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No somos máquinas y nunca lo seremos

No somos máquinas y nunca lo seremos

Estamos en guerra con la inteligencia artificial y los robots. Con esta afirmación comienza Fernando Bonete a desglosar todo un argumentario sobre la hecatombe tecnológica que muchos autores propugnan en sus escritos. Lejos de situaciones catastrofistas, nos presenta un ensayo crítico, pausado y esperanzador, sin profetizar ni vaticinar desastres gratuitos; este es un libro en el que la inteligencia artificial (IA) se presenta como un espectacular canalizