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Impresiones sonoras

El siglo XX también puede ser explicado a través de la música que sonó en los salones de toda Europa. De hecho, es lo que hace Pedro González Mira en este ensayo, Los músicos de Hitler, que de algún modo viene a complementar aquel otro que publicó anteriormente: Los músicos de Stalin.

En este making of Pedro González Mira muestra las raíces de Los músicos de Hitler (Berenice).

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Aunque este es un libro que he tenido claro desde el primer momento, como me ha sucedido con mis publicaciones anteriores ha ido conformándose según iba creciendo desde una idea inicial muy concreta; esta vez ha sido, sin embargo, especialmente determinante en el desarrollo del texto. Se trata de la tensión que se produce en la música alemana tras la desaparición de la figura de Richard Wagner. Lo fácil, así, habría sido plantear el libro bajo esa idea, una especie de estudio sobre las influencias ejercidas por la ópera wagneriana sobre los restos de un romanticismo que se prolonga hasta el último Schönberg. Pero al proponerme mi editora la idea de prolongar mi anterior libro (Los músicos de Stalin) a este Los músicos de Hitler, sin duda con una visión comercial de la que carezco, me abrió una ventana para tratar el asunto de otra manera. Wagner seguiría presente en el proyecto, pero no como un fin sino como un extraordinario pretexto para adentrarme en un meollo diferente: la imagen central de dos autores tan cruciales como Richard Strauss y Arnold Schönberg, con una serie de aledaños imprescindibles.

"Tratadas ya las dos figuras de Strauss y Schönberg, el libro fue creciendo hacia otros compositores que por unas razones u otras estuvieron presentes en el cotarro nazi"

Se ha escrito mucho sobre las influencias que pudo tener la música del autor de Tristán e Isolda en el diseño ideológico del nacionalsocialismo, para Hitler en grado sumo, pero hace ya mucho tiempo que críticos y músicos se han dedicado sistemáticamente a blanquear el asunto, sin duda bajo la obnubilación que produce el consumo de la música del maestro. Sin embargo, las estrechas relaciones del Führer con la familia Wagner, sobre cuyas espaldas recayó la gestión del Festival de Bayreuth, determinaron buena parte de la música poswagneriana. Strauss se sitúa en el centro de ese proceso, y de ahí que haya dedicado un extenso capítulo a ese compositor, por otro lado un individuo que mantuvo relaciones al menos cordiales con el aparato hitleriano. Junto a Strauss vi absolutamente necesario referirme a la controvertida figura del director de orquesta Wilhelm Furtwängler, otro colaboracionista cuyo genio como músico también ha contribuido sobremanera a su limpieza. Esta línea creció hacia una referencia más amplia, que ha incluido al antifascista Arturo Toscanini y el muy nazi Herbert von Karajan.

Una vez establecido este núcleo, tratadas ya las dos figuras de Strauss y Schönberg, el libro fue creciendo hacia otros compositores que por unas razones u otras estuvieron presentes en el cotarro nazi, unos por devoción, como es el caso de Hans Pfitzner, quizá el autor más singular de la época, y otros por haber estado sometidos al terror del régimen, por un lado los llamados Músicos Degenerados, con Paul Hindemith a la cabeza, y por otro los que, directamente, fueron invitados a residir en campos de concentración o expulsados hacia el exilio.

"Una última observación sobre mi modo de operar al escribir este libro: casi todo él fue redactado escuchando la música a la que me iba refiriendo"

Más o menos el libro acababa ya aquí, cuando percibí claramente que hay dos músicos que de ningún modo podían obviarse en un relato como este. Ambos se sitúan fuera del área alemana, pero los dos tienen que ver con el asunto, y los dos ocupan un lugar de privilegio en la música del siglo XX: el francés Olivier Messiaen y el húngaro Béla Bartók, el primero autor de una obra capital escrita en un campo de exterminio, el Cuarteto para el fin del tiempo, y el segundo un compositor que cambió el paradigma musical de su tiempo al transformar la música campesina (húngara, serbia, rumana, eslovaca, etcétera) en fuente de modernidad.

Una última observación sobre mi modo de operar al escribir este libro: casi todo él fue redactado escuchando la música a la que me iba refiriendo. No soy un musicólogo sino, únicamente, un transmisor de impresiones sonoras.

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Autor: Pedro González Mira. Título: Los músicos de Hitler. Editorial: Berenice. Venta: Todos tus libros.

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