La escritora finlandesa Sofi Oksanen denuncia en su ensayo Dos veces en el mismo río (Salamandra) las violaciones masivas de mujeres por parte de las tropas rusas en la guerra en Ucrania, y considera que «la solución pasa por responsabilizar a Rusia de crímenes de guerra».
Asegura la autora que «Ucrania es un país soberano según el Derecho Internacional, a diferencia de lo que dice Rusia; y los estados bálticos fueron ocupados ilegalmente por fuerzas soviéticas, aunque el régimen de Putin diga que esos países entraron motu proprio en la Unión Soviética, algo que no es cierto. En Ucrania la hambruna de 1932-33 (holodomor, en ruso) provocada por el régimen de Stalin fue una manera política de destrucción de la cultura y la resistencia ucranianas». Rusia niega hoy la motivación política y con ella la naturaleza genocida de esa acción, así como las deportaciones que realizaron las fuerzas soviéticas tanto en los estados bálticos como en Ucrania. Oksanen pone el acento en esas deportaciones, pues «ahora mismo Rusia deporta a ucranianos, no solo niños, sino también adultos, algo que no es nuevo, es un método clásico de colonización».
Las violaciones masivas como arma de guerra a mujeres alemanas, que el Ejército Rojo hizo en su camino a Berlín en 1945, «se repitieron en época de la Federación Rusa en la guerra en Chechenia, en Siria y en Georgia, y siempre han salido impunes». La autora finlandesa, con antepasados estonios, describe los abusos sexuales de los rusos en Ucrania como «una violación genocida, porque tiene el componente étnico» y apoya su afirmación en los testimonios de mujeres, pero también de hombres, pues «han castrado a soldados ucranianos. Los torturan en los centros de detención con corrientes en los genitales desde 2014».
Resulta difícil, reconoce Oksanen, obtener datos de la violencia sexual contra las mujeres, pero «sí se sabe que hay 30.000 desaparecidos en Ucrania y que no se sabe nada de los deportados ucranianos por los rusos». Lo más sorprendente es que «en los centros de detención los propios rusos realizan grabaciones de las torturas a sus víctimas, y por tanto tienen un montón de evidencias de sus propios crímenes, pensando que las pruebas no importan».
Para Oksanen, en el pasado ha habido ejemplos totalmente opuestos a esa misoginia: «Durante el Imperio Ruso había unas leyes de divorcio muy liberales, y cuando se creó la URSS también promulgaron una legislación muy liberal respecto a las minorías sexuales y hasta la época de Stalin no se criminalizó la homosexualidad. Había extranjeros que iban a la Unión Soviética precisamente por la flexibilidad de su legislación». En la actualidad eso ha cambiado: «Putin dice defender unos valores tradicionales que van en contra de su propia historia, unos valores que son pura ficción, y la misoginia ha sustituido al comunismo como herramienta imperialista de influencia, pues tampoco puede utilizar la religión, ante los pocos países con dominio de la Iglesia ortodoxa». No cree que necesariamente Rusia tenga que ser gobernada por un régimen totalitario, como demuestra la historia: «El camino hacia la democracia es muy largo, pero para ello primero los ciudadanos tienen que quererlo».
La autora de Purga, Mejor Novela Europea del Año en 2010, decidió en esta ocasión escribir un ensayo sobre la guerra de Putin contra las mujeres porque «requería esta vez palabras más directas, pues la poesía no te salva cuando estás frente a un tanque ruso ni las metáforas te protegen de un soldado armado». El título, Dos veces en el mismo río (Salamandra), se refiere a que «Rusia repite su manual de colonización, de imperialismo; Putin utiliza la misoginia como herramienta de influencia imperialista» y busca aliados en otros países con esa misma misoginia, al igual que la utiliza en Ucrania como «arma de guerra» y a nivel interno «para garantizar la centralización del poder».
Tirando de historia reciente podríamos hablar del golpe de estado del Maidan, en el que un grupo de neonazis adoradores de Sthepan Bandera se hicieron con el poder con financiación y colaboración de la CIA, derrocando al presidente legítimo y sirviendo a intereses extranjeros, que han utilizado desde entonces a Ucrania como un peón al servicio del imperio yanki. Se prohibe la lengua rusa, de uso habitual en el Dombas y Crimea, se les prohibe a estos estados su representación política, se prohiben partidos prorusos y se ilegaliza el partido comunista. La lógica rebelión de las repúblicas de mayoría rusa es contestada con guerra y bombardeos de civiles que desde 2014 se producen en el Dombas por parte de tropas ucranianas. Rusia promueve acuerdos de alto el fuego mediante los acuerdos de Minsk 1 y 2, que son sistematicamente violados por ucrania a las órdenes de sus amos occidentales. A la par, Ucrania trata de dinamitar constantemente los lazos entre Rusia y Occidente con políticas hostiles hacia la primera, y finalmente solicita su ingreso en la OTAN, lo que compromete seriamente la propia subsistencia del estado ruso, como en su día lo comprometía la instalación de misiles nucleares en Cuba y que a punto estuvo de desencadenar un conflicto nuclear (recordemos no obstante que esto era una respuesta de la URSS a la instalación de misiles nucleares de USA en Turquía junto a la frontera soviética). Aún así Rusia se aviene a negociar la no inclusión de Ucrania en la OTAN, ante la negativa invade el Ucrania pero a las semanas retira sus fuerzas para facilitar unas negociaciones en las que exigía unos mínimos razonables, que inicialmente son aceptadas por Ucrania pero nuevamente boicoteadas por sus amos occidentales. El pueblo Ucraniano está siendo utilizado como carne de cañón por USA como ariete contra Rusia, ante la inevitable pérdida de su estatus de superpotencia hegemónica, y Europa como buen perro fiel de su amo le baila el agua, clamando por un conflicto nuclear en el que Europa sería el teatro de operaciones.
Y la solución que esta señora propone es acusar a Rusia de crímenes de guerra (algo de perogrullo pues en todas las guerras todos los bandos cometen crimenes de guerra), y como no, regado con el victimismo feminista que tanto vende hoy en día en la agenda woke en la que se suicida constantemente la izquierda occidental.
Es lamentable la manipulación a la que nos someten con tal de servir a los intereses del imperio, llevando a Europa al desastre. Sería de agradecer que Zenda, si en algo estima la libertad de expresión, de cabida a opiniones que no laman las botas al discurso impuesto.
Gracias Rosa, tu comentario es mucho más valioso que otra pieza de propaganda al peso elaborada por la maquinaria gubernamental. Se nota que estos días están metiendo una marcha más a la matraca rusofóbica, pero se detecta una creciente contestación por parte de cada vez más gente que ya no comulga con ruedas de molino.
No espero que esta página dé altavoz a voces contra el discurso imperante, me conformaría con que no censuren las opiniones de los comentaristas y no emitan (demasiada) propaganda, que para eso ya tenemos a todos los medios del espectro (des)informativo.
Ya solo el subtítulo da idea de lo mediocre de la propuesta; «la guerra de Putin contra las mujeres» .Personifica un conflicto geoestratégico en un dirigente con nombre y apellidos, y cambia la perspectiva de la guerra: conflicto de intereses políticos y económicos, conflicto de clases, cambios en el equilibrio de poder mundial, salida a las exportaciones USA frente a las de Rusia, expansión de la OTAN hacia el area de influencia Rusa etc… a una perspectiva de género, que es la óptica miope con la que se enfoca en la actualidad cualquier conflicto sobre el que se pretende que la masa no se haga demasiadas preguntas. Sobre el resto, poco que añadir a lo que ya se ha opinado. Nos gobiernan auténticos psicópatas irresponsables, traidores a sus países al servicio de los intereses USA.
En realidad la solución en Ucrania pasa por parar los pies al imperio Americano y recluirlos a sus fronteras. Bastante daño han hecho ya como para tener que soportar una guerra en la trastienda de Europa al servicio de sus intereses y en detrimento de los nuestros, con riesgo de guerra mundial incluida. Si Estados Unidos ganase en Ucrania, la siguiente será China y la guerra a escala mundial, de no darse ahora, será una realidad en el futuro próximo. Urge la desaparición del imperio del mal Americano para que el resto del mundo pueda respirar en paz.