Entre 1975 y 1981 Peter Weiss publicó, en tres volúmenes, La estética de la resistencia. El libro, monumental, llevaba a sus límites dos de los subgéneros más queridos por la tradición centroeuropea: la novela de formación, o bildungsroman, y la novela de arte, o künstlerroman. El empeño de Weiss era trasladarnos, bajo aspecto novelesco pero apelando a la autobiografía, la doble dirección de su formación, como comunista por un lado, como artista por otro, mostrando de qué modo la educación política y la estética pueden ir de la mano, discutir y florecer en paralelo, aunque aplicando en todo momento un expediente crítico que no obligue a la sumisión de aquélla por ésta.
Arrancar de una novela de 1.200 páginas para llegar a un libro de poesía de 90 puede parecer incongruente, pero no lo es. Al contrario. Tiene un sentido radical. Porque radical, en la acepción marxista del término, es cualquier investigación que revele la raíz de los asuntos que nos competen y conmueven, afecten a millares o a uno, tengan que ver con la salvación del mundo o con ser personas justas. Y si he citado a Weiss como padre nutricio es porque Famélica legión, la última obra de Javier García Cellino, aúna las dos pasiones del poeta, la política y la estética, para orientarlas hacia un fin común, acariciado y perseguido por ambos artistas: la construcción de un arte ético.
El propio autor explica el venero del que bebe esta búsqueda. Lo hace en su nota inicial, más que nunca una declaración de intenciones. «El hilo que vertebra el presente poemario es la representación de una serie de muestras pictóricas, por considerar que la pintura ha reflejado fielmente los distintos escenarios de la Historia, con sus correspondientes cambios sociales». Los cuadros que componen este museo de la infamia y la crueldad, pero también de la dignidad y la humanidad, se convierten en un abecedario de pasiones, conductas y actitudes ante la existencia. Las trayectorias que García Cellino traza son múltiples, hasta conformar el cronomapa en que nuestra cultura, con sus luces y sombras, halla acomodo. Basta citar principio y fin de algunos de estos viajes para comprender la ambición del empeño. Del arte parietal a Botero; de Rembrandt a Bacon; de Leonardo a Pollock. Índices que apuntan a una disciplina que ha encontrado su armonía en la diversidad y a un poeta que ha espigado su musa en la mezcla. Pero siempre, en cada poema, sin renunciar a un empeño pedagógico (término indicativo aquí de una confianza en la palabra como debeladora de mentiras) y a una consideración entusiasta del quehacer poético. Un brevísimo poema evitará cualquier glosa: “Sobre el leve huracán / de tus manos, sobre la sed de los últimos escombros, / me alzo hoy, querida Poesía”.
Es probable que, en tiempos donde toda pretensión de verdad parece abolida, esta fe en el poder de la palabra para cifrar el mundo resulte ingenua, pero quienes conozcan la coherencia que anima la obra de García Cellino no encontrarán en Famélica legión sino un nuevo hito en un camino labrado sobre la cortesía hacia los damnificados de la Historia y la confianza en la capacidad de la literatura para aliviar nuestra indiferencia. Lo cual es equipaje suficiente para una vida de creador.
Autor: Javier García Cellino. Título: Famélica legión. Proemio de Ana Martín Puigpelat. Editorial: El sastre de Apollinaire. Venta: Amazon
Zenda es un territorio de libros y amigos, al que te puedes sumar transitando por la web y con tus comentarios aquí o en el foro. Para participar en esta sección de comentarios es preciso estar registrado. Normas: