Los rincones oscuros del alma humana

Este nuevo libro que acaba de publicar Jaume Cabré recuerda en muchos aspectos a Yo confieso, una de esas novelas que aparecen de vez en cuando y que merece la pena no perderse. En esa obra, editada en 2011, se pueden apreciar las características esenciales de la escritura de este autor, que ha conformado un mundo literario personal, reconocible también en obras como Las voces del Pamano o Señoría, ambientadas en épocas y escenarios diferentes. Cuando llega la penumbra continúa en esa misma línea, al tratar temas que identifican la literatura de Cabré. Reúne trece relatos, que son en todos los casos historias de carácter criminal narradas con intriga y con un ritmo vertiginoso: un hombre escucha la confesión del asesinato que  otro va a cometer, sin saber que la víctima es él mismo (“A sueldo”); un escritor cumple cincuenta y siete años el mismo día que recibe la noticia de que le han concedido el premio Nobel y de que alguien va a ser asesinado en su biblioteca (“Buttubatta”); un coleccionista de arte muere por un caso en el que nada tuvo que ver (“Punto de fuga”).

El libro se abre con el dolor de un niño que sólo busca una respuesta: saber por qué se suicidó su madre. “Sois carne de presidio”, le vaticinan en el internado; y a veces, sí, los malos augurios se hacen realidad (“Los hombres no lloran”). Otros relatos reproducen las historias de hombres que ejercen un trabajo cruel: matar de oficio (“A sueldo”, “Buttubatta, “Pandora”). O se introducen en el laberíntico mundo de la mente humana, donde pueden pervivir recuerdos obsesivos (“Ebro”) o en donde se fabrican los más atroces proyectos (“Las manos de Mauk”).

A pesar de que son historias independientes, los cuentos están enlazados por algunos vínculos comunes: la atmósfera, el tono narrativo, el tipo de personajes, el estilo de los diálogos y hasta algunos motivos que reaparecen en varios de ellos: en “Paraíso”, en “Ebro”, en “Claudi”, en “Punto de fuga”. Todos se construyen sobre una historia criminal y todos indagan en los rincones oscuros del alma humana. Como contraste, en varios de ellos se destaca la capacidad del arte para transformar la realidad: un milagro, en medio de tanta sordidez.

“Si el milagro sucede mediante las palabras, lo llamamos literatura; si ocurre etéreamente en un tiempo concreto, lo llamamos música; y si el milagro se produce en un espacio material concreto, lo llamamos pintura, fresco, retablo, escultura… Y si el milagro es el espacio que creas, lo llamamos arquitectura” (pág. 261).

Formalmente, estas narraciones siguen las normas características del cuento clásico, en la importancia que en ellas tiene la trama y en el final sorprendente que cierra cada historia. También en la capacidad de condensación, de sugerencia y de intensidad narrativa. La innovación está en los aspectos formales: en las técnicas narrativas que emplean, en los saltos temporales, en la perspectiva desde la que se cuenta la historia, en las distintas voces del narrador.

Jaume Cabré continúa explorando a través de estos relatos el tema que está en la base de toda su literatura: el tema del mal. Los personajes son ladrones de cuadros, asesinos de niñas, sicarios a sueldo. No sienten el dolor ajeno, no experimentan remordimiento ni culpa. De todos los protagonistas, sólo el anciano demente de “Ebro” se reprocha un comportamiento cobarde. Los demás, son gentes de vidas ásperas, que tienen “el alma de hierro y el corazón de acero” (pág. 137). Cabré representa en ellos la capacidad para concebir el mal, en esos momentos en los que el corazón humano se cubre de las sombras que anuncia el título del libro.

Autor: Jaume Cabré. Título: Cuando llega la penumbra. Editorial: Destino. Venta: Amazon y Fnac