatolá Jomeini. La serie tiene cuatro episodios, y con todo lo que hizo Mugniyeh en su vida (y lo que se le atribuye) no da para explorar más que «esto pasó», «y luego esto, esto y esto», sin gran espacio para motivaciones personales. Aun así, resulta interesante, y más en estos tiempos.
The Full Monty (14 de junio, Disney+ y FX, 8 episodios)
El inesperado éxito de la película de 1997 sobre un grupo de desempleados de mediana edad en Sheffield que intentan salir de pobres montando un espectáculo de striptease no profesional trajo 26 años después una continuación en miniserie, notable porque participan en ella todos los actores del original. No es una gran maravilla, y la mezcla entre el humor negro de las dificultades económicas con la realidad de las carencias de una ciudad post-industrial con alto nivel de paro no es tan fresca como en la película, pero la buena voluntad creada por el éxito original ayuda a sobrellevar este intento de actualizar la misma situación una generación más tarde, explorando temas como los hijos que crecen sin padre, el estado de la sanidad nacional o la manera en la que una persona puede salir adelante con un poco de morro, creatividad y espíritu de camaradería. Más sobre la película, aquí.
Justified: City Primeval (18 de julio, FX, 8 episodios)
No es una serie nueva en realidad, sino lo que se podría considerar una séptima temporada de Justified, la serie basada en personajes de Elmore Leonard sobre un agente del ministerio de justicia estadounidense amigo del sombrero vaquero y del gatillo fácil si se acaba tratando de o tú o yo. La serie original se desarrollaba en Kentucky, mientras que esta vez la acción se traslada a Detroit, donde las vacaciones de Raylan Givens con su hija se ven interrumpidas por un delincuente a cuya captura Givens va a ayudar. Durante el caso habrá tiros, corrupción, rollos sexuales y todo lo que uno puede esperar de un neo-noir de éxito bien llevado.
Painkiller (10 de agosto, Netflix, 6 episodios)
Miniserie sobre la crisis de los opiáceos desencadenada por la familia Sackler y la empresa Purdue Pharma a raíz de su medicamento OxyContin, varias veces más potente que la heroína, y que provoca adicciones muy difíciles de superar. La serie está basada en un reportaje del New Yorker y en un libro de Barry Meier, y está contada desde el punto de vista de un personaje ficticio, Edie Flowers (Uzo Aduba), mezcla de varios investigadores del caso. Matthew Broderick interpreta a Richard Sackler, el líder de la familia, que piensa que es peor perder negocio que perder vidas humanas, mientras que por otra parte vemos varios casos de personas reales que fueron víctimas de sus productos, y cómo sus vidas quedaron destrozadas.
Star Wars: Ahsoka (22 de agosto, Disney+, 8 episodios)
Aparte de los personajes aparecidos en la serie de películas de Star Wars, Ahsoka Tano es uno de los más interesantes del universo galáctico expandido. Fue creado inicialmente para una serie animada, The Clone Wars, como padawan (aprendiz) de Anakin Skywalker, de quien recibe su educación y de quien se acaba separando años más tarde. El personaje fue bien recibido, luego apareció en The Mandalorian, y ahora tiene serie propia, que tiene lugar tras la caída del imperio. Encarnada por Rosario Dawson, aparece más serena y reflexiva que la hiperactiva criatura de los dibujos animados, pero aun así es uno de los añadidos más notables de la avalancha de series derivadas que Disney está haciendo del fenómeno original.
Gen V (29 de septiembre, Amazon, 8 episodios, renovada)
Spinoff de The Boys, la serie sobre superhéroes mayormente depravados que lo petó en 2019, la acción se centra aquí en la Godolkin University School of Crimefighting, una especie de universidad preparatoria para la nueva generación superheroica, donde a las presiones de sobrellevar tus poderes y de desarrollarlos a su máximo potencial se añaden temas propios de la experiencia estudiantil: vida en el campus, relaciones sexuales, amistades y enemistades, maduración de la personalidad, etc. Todo ello, por supuesto, con la misma cantidad de sangre y asquerosidades de la original. Hay más de una comparación con las presiones que sufren, por ejemplo, los deportistas de élite norteamericanos en su paso por las universidades, con el foco de la atención pública ya puesto sobre ellos desde tan jóvenes, y por supuesto la cultura de las redes sociales y los megustas es otro motor importante. Y obviamente, esta especie de Hogwarts para superdotados es algo más de lo que parece.
