Hilma af Klint nació en 1862 en el Palacio de Karlberg, sito en el municipio de Solna, muy cercano a Estocolmo (Suecia). Nació en el seno de una familia aristocrática de oficiales de la Marina, de la que heredó un intenso interés por la botánica y las matemáticas. A los veinte años ingresó en la Real Academia Sueca de las Artes, donde recibiría una solida formación académica como pintora durante cinco años. No fue hasta 1864 que se admitieron féminas en esta institución. Hilma en una primera etapa desplegó su actividad como paisajista y retratista. Hasta aquí un perfil convencional, tanto artístico como vital, de quien en el futuro sería considerada pionera del arte abstracto con anterioridad a Mondrian, Kandinsky y Malevich entre otros.
Desde muy temprano desarrolló un fuerte interés por el espiritismo, asistiendo a su primera sesión (séance) cuando tenía 17 años. Al año siguiente falleció su hermana menor, Hermina, acontecimiento que la afectaría significativamente e intensificaría su interés en las prácticas de comunicación con los fallecidos y la búsqueda espiritual. Más tarde tomaría contacto con la Teosofía en la variante establecida por Helena Blavatsky. Esta última fue un personaje peculiar, nacida en Rusia, que se había dado desde muy temprano a una vida de aventura y excentricidad, habiendo puesto, junto con Henry Olcott en el Nueva York de 1875, los cimientos de lo que con el tiempo sería una influyente organización consagrada al ocultismo: la Sociedad Teosófica. «El primer movimiento occidental que intentó salvar la brecha entre la espiritualidad y la filosofía de Oriente y Occidente». Así lo afirma el académico israelí Isaac Lubelsky en uno de los ensayos contenidos en este libro.
Es conveniente que el lector distinga desde el principio entre conceptos como puedan ser lo espirituoso, relacionado con la embriaguez y los licores, lo espiritualista o espiritista y lo espiritual. El concepto central es estrictamente moderno y está relacionado con el espiritismo y la teosofía blavatskiana. Lo espiritual remite al núcleo esotérico de las religiones, lo sobrenatural y prácticas como la alquimia y la magia, entendidas con un mínimo de serenidad y rigor. Una pirámide no es una “caja Brillo”.
El volumen, editado con el cuidado y el rigor estético al que nos tiene acostumbrados Atalanta, contiene una antología compuesta por seis ensayos sobre la artista basados en un seminario celebrado por el Museo Guggenheim en octubre de 2018 en Nueva York. La ruptura con el paradigma académico, seguimos a uno de sus colaboradores, Daniel Birnbaum, su afinidad con los mundos invisibles y el intercambio manifiesto en su obra entre abstracción y figuración son algunas de las características de su trabajo. No generó escuela ni recibió apoyo institucional alguno. ¿Nos encontramos, se pregunta el autor, con la primera pintora abstracta moderna?
Su obra estuvo íntimamente relacionada con sus creencias y prácticas de comunicación con los espíritus. El espiritismo (spiritualism) es una variante descafeinada de la necromancia de los antiguos: el arte de comunicar con los muertos. Este desarrollo moderno tuvo su origen en los Estados Unidos (1848), en el estado de Nueva York, de los seis brazos y el ingenio de las tres hermanas Fox. En 1888 confesaron que sus actividades no eran otra cosa que un fraude. Ese mismo año Hilma recibiría un premio de la Academia por su pintura figurativa, de contenido mitológico, “Andrómeda”.
Julia Voss, en un excelente articulo, nos refiere episodios decisivos en su desarrollo como artista y como persona. En 1886, durante una sesión espiritista, recibió una llamada directa donde se le presentó su primer espíritu guardián. En 1896 formaría su propio grupo, con cuatro amigas, De Fem (Las Cinco), realizando diversos rituales y ceremonias vinculadas a la tradición de los rosacruces. Junto con Anna Cassel, miembro del grupo y también artista, iniciaría el proceso que llevará a la elaboración de su serie Pinturas para el templo (1906-1915), que consta de 193 obras. En la gematria de Bill Heidrick esta cifra está asociada a la culebra bejuquilla, muy similar a la representación que de Apep/Apofis realizaban los antiguos egipcios.
Trató de dar a conocer su obra y viajó con su “maleta-museo” a diversos lugares. Entre otros Dornach, en Suiza, donde mostró su obra a Rudolph Steiner, el creador de la Antroposofía: una filosofía esotérica producto de una escisión en la Sociedad Teosófica. Hilma y el Maestro se habían conocido en un viaje que hiciera este a Estocolmo en 1908. En Londres en 1928 en una Conferencia Mundial de Ciencia Espiritual expuso una muestra de su trabajo, que fue descrita como “estudios sobre el simbolismo rosacruz”. Durante toda su vida experimentó voces internas y visiones procedentes de sus guías espirituales. Muchas pinturas fueron realizadas en trance, cosa que no le era grata a Steiner, que en ningún momento mostró demasiado entusiasmo por la obra de Hilma, asunto que indudablemente la afectó.
El lector encontrará información sobre la Teosofía en el articulo de Lubelsky antes citado, aunque si quiere ir más lejos de los aspectos hagiográficos y divulgativos contenidos en este trabajo debe acudir a los libros de René Guénon y Peter Washington. Respectivamente: El teosofismo: Historia de una seudorreligión (1921) y El mandril de Madame Blavatsky (1995).
Estas Pinturas para el templo estaban pensadas para mostrarse en un edificio de planta circular donde se haría posible un recorrido, definido a través de un camino ascendente en espiral, por sus cuadros. De ello nos informa Tracey Bashkoff en su artículo Visionarias paralelas: Hilla Rebay y Hilma af Klint. Obviamente este espacio no se concretó en vida de Hilma. El articulo muestra cómo la pintora Hilla Rebay, que se movía en torno a ideas intelectuales similares a las de Af Klint, y que desde 1920 guió la creación de la colección Guggenheim, sí influyó para que en los años cuarenta Frank Lloyd Wright diseñase el futuro museo tomando como referencia el símbolo de la espiral.
En 1932 Hilma hace una selección de sus cuadernos, destruyendo abundante material. Su obra aduce que está destinada a un mundo que aún no ha nacido y no debía ponerse en circulación hasta veinte años después de su muerte. Como sabemos, esto ocurrió con retraso pero ocurrió. También Madame Blavatsky había señalado la llegada de un “mesías teosófico” para 1975.
La pintura de Hilma, de ello habla con propiedad el articulo de Linda Dalrymple Henderson, será vivida como práctica reveladora en similitud con los círculos artísticos de vanguardia a los que precedió. Es conveniente señalar que la existencia de realidades invisibles al ojo humano y su exposición mediante diversas técnicas artísticas, no sólo plásticas, es tan antigua como la prehistoria. El mundo contemporáneo de Hilma, que vivió el “fin de siglo” y el periodo intermedio de entreguerras, estuvo lleno de nuevos descubrimientos científicos y de innovaciones paralelas en el campo de lo esotérico. Corrientes mediúmnicas, dibujos ocultistas creados de manera automática desde el sonambulismo y experimentos físico-químicos, cada vez más numerosos y refinados, convocaron toda una colección de metarrealidades invisibles y la necesidad de cartografiarlas.
El mito europeo de una sociedad desmitificada del cual el “desencanto del mundo”, postulado por Max Weber como característica de la Modernidad es una variante, comienza a ser desmontado, mostrando la persistencia de lo mágico en la Modernidad y su periódica emergencia y ocultación a lo largo de los siglos en los más diversos formatos. Confrontar la obra, no traducida aún al español, de Jason Ānanda Josephson Storm, The Myth of Disenchantment.
Las subestructuras ocultista y científica están fuertemente interrelacionadas, contra lo que puedan imaginar los bien pensantes, desde sus orígenes. La ruptura, no sólo estética, se ha convertido con el tiempo en una nueva ortodoxia en la cual se recalcan asuntos tan variados como “el arte como expresión de la relevancia cósmica”, como si eso no existiera en Soria en la ermita templaria de san Bartolomé de Ucero, por poner un ejemplo a vuelapluma. También la persistente geometrización del imaginario, que presuntamente aportan las vanguardias que cultivan la abstracción, así como las transformaciones del establishment que administra estas cuestiones, relacionadas con la producción no solo del arte contemporáneo sino de las abundantes narratologías que lo justifican, cuyo funcionamiento como red global llama la atención del observador independiente.
Estas últimas temáticas son estudiadas en el imprescindible articulo de Marco Pasi con el que se cierra el volumen, donde se recalca la fuerte presencia en el mundo del arte contemporáneo de los valores teosóficos, el predominio de las mujeres y la reactivación del pasado (teosófico) como crítica del presente. En él se recogen no obstante aserciones tan poco novedosas pero sin duda de uso común en los selectos círculos de la cúpula de nuestras sociedades occidentales como: «Si hay algo que anhelan nuestras postseculares sociedades líquidas es, sin duda, sentido».
Y es que la Mujer es el Capital, en la época del colapso de los sistemas y del advenimiento de la Pesadilla.
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Autor: VVAA. Título: Hilma af Klint, visionaria. Traducción: Francisco López Martín. Editorial: Atalanta. Venta: Todostuslibros.
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