Clara Morales ha escrito trece relatos ligados por el tema común de la memoria, es decir, de esa sacudida que queda impresa en nuestros cuerpos y que arrastramos por la vida unas veces con orgullo o otras con vergüenza. Lo personal y lo político se solapan en un libro en el que se habla de torturas franquistas, de amores no correspondidos, de marchas LGTBIQ+…
En este making of, Clara Morales cuenta el origen de Ya casi no me acuerdo (Tránsito).
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No tengo una memoria especialmente buena. Olvido cumpleaños, soy incapaz de recordar los nombres y las caras de personas a las que he visto mil veces, algunos años de mi vida (no tan lejanos) no son más que un borrón neblinoso. Para ponerle remedio, me acompaño desde siempre de agendas, calendarios, listas de tareas. La conciencia de contar con una memoria más que falible, unida a la certeza de que somos lo que recordamos, bastan para levantar una obsesión literaria. O eso creo, porque el chiste se hace solo: no recuerdo del todo cómo y por qué empecé a construir este libro.
Pero también sucede que los intereses literarios aparecen de manera mucho menos articulada y responden a cosas tan sencillas (¿sencillas?) como el placer. Por ejemplo, creo que la idea de utilizar una sola voz me parece aburrida, y probablemente este sea el principal motivo tras la decisión de escribir todos los relatos en primera persona, esforzándome para que estas primeras personas fueran distintas entre sí. Eso lleva, claro, a un trabajo particular de construcción de personajes, a partir de su forma de expresión y de sus motivaciones para contar. Pero mentiría si dijera que esto es más relevante que el mero placer de buscar una voz nueva. Lo mismo sucede con la estructura: me interesan los relatos de segunda mano (alguien cuenta que alguien le contó), las historias a partir de documentos encontrados (cartas, escritos judiciales), la intersección entre narrativas convencionales y textos no convencionales (como discursos o recortes de prensa). ¿Revela esto un trabajo sobre la naturaleza de la memoria y de la literatura, sobre los puntos comunes en la construcción de una y otra? Bueno, supongo. ¿Me resulta más divertido que otras cosas? Por supuesto.
La obsesión temática me parece más misteriosa. Visitas a una exposición y una pieza, entre todas las demás, parece tener una luz distinta. Por ejemplo, para el relato “Thanksgiving Day”, el anuncio en castellano de una tienda de alimentación neoyorquina de mediados de siglo. En una conversación con amigas, rescatas una anécdota sin importancia que, así contada, de pronto tiene otro peso, llama a otros personajes, podría tener finales distintos. A estos relámpagos, que no son ideas completas sino la promesa remota de que quizás se pueda llegar a alguna, los someto a una prueba. Una prueba de memoria. No los apunto en ningún sitio. Si permanecen, trabajo sobre ellos en algún momento de los meses siguientes. Si los olvido, los olvido. Me encantaría hablar de estos últimos, o de las diferencias entre una categoría y otra, pero no puedo, por razones obvias.
Lo que no es en absoluto misterioso, aunque se suela envolver de cierto halo de seriedad literaria, es el trabajo de documentación. Si quiero escribir sobre algo que no conozco lo suficiente, procuro informarme, normalmente buscando bibliografía y a veces recurriendo a entrevistas. En ocasiones, el orden se invierte y llega primero la lectura o la entrevista y luego el interés por escribir. Creo que este trabajo no tiene nada que ver con una voluntad posible de escribir no ficción, y tampoco necesariamente con un respeto reverencial a la verdad. Creo que, al menos en mi caso, tiene que ver de nuevo con el placer, en este caso el placer del aprendizaje, y también con la necesidad. No tengo una imaginación especialmente florida, escribir me resulta imposible si no cuento con un mundo rico en detalles, y leer y escuchar son maneras sencillas de crearlo. Sí me parece relevante, no sé si por honestidad o por mera deformación profesional, citar las fuentes que han resultado fundamentales en esta parte de la labor. La dimensión colectiva de la creación no es un concepto abstracto y se hace evidente en aspectos como este. Así que eso he procurado hacer en las notas del libro. Espero no haberme olvidado de nadie.
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Autora: Clara Morales. Título: Ya casi no me acuerdo. Editorial: Tránsito. Venta: Todos tus libros.
MEMORIA
«SACUDIDA QUE
QUEDA IMPRESA EN
NUESTROS CUERPOS Y
QUE ARRASTRAMOS
POR LA VIDA UNAS
VECES CON ORGULLO
U OTRAS CON
VERGÜENZA»
ZENDA
CERTERO : «SOMOS LO
QUE RECORDAMOS»
MEMORIA= «LOS
EFECTOS QUE EL
PASADO TIENE SOBRE
EL PRESENTE»
DISTINSIÓN : MEMORIA
PARTICULAR Y
MEMORIA COMÚN .
MEMORIA
COMÚN = «AQUELLA
QUE DISCUTIMOS Y
ACORDAMOS EN
SOCIEDAD PARA
DECIDIR QUÉ PARTES DE
NUESTRO PASADO NOS
DEFINEN
HISTÓRICA Y
POLÍTICAMENTE».
CLARA MORALES
ÉL HABLABA DE
MEMORIA .
ÉL HIZO USO DEL
CONCEPTO.
EN SU SANTO
CUERPO , EL NARDO
QUEDÓ GRABADO.
A MODO DE
RECONOCIMIENTO, LA
MUJER IMPULSORA EN
DERRAMAR LA
SUSTANCIA EN SU NATURALEZA NO
SÓLO FIGURA IMPRESA EN
EL TEXTO SAGRADO ; ÉL
PROMOVIÓ LA
DIFUSIÓN DEL
ACONTECIMIENTO.
SIENDO vox pópuli , EN EL CONSCIENTE
COLECTIVO
PERMANECE SU
SACRIFICIO.
AQUELLOS
PARTICIPANTES DEL
FRUTO DE LA VID &
EL PAN , A RAÍZ DE SU
INSTRUCCIÓN , MANTIENEN
VIVA LA MEMORIA POR LO
SIMBÓLICO DE TALES ELEMENTOS.
LAZO ÍNTIMAMENTE PERSONAL Y
CEREBRAL. CONEXIÓN
PURA ENTRE LO
PLENO Y EL
HOMBRE.
¡SAGRADO!
ESCRITURAS
PERFECTAS &
SUBLIMES.
Dice la reseña que se habla de «torturas franquistas» y también de «marchas LGTBIQ+». Si el crítico relee la obra con atención, seguro que también encuentra alusiones al cambio climático, a la brecha de género y al angst de la generación post-millennial, así como un toque poderoso de alarma frente al auge de la ultraderecha y alguna proclama a favor de la lucha por la abolición de los espectáculos taurinos. Si tienen que colarnos una vez más el pack, que sea el pack completo, o casi completo.