Lessons in Chemistry (13 de octubre, Apple, 8 episodios)
Quieren presentarla un poco como una mezcla de Mad Men y La maravillosa señora Maisel, y a ratos se le ve ese ADN (ya que hablamos de química) a esta historia ambientada en los años 50, sobre una empleada técnica de laboratorio que, tras darse múltiples cabezazos contra el techo de cristal de las universidades y las empresas petroquímicas, encuentra fama pública como cocinera en televisión. Brie Larsson la interpreta con una seriedad rayana en cierto grado de autismo, y precisamente por eso no está muy claro si los avances de su personaje se deben precisamente a esa incapacidad biológica de callarse o a sus convicciones meditadas en pro de los derechos de la mujer. De hecho, su programa triunfa porque no se presenta como una ama de casa hacendosa y hogareña, sino como una especie de proto-deconstructora de alta cocina, usando sus conocimientos de química para lograr la lasaña perfecta, aunque sea al intento 79. Sin embargo, la serie acaba colando también bajo esta premisa una historia de amor trágico y superación de las dificultades.
Fellow Travelers (27 de octubre, SkyShowtime, 8 episodios)
Basada en la novela de Thomas Mallon, es la historia de una relación homosexual durante más de treinta años, entre los 50 y los 80. Hawk y Tim se conocen en el Washington del macarthysmo, uno de los lugares y épocas más peligrosos en la historia del país para ser gay, y a través de varias vicisitudes, su historia continúa hasta la época del sida, pasando por el «amor libre» de los 60 y las drogas de los 70. Interpretados por dos actores homosexuales en la vida real, Matt Bomer y Jonathan Bailey, las escenas de sexo entre ellos (y otros) son bastante contundentes, aunque la trama se beneficia menos de lo que cree el guion con sus continuos saltos en el tiempo.
The Buccaneers (8 de noviembre, Apple, 8 episodios)
Hace poco se hizo una versión de filmada de Sanditon, una novela inconclusa de Jane Austen, y ahora se atreven con otra de Edith Wharton. Las «bucaneras» del título son un grupo de cinco chicas estadounidenses que «invaden» Londres hacia 1870 en busca de títulos nobiliarios y estatus social, mientras que los hombres con quienes se emparejan se supone que obtienen su dinero de nuevas ricas americanas. La novela se publicó tal cual se quedó inacabada en 1937 (29 de 35 capítulos), y en 1993 otra escritora, Marion Mainwaring, la terminó siguiendo las detalladas notas que Wharton había dejado para el resto. El debate que se inició entonces puede seguir vigente hoy, y es el de si con la excusa de la crítica social, en realidad se está apoyando el tipo de sociedad en el que una mujer de lo que ha de preocuparse mayormente es de pillar buen marido y que lo que le ocurra en esa búsqueda servirá para moldear su personalidad y poner sal al relato, pero poco más. Es un poco como odiar la monarquía y tragarse The Crown enterita, por ejemplo. La serie de Apple en sí ha de verse sin ninguna pretensión de veracidad histórica (lo del perreo con enaguas es para hacérselo mirar), pero está liderada por Christina Hendricks en el papel de madre de dos de las bucaneras, y la verdad es que se la echa de menos cuando está ausente. Las demás son jóvenes promesas que incluyen a un personaje de raza mixta, aunque esta vez, mire usted por dónde, esto ya estaba previsto en la novela original.
The Artful Dodger (29 de noviembre, Disney+, 8 episodios)
Jack Dawkins, o el Fullero Escurridizo, entre otras varias traducciones, es uno de los personajes secundarios de Oliver Twist, la novela de Charles Dickens que ha sido adaptada a las pantallas muchas veces. En esta ocasión se imagina una continuación de su vida en Australia, tras haber sido encarcelado por sus múltiples robos en el Londres victoriano. Dawkins de crío resaltaba porque incluso con sus pocos años ya vestía de chaleco y chistera y se daba aires de adulto incluso en su vocabulario, y si hay un actor que lo mismo pueda parecer que tiene ocho años o veintiocho, ese es Thomas Brodie-Sangster. En esta serie se lo imagina como mayormente reformado y habiendo redirigido su habilidad dactilar para ser aprendiz de cirujano en vez de para robar en bolsillos ajenos. Lo que pasa es que el antiguo jefe de su banda, Fagin (David Thewlis), también ha sido deportado a Australia y no para hasta meter a Jack en múltiples líos, de los que se han de ir librando los dos solo para caer en otros mayores. Lo de la ambientación en Australia no da para mucho, la verdad, ya que no aparece nada particularmente australiano y los decorados son más bien un Londres en miniatura, menos sucio pero lleno igualmente de clase alta, clases bajas y soldados de Su Graciosa, pero la historia avanza a buen ritmo con bastante interés.
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