Moçambique no es un libro de viajes al uso. Su autor, Ricardo Martínez Llorca, recurre a sus vivencias y recuerdos para hablarnos de este país del sur de África, donde el tiempo transcurre a otro ritmo y sus gentes aprenden a buscarse la vida en un mundo que se ha olvidado de ellas. Un libro en el que a tradición lo inunda todo con tanta potencia como la luz.
En este making of, Ricardo Martínez Llorca desvela los secretos ocultos tras las páginas de Moçambique (Villa de Indianos).
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Al dar por terminada la estancia en tierra extraña, uno vacía la mochila, pone en orden el despacho de su casa, hace la compra, guarda en los armarios ropa y complementos que no utilizará hasta dentro de otros diez meses, y se promete pisar lo menos posible el propio hogar. Luego permanece atracado un tiempo muy largo, como un barco varado esperando que vuelva la marea alta. En los días de viento, siente la tentación de salir aunque sea a los ejidos de la ciudad para sentir el aire que circula libremente rociándole la cara. Habrá días de lluvia oblicua y algunos de presididos por un sol de espanto, y momentos de gloria que no quedará más remedio que lamentar haberlos perdido. A pesar de tener abandonado el viaje durante casi todo un año, uno no deja de pensar que allí fue feliz, no todo el tiempo, pero sí bastante feliz, y lo que no cesó ni un instante es la impresión de sentirse libre. La libertad es un concepto confuso, impreciso, pero es un sentimiento claro. Darle vueltas a la idea de que es posible sentirse libre es una disciplina que ayuda a considerar que esta travesía no es un naufragio. Lo único que uno hace, es cambiar un poco de alma. Pasarán los días esquivando a la gente en las calles e imaginando cómo fueron aquellos días, y rescatando esos momentos, los mejores, los que no pierden claridad porque tanto significaron para ti, y ante la tentación de volver a vivirlos no queda otra reacción que la de ponerlos en negro sobre blanco, intentando utilizar todos los recursos para transmitir la emoción que supuso. Tal vez eso también sea viajar.
Fui a Mozambique para escribir un libro que reflejara el trabajo de los cooperantes de una importante organización. Había llegado a un acuerdo verbal tanto con la organización como con una editorial, pero me negué a firmar ningún contrato previo, pues sólo admitiría que se publicara si el resultado les convencía no como promoción, sino por su valor literario. Me entrevisté con la directora de la organización y varios altos cargos de allí, programando la visita a los lugares donde desarrollaban los proyectos más interesantes: fomento de aldeas de pescadores, de construcción de redes de alcantarillado, de innovación social y acción comunitaria, etc. Pero el segundo día, nada más entrar por la puerta de la sede de la organización en Maputo, el segundo de a bordo me cerró la puerta delante de las narices: «Me he enterado de que no tienes un contrato firmado con nuestra organización en España, así pues, no tengo obligación de atenderte». Y todo el proyecto se vino abajo. A pesar de ello, conseguí visitar las ciudades y aldeas, y charlar con cooperantes y trabajadores mozambiqueños. Pero al revisar los cuadernos me di cuenta de que no quería describir nada que supusiera malestar, nada que supusiera justificar ningún síntoma de rechazo. Lo que nos salva en los viajes es lo mismo que nos salva en cualquier otro momento: los mejores recuerdos. Moçambique es una selección de ellos, guardada a la espera de emprender un nuevo viaje, de retomar la sensación, que da tanta seguridad, que supone saber que todo lo que necesitas cabe en una mochila de 20 litros.
Algún día de nuevo abrirás los armarios para escoger esa ropa y esos complementos, muy pocos, que siempre te acompañan en el viaje, y te darás cuenta de que ahora que vas a volver a partir, te has cansado y también has podido descansar porque, en realidad, los momentos que nos salvan suceden en la memoria. Escribir, narrar, supone navegar en el mismo velero que te llevó a Mozambique.
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Autor: Ricardo Martínez Llorca. Título: Moçambique. Editorial: Villa de Indianos. Venta: Todos tus libros.
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