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Del 11-M al procés: los años más convulsos del régimen del 78

Del 11-M al procés: los años más convulsos del régimen del 78

Los conceptos políticos, como las armas, los carga el diablo. Más aún cuando se convierten en eslóganes habituales en carteles y pancartas: entonces son ya armas arrojadizas cuyo filo hiere casi a distancia. Con la eclosión de Podemos y en el magma del proceso independentista empezó a generalizarse la expresión de «régimen del 78». Con un desembozado matiz peyorativo, claro, ocioso es subrayarlo. Los constitucionalistas reaccionaron indignados por lo general, pues entendían —no sin fundamento— que más que denominación aquello era una descalificación. En efecto, en nuestro argot político «régimen» retrotrae a muchos al franquismo —«el régimen», se decía a menudo, así en singular, como sinónimo del sistema implantado por Franco— y en nada mejora para los más jóvenes el añadido de un año, ¡el 78!, que les parece una mención al Pleistoceno Superior.

"Ya entrado el nuevo siglo y el nuevo milenio, los nietos de la transición, nacidos en democracia, se plantean nuevos objetivos y, sobre todo, se revuelven contra las insuficiencias de un sistema que da muestras de un innegable anquilosamiento"

Cabe, sin embargo, otra manera de ver las cosas. Dejar al adversario el monopolio de determinados conceptos y, más aún, el privilegio de las adjetivaciones, conlleva concederle una ventaja sustancial ya en el punto de partida. ¿«Régimen del 78»? ¡Sea! ¿Por qué no? Un régimen democrático homologable con los de los países más avanzados de nuestro entorno. ¿El 78, un año lejano? Mejor aún: basta una mínima cultura histórica para dictaminar que estamos hablando del período de mayor estabilidad política y desarrollo económico en algo más de dos siglos de la España contemporánea. ¿Supone ello negar que hay problemas, fallos, errores, lacras, carencias de todo tipo? ¡Por supuesto que no! Pero… ¿qué sistema hay perfecto?

No estamos hablando de disquisiciones abstractas ni de teoría política sino más bien de miradas o, mejor aún, de perspectivas concretas. Los padres de la transición fueron los responsables del paso pacífico de la dictadura a la democracia, «milagro español» según las cancillerías de medio mundo. Sus hijos vivieron ese ambiente de libertad valorando su carácter excepcional en la trayectoria histórica de España. Pero, ya entrado el nuevo siglo y el nuevo milenio, los nietos de la transición, nacidos en democracia, se plantean nuevos objetivos y, sobre todo, se revuelven contra las insuficiencias de un sistema que da muestras de un innegable anquilosamiento.

"Quizá ese basamento provenga del modo periférico de abordar la política nacional, que se canaliza mediante una ironía muy incisiva y se potencia trasluciendo un cierto complejo de superioridad"

Aunque esos procesos sociales y políticos transcurren paulatinamente, no sabemos resistirnos a la tentación de datarlos con fechas específicas: si queremos hacerlo así, partir del 11-M, como hace Enric Juliana (Badalona, 1957) en este libro, constituye un recurso difícilmente cuestionable. Bien es verdad que, aparte de las razones estructurales, no debe silenciarse que hay motivos más personales para hacerlo así. Lo reconoce el propio autor en las páginas iniciales: «Llegué a Madrid el 14 de abril de 2004, un mes después de la gran tragedia. Recuerdo bien la fecha y las primeras impresiones. Se cumplían treinta días de las elecciones generales de marzo y la ciudad todavía se hallaba muy conmocionada por los atentados. La herida estaba horrorosamente abierta. Me incorporaba a la redacción de La Vanguardia en Madrid».

Y, en efecto, todo lo que sigue a lo largo de seiscientas páginas (estructuradas en veinte capítulos, que corresponden a los años que van de 2004 a 2023) puede leerse como el relato de una gran crisis —que contiene en su interior otras múltiples crisis parciales— vivida desde la sede capitalina, epicentro de la mayor parte de las conmociones del período, pero contemplada con el enfoque escéptico y socarrón de un reportero catalán, culto y hedonista, cualidades que remiten inevitablemente a un clásico como Josep Pla, aunque en otro orden de cosas se pueda evocar también la estela de otros grandes periodistas catalanes del siglo XX, como Gaziel (Agustí Calvet). Los tres son distintos, en estilo y pensamiento, pero aun así, el lector que los haya frecuentado notará un trasfondo común, tan patente como difícil de precisar.

"No sé si quienes hayan leído a Juliana solo en los periódicos han podido percibir que nuestro autor busca conscientemente desbordar las limitaciones de su oficio y trascender así el carácter efímero del mero apunte periodístico"

Quizá ese basamento provenga del modo periférico de abordar la política nacional, que se canaliza mediante una ironía muy incisiva y se potencia trasluciendo un cierto complejo de superioridad. Esa pose se acompaña habitualmente de un distanciamiento consciente de las pompas capitalinas y desemboca en líneas generales en una actitud más cercana a la frialdad que a la empatía. Centrándonos ahora en Juliana, ese ramillete de rasgos puede provocar en una misma página sentimientos contrapuestos: sus agudezas pueden hacernos sonreír pero dos líneas después determinadas afirmaciones nos dejan algo desconcertados e incluso no es extraño que puedan provocar en algunos lectores una sorda irritación. No es casual que Juliana despierte grandes amores y grandes odios, siendo por ello tan venerado como vilipendiado.

No sé si quienes hayan leído a Juliana solo en los periódicos han podido percibir que nuestro autor busca conscientemente desbordar las limitaciones de su oficio y trascender así el carácter efímero del mero apunte periodístico. Me atrevo a conjeturar que a tal impulso obedece no solo su tono frecuentemente reflexivo sino su voluntad de agavillar sus artículos para componer grandes cuadros que retraten la vida política del país desde su posición de testigo privilegiado. En 2014 publicó un grueso volumen con el título de España en el diván. De la euforia a la desorientación, retrato de una década decisiva (2004-2014), resultado de la fusión de tres obras anteriores: La España de los pingüinos, La deriva de España y Modesta España. Ahora, con este libro que nos ocupa, quiere abarcar más, pues pretende reflejar nada menos que las últimas dos décadas de vida política española. Sin lugar a dudas, las más turbulentas desde la transición.

"En el ambiente crispado que vivimos, recomendar o simplemente hablar bien de un libro de crónicas políticas es un ejercicio arriesgado"

La mera mención de algunos episodios, los más conocidos o llamativos, avalan la afirmación anterior: la gran crisis económica de 2008, el movimiento de los indignados, la crisis del bipartidismo y el surgimiento de nuevos partidos, la abdicación del rey, la inestabilidad política, el deterioro institucional, la gestión del final de ETA, la eclosión del independentismo en Cataluña, el azote de la pandemia, los indultos políticos y la ley de amnistía… Todo esto es lo que cuenta Enric Juliana en estas páginas. Su método es sencillo y no requiere de mayor explicación: lo que estas páginas contienen es una relación cronológicamente ordenada de algunas de las crónicas periodísticas del autor que han ido apareciendo durante estos años en el periódico La Vanguardia.

En el ambiente crispado que vivimos, recomendar o simplemente hablar bien de un libro de crónicas políticas es un ejercicio arriesgado. Se ha convertido en norma que cada lector acuda allá donde se suscriban sus opiniones y se refuercen sus prejuicios. Debe advertirse por tanto que el relato de Juliana tiene dos sesgos que pueden ahuyentar a muchos potenciales lectores: un talante mucho más comprensivo con la izquierda que con la derecha política y su óptica catalanista. En términos menos sutiles podría decirse que el autor no es neutral ni quiere serlo. Conviene subrayarlo. Una vez dicho esto, quien no tenga miedo o reparo en confrontar sus ideas con un autor lúcido y agudo, se encontrará con un libro tan sugestivo como brillante, un análisis que va más allá de la política menuda para convertirse en un gran fresco de una España desorientada en un período crucial: la crisis del régimen del 78 que citamos al principio. Un país, como señala el título, vacilante entre el pragmatismo del pacto y la tentación de abandonarse a la furia.

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Autor: Enric Juliana. Título: España, el pacto y la furia. Editorial: Arpa. Venta: Todos tus libros.

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