En una entrevista concedida recientemente al medio conservador Right Side Broadcasting Network, el candidato republicano a las próximas elecciones presidenciales, Donald Trump, comparaba a los inmigrantes que llegaban al país con el personaje cinematográfico Hannibal Lecter, afirmando que «son gente áspera, en muchos casos procedentes de cárceles, prisiones, instituciones psiquiátricas, manicomios». «Ya saben, manicomios, como en El silencio de los inocentes».
La Cocina (2024), su más reciente estreno en la Berlinale, es un testimonio de esta habilidad. La película sumerge al espectador en el microcosmos de un restaurante para turistas en Times Square llamado The Grill, donde la diversidad de sus empleados, en su mayoría migrantes indocumentados, se convierte en un reflejo de la ciudad de Nueva York. A través de los ojos de Pedro (Raúl Briones), un chef mexicano, y Julia (Rooney Mara), una camarera estadounidense con quien mantiene un romance, se nos revela una cotidianidad llena de desafíos, sueños y conflictos personales.
Ruizpalacios logra una narrativa en la que, lejos de idealizar a sus personajes, muestra su humanidad en toda su complejidad. En The Grill, todos son extranjeros, ya sean latinoamericanos, ciudadanos americanos de ascendencia latina, afroamericanos, o miembros de clases sociales menos favorecidas. La película se adentra en la violencia cotidiana que enfrentan: la soledad, la precariedad y las barreras lingüísticas, sin caer en la trampa del victimismo.
En el estreno de La cocina en la pasada Berlinale, una de sus productoras reflexionaba sobre la experiencia de filmar la película, señalando: «Nos dimos cuenta de todo lo que hay detrás de una persona cuando migra, de la lucha, los problemas que llevan consigo, y al final reflexionamos sobre cómo estas personas están huyendo de la violencia y muchas veces encuentran más violencia en el lugar al que llegan».
En tiempos donde los discursos de odio amenazan con deshumanizar al otro, Ruizpalacios, a través de su enfoque realista y empático, invita a reflexionar sobre la individualidad de cada ser humano más allá de la etiqueta de «migrante» o «ciudadano».
A pesar de la rudeza de las condiciones laborales y personales, los empleados de The Grill encuentran momentos para el amor, las bromas y la reflexión. Esta capacidad de resistencia se observa en los anhelos de los personajes, que van desde los más sencillos y austeros, como enviar dinero a sus familias en el extranjero o formar una propia en tierra americana, hasta algunos más elaborados y extravagantes que involucran grandes cantidades de dinero. La película abre con una cita del poeta estadounidense Henry David Thoreau: «Casi todas las noches me despierta el resoplido de una locomotora. ¡Interrumpe mis sueños!». Tal vez como una advertencia o recordatorio de que, aun en medio del caos, siempre hay espacio para soñar.
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