Imagen de portada: Francisco Rico recibiendo en 1998 el premio Trayectoria Literaria de la Diputación de manos del Consejero de Economía de la Junta de Castilla y León.
Francisco Rico fue miembro de la Real Academia Española. Su discurso de ingreso lo basó en el Lazarillo de Tormes. Como catedrático emérito de la universidad autónoma de Barcelona dirigió varias colecciones de libros indispensables y fundamentales en nuestra cultura española. Suya, y de sus colaboradores, es la mejor edición de El Quijote que se conoce hasta la fecha. La Diputación de Valladolid le concedió en 1998 el premio a la trayectoria literaria, dotado con una escultura de Coello y un millón de pesetas. Y vino a recoger ambas piezas.
Antes de aquel encuentro personal ya admirábamos la intelectualidad de Francisco Rico, buscábamos sus libros publicados y los leíamos con fruición de alumno. Debida esta situación, en parte, por coincidir con él en dos admiraciones: al anónimo autor del Lazarillo y a Cervantes especialmente, mis dos grandes debilidades literarias.
¿Hubieran sido igual de provechosos los estudios de Francisco Rico de haber nacido en Valladolid, estudiando en cualquiera de nuestra estupendas universidades castellanoleonesas y realizando y divulgando sus estudios en esta tierra nuestra? Que cada uno de mis lectores responda por sí mismo. Sea cual fuere la respuesta seguiré considerando a FR como un vallisoletano nacido en Barcelona; y a juzgar por los testimonios publicados, él también.
Un día sacó un libro, en cuyo prefacio dice al lector que el volumen es una recopilación de artículos aparecidos en distintas publicaciones, “a veces recónditas”… y añade un agradecimiento, un gesto cariñoso aunque con alguna reserva: “Me importa señalar que cuatro de ellos constituyeron un elegante librito, no venal y rotulado Quijotismos, que nunca habría llegado a imprimirse tal cual sin el estímulo de la Biblioteca de Aldeamayor de San Martín, a cuya entrada se leen los nombres queridos de mi padre y mi madre”. Se le pasó escribir la palabra Valladolid entre paréntesis después del nombre del que considera su pueblo natal, así Aldeamayor de San Martín no es de ninguna parte y mucho menos un pueblo de la vieja Castilla con honda raíz histórica y taurina que le puso a su nombre, Francisco Rico Manrique, la biblioteca municipal.
Gracias a este libro sobre El Quijote ha elevado Francisco Rico su categoría de filólogo y ha descendido su condición de escritor originario, aunque no nacido, en esta tierra de pinares, pues ya ni siquiera se dice lo que en otras solapas de sus últimos libros se decía: “Castellano, pero nacido (1942) y criado en Barcelona”. Castellano, pero parece escrito con intención claramente adversativa. Pero es solo una conjunción adversativa para exponer lo contrario de lo que se ha dicho antes.
Cuando en el texto aparece el nombre de un personaje catalán, Francisco Rico se apresura a subrayar esa condición. Pero no ocurre con ningún otro personaje no nacido en Cataluña, que se queda huérfano de origen. Esto nos hace pensar que escribía sus libros pensando sólo en los lectores catalanes.
Francisco Rico fue catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales de la Universidad Autónoma de Barcelona y fue miembro de la Real Academia Española, la Accademia dei Lincei, The British Academy y la Académia das Ciéncias de Lisboa. Es referencia obligada en la bibliografía del hispanismo su atención a los orígenes de la literatura castellana; la General Estoria de Alfonso X el Sabio; la poesía española del siglo XV (Texto y contextos); la novela picaresca (Problemas del Lazarillo); el Quijote cervantino (Quijotismos); piezas teatrales del Barroco, como El Caballero de Olmedo, de Lope de Vega, o El desdén, con el desdén, de Moreto. Vida y obra de Petrarca le distinguió como especialista consagrado en la producción literaria, preferentemente en lengua latina, del gran autor italiano. Asimismo, es autor de estimulantes títulos que abarcan aspectos diversos, como por ejemplo: Primera cuarentena y tratado general de literatura; Estudios de literatura y otras cosas; Los discursos del gusto. Notas sobre clásicos y contemporáneos; En torno al error. Copistas, tipógrafos, filologías. Por último, son de consulta ineludible su muy difundida Historia y crítica de la literatura española y su colección Biblioteca clásica, dentro de la cual apareció por primera vez la gran edición crítica y comentada del Quijote, superando a la que hizo Rodríguez Marín en 1947, en diez volúmenes, editada por Atlas y alentada por el Cuarto Centenario de Cervantes.
Los padres del profesor Rico fueron Cipriano Rico, agricultor, y María Manrique, sus labores, nacidos en Mojados (Valladolid) y ocasionalmente residentes en La Pedraja de Portillo y en Aldeamayor de San Martín, de la misma provincia. El matrimonio salió de esas tierras pinariegas (“son los pinos de rumores altos”, dijo el poeta) en busca de horizontes más abiertos de cara al mar, hacia suelo catalán, buscando una aventura que fue triunfal hasta hoy, en que los catalanes han dejado de nutrirse de los saberes de un castellano que ha regalado su biblioteca a la universidad en la que fue profesor para, una vez jubilado, desembarazado de una colección bibliográfica de “quijotes” de su propiedad, única en España.
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