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A. J. Finn: «Si uno de mis personajes me sorprende, significa que la medicación que tomo no funciona»

A. J. Finn: «Si uno de mis personajes me sorprende, significa que la medicación que tomo no funciona»

Ocurrió en 2018. Un desconocido escritor estadounidense que firmaba con el nom de plume de A. J. Finn lograba vender la escandalosa cifra de cinco millones de ejemplares en todo el mundo con algo que se podría describir sucintamente como el best seller perfecto: una intriga titulada La mujer en la ventana de evidente influjo hitchcockiano que fue adaptada al cine con Amy Adams en el papel protagonista. Seis años después, el neoyorquino Daniel Mallory busca la confirmación como superventas con una nueva intriga medida a la perfección que funciona como un irresistible mecanismo de relojería: El final de la historia (Grijalbo), de la que nada menos que Stephen King ha confesado, desarmado, que es «imposible dejar de leer».

Ahora Mallory / Finn está en España para promocionar su (presumible) nuevo bombazo, que arranca cuando el célebre novelista de misterio Sebastian Trapp invita a la profesora y experta en su obra Nicky Hunter a visitarle en su mansión de San Francisco con la siguiente y peculiar nota: «En tres meses estaré muerto. Venga a contar mi historia».

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—Después de un éxito tan enorme como el de La mujer en la ventana, ¿fue fácil o difícil ponerse a escribir otra novela?

"El éxito de mi novela anterior me ha permitido escribir el libro que quería escribir, sin presiones"

—Pues la verdad es que me sentí bastante liberado. Quizás no estaba intimidado porque mi línea de razonamiento fue que, escriba lo que escriba, probablemente no va a tener el éxito mundial que ha logrado La mujer en la ventana. Es como James Cameron cuando hizo Titanic. Probablemente pensó «¿qué más da lo que haga después?»… ¡y luego rodó Avatar! (Risas). Bien pensado, es un mal ejemplo. En fin, el éxito de mi novela anterior me ha permitido escribir el libro que quería escribir, sin presiones. Y espero que guste por las mismas razones. Por la intensidad emocional y por la trama, que en esta ocasión es aún más retorcida.

—¿Cuál fue la inspiración detrás de esa trama?

—Lo recuerdo perfectamente. Justo antes de que mi agente literario enviase La mujer en la ventana a los editores, leí un artículo en un periódico de EEUU sobre el oficio del biógrafo personal, estos es, esos individuos a los que puedes encargar que escriban la historia de tu vida. Y yo me pregunté: ¿quién es capaz de invitar a un extraño a que indague en su vida personal? En ese momento nació esta novela.

—Suenan en este libro ecos de Agatha Christie. ¿Qué importancia tiene la obra de la gran dama del crimen en su escritura?

"Christie es importante como lector porque cuando era niño leí sus novelas. Y por coincidencia después, cuando trabajaba en una editorial, republiqué muchos de sus libros"

—Le voy a dar una respuesta en dos partes. Christie es importante como lector porque cuando era niño leí sus novelas. Y por coincidencia después, cuando trabajaba en una editorial, republiqué muchos de sus libros. He aprendido mucho de sus tramas y tengo muy claro que nunca podré competir con ella. La segunda parte de la respuesta es cómo ha influido Christie en el libro. La historia tiene lugar en una gran casa y hay un crimen del pasado que vuelve al presente. Pero, y esto es importante, al final del libro un personaje le dice a otro: «No estás en una novela de Agatha Christie, estás en un thriller psicológico». Se lo advierto al lector. Mis libros no acaban tan limpios como los de ella.

—La narrativa epistolar entre Sebastian y Nicky es un elemento distintivo en la novela. ¿Cómo abordó la escritura de estas cartas?

—¡Fue muy difícil, por distintas razones! Escribí un boceto larguísimo de veinticinco mil palabras, por lo que la trama estaba más o menos clara cuando me puse a escribir en serio. Pero no me gustan las novelas que se basan en meter muchos textos ajenos, cartas, mails… Todo eso me saca de la historia. He intentado que eso no ocurra aquí.

—Pero entonces, ¿sabía lo que iba a ocurrir con todos los personajes al comenzar o es, más bien, de esos escritores a los que los personajes se les escapan?

"Quizás no suene muy bien que yo lo diga, pero al final del libro me ha emocionado comprobar que los personajes mostraban muchas más dimensiones que en el comienzo"

—Esa respuesta no tengo ni que pensarla. Si uno de mis personajes me sorprende significa que la medicación que tomo no funciona. Tengo que saber qué va a ocurrir. Lo que sí me puede sorprender es cómo, a veces, los personajes se embrollan psicológicamente, cómo van profundizando en sí mismos. Quizás no suene muy bien que yo lo diga, pero al final del libro me ha emocionado comprobar que los personajes mostraban muchas más dimensiones que en el comienzo.

—¿Por qué eligió San Francisco como mejor escenario en la construcción de la atmósfera?

—Elegí deliberadamente San Francisco. Me encanta Hitchcock, su estilo, su sentido del humor. Cada una de sus escenas tiene algo que decir. Si La mujer en la ventana era de alguna forma un tributo a La ventana indiscreta, ahora El final de la historia rinde homenaje a Vértigo. Pero tenía otras razones para elegir San Francisco. América está llena de ciudades, algunas son más interesantes que otras, muy pocas son misteriosas. Me acuerdo de que hace unos años, cuando leí La sombra del viento, de Ruiz Zafón: Barcelona me fascino por su misterio. ¡Aunque tal vez no sea tan misteriosa como yo la leí! (Risas). Buscaba algo parecido para mi nueva novela, y la niebla de San Francisco, sus calles que suben, bajan y serpentean, su bosque, su bahía, su prisión en una isla… No podía encontrar nada mejor.

—Por cierto, ¿Vértigo es su película preferida de Hitchcock?

—¿Es la suya?

—Ummm, sí.

"Lo único que se puede decir de Vértigo, y no es exactamente una crítica, es que se trata de la única película de Hitchcock en la que no hay sentido del humor"

—Lo único que se puede decir de Vértigo, y no es exactamente una crítica, es que se trata de la única película de Hitchcock en la que no hay sentido del humor. Y eso no es normal en él. Probablemente sea mi película favorita de las suyas porque es la más conseguida, pero no creo que sea, sin embargo, la que más he disfrutado.

—El final de la historia aborda el poder, los secretos, la manipulación. ¿Diría que estos temas son los centrales de la política contemporánea hoy en EEUU?

—En cierto modo, El final de la historia es una novela totalmente apolítica que se mantiene voluntariamente al margen de la actualidad. ¿Por qué? Porque buscaba que el lector viviera una experiencia de escapismo, que se convirtiera en un turista de la realidad.

—Si vende otros cinco millones de ejemplares también de esta novela, ¿piensa retirarse o continuará escribiendo?

—¡No me retiraría, y le digo por qué! Con lo que gané en el libro anterior me hice una figurita en 3D que es exacta a mi perrita real. ¡Y es muy cara! Ahora en serio, me gusta escribir y espero escribir el siguiente libro más rápido que este, que me ha llevado demasiado tiempo, nada menos que seis años.

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