A los 79 años, el legendario escritor mexicano José Agustín, padre de una renovación literaria que en México se llamó la Literatura de la Onda, falleció en su casa de Cuautla. Su estado de salud se había deteriorado a causa de una caída sufrida en 2009, cuando se rompió el cráneo y dos costillas, que lo mantuvo dos meses y medio en el hospital, tras los que se sumió en un silencio creativo. En diciembre del año pasado las cosas solo fueron a peor y el 2 de enero su hijo hizo pública la despedida de su padre ante un sacerdote que le daba la extremaunción acostado en su cama. “Con esto ya mi trabajo aquí se va terminando”, comentó el escritor como despedida de sus lectores. Pero todavía aguantó un poco más hasta que finalmente ocurrió lo inevitable. Autor de obras como De perfil, Abolición de la propiedad, El rey se acerca a su templo, Ciudades desiertas o La panza del Tepozteco, José Agustín le dio a la literatura mexicana un aire nuevo, empleando el lenguaje y describiendo los usos y costumbres que en los años 60 daban identidad a los jóvenes, y con ello le otorgó carta de naturaleza. Como han dicho tras su muerte, con su irreverencia literaria abrió la puerta a algo nuevo y sus lectores entramos en esa fiesta, donde el desmadre, la música, el humor y otras maneras de contar sirvieron de estímulo a las siguientes generaciones de escritores. El crítico literario Armando González Torres escribió que «la fluidez y la espontaneidad de la escritura de José Agustín ejercían un efecto estimulante y desinhibidor en quienes entonces teníamos aspiraciones literarias: nos hacía pensar, falsamente, que escribir era simple y espontáneo”. Guste más o menos, es indiscutible que no se podrá hablar hablar con seriedad de la narrativa mexicana de la segunda mitad del siglo XX sin contar con él. Descanse en paz, maestro.
GABRIEL ZAID, 90 AÑOS DE UN CLÁSICO DISCRETO
El Colegio Nacional ha celebrado estos días los 90 años del escritor regiomontano Gabriel Zaid. Se trata de un autor cuya obra se ha querido situar siempre en los márgenes del centralismo literario mexicano, pero que se ha consolidado como un referente de la crítica gracias a ensayos como Los demasiados libros, Cómo leer en bicicleta, El progreso improductivo o De los libros al poder, donde hace gala de originalidad, desparpajo, ironía, sarcasmo y un espíritu corrosivo que a sus noventa años permanece intacto en sus columnas periodísticas. Pero Zaid ha sido también un gran poeta, como lo demuestran poemarios como Fábula de Narciso y Ariadna, Campo nudista, Canciones de Vidyapati o Reloj de sol. Por otra parte, Zaid ha sido un analista incisivo de la historia mexicana, empleando lo que Octavio Paz llamaba «la crítica de la pirámide», en alusión a las pirámides empresariales, burocráticas, universitarias o culturales, para reivindicar tradiciones alternativas, ya sea de productividad, de conocimiento, de conversación o de actividad cultural, lo que lo ha llevado a tener una visión disidente de la historia de México, donde resalta tradiciones que han sido consideradas derrotadas, reaccionarias o poco importantes, en especial la tradición campesina. Como regalo de cumpleaños, Ana Laura Santamaría, directora de la Cátedra Alfonso Reyes, anunció que el Tecnológico de Monterrey y el Colegio Nacional editarán una colección de diez títulos de Gabriel Zaid que permitan a los jóvenes acercarse a su obra, y precisó que los dos primeros serán ¿Cómo leer poesía? y El progreso en bicicleta, que estarán en librerías muy pronto. Felicidades.
FILTRACIONES EN PALACIO
La relación entre los periodistas y la presidencia de Andrés Manuel López Obrador siempre ha estado marcada por la polémica. Es lo que tiene dar una rueda de prensa todos los días religiosamente desde hace más de cinco años. Ahora resulta que la base de datos que contiene la información personal de más de 300 periodistas que han acudido a escuchar la buena nueva presidencial en las así llamadas «mañaneras» ha sido filtrada en foros clandestinos de internet y en redes sociales. Según las informaciones, durante la tarde del 26 de enero expertos en ciberseguridad alertaron de que los datos personales de cientos de comunicadores, nacionales y extranjeros, que habían acudido a Palacio Nacional, viajaban por el ciberespacio sin ningún pudor ni protección. Dicha información incluye nombres, fotografías, identificaciones oficiales, pasaportes, números telefónicos, correos electrónicos, Claves Únicas de Registro de Población (CURP) e incluso Registros Federales de Contribuyentes (RFC). ¿Y qué ha hecho la oficina de prensa del Jefe del Ejecutivo? De momento, nada, silencio, mutis por el foro. ¿Estará Chucho Cuevas, el jefe de ese despacho, sumergido en las profundas y virtuales cañerías de internet tratando de arreglar el agujero provocado en la fontanería del Sistema de Acreditación de Prensa de Presidencia? Nadie lo sabe. Lo cierto, en todo caso, como recordó la ONG Artículo 19, es que México es uno de los países en donde más se registran agresiones contra los periodistas, por lo que la filtración de los datos no sólo vulnera la identidad y dignidad de los informadores, sino su seguridad física, y «es de particular preocupación», como señala Artículo 19, «que la información filtrada sea de quienes atienden las mañaneras, espacio donde periodistas han alertado sobre sus persecuciones y amenazas». Ya veremos cómo se arregla este entuerto.
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