Cuando Abraham Juárez ganó el Premio de Narraciones Históricas el año pasado, el jurado pensó que la novela había sido escrita por un egiptólogo o un arqueólogo, por lo que ahora a nadie extrañará que en su nueva novela, La conjura del harén (Espasa), aborde los saqueos de tumbas de faraones en la antigüedad.
Al magisterio literario de Mika Waltari unió Juárez el del historiador Josep Padró Parcerisa durante sus estudios universitarios, unos estudios sobre Egiptología que ha continuado fuera de la universidad y que se han convertido en «una afición» que le ha ocupado durante casi medio siglo.
En La conjura del harén, cuya acción se sitúa en el siglo XI antes de Cristo, durante el reinado del faraón Ramses III, Juárez propone una trama que está íntimamente ligada al saqueo de tumbas que se vivió en aquel momento histórico.
Según el autor, en aquel periodo de crisis se multiplicaron los saqueos de tumbas antiguas —el antiguo Egipto se extiende desde 3.100 años antes de Cristo a 30 años antes de Cristo— hasta el punto de que un sacerdote tomó la iniciativa de exhumar momias y enseres de antiguos faraones para trasladarlos a una gruta, a salvo de los ladrones.
Esa gruta fue casualmente descubierta en 1870 por unos pastores que se dedicaron a vender algunas de las antigüedades que encontraron, y entre ellas se dataron 53 momias, trece de las cuales pertenecían a otros tantos faraones que fueron de los más importantes de toda la historia del antiguo Egipto.
Como ejemplo de las arduas investigaciones históricas que suscitó aquel hallazgo, Juárez ha señalado que hasta 2018 no se haya determinado a quién perteneció una de estas momias, conocida entre los egiptólogos como «La momia que grita», y que hasta 2012 no se determinara cuál de estas momias era la de Ramses III, protagonista de La conjura del harén.
Uno de los responsables de aquellos saqueos de momias y antigüedades, ya en la trama novelesca de Juárez, será uno de los responsables del asesinato de Ramses III, contra quien primero procedieron con magia negra —lo cual está documentado históricamente— y al ver que este método no daba resultados optaron por degollarlo.
Ramses III reinó durante 38 años y es el más desconocido de los faraones que llevaron ese nombre, pese a ser el vencedor de la primera batalla naval de la historia y resolver favorablemente lo que Juárez y otros egiptólogos consideran «la primera huelga de la historia».
Aquella primera huelga fue llevada a cabo por los constructores de tumbas —no todos los cuales eran esclavos— y se debió a que en determinado periodo de crisis no recibieron los alimentos necesarios para desarrollar su labor, mientras que aquella primera batalla naval fue contra los denominados «Pueblos del mar», una serie de tribus procedentes de Anatolia que trataron de invadir el fértil Egipto.
El más célebre de los egiptólogos actuales y ex-ministro de Turismo y Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, definió a Ramses III como «un borracho», según ha recordado a EFE Juárez, quien ha matizado esa opinión:
«La perdición de Ramses III fue tener dos grandes esposas al mismo tiempo, cada una de las cuales tuvo un hijo y ninguna de las dos renunció a que fuese el heredero», lo cual desencadenó el consiguiente conflicto dinástico.
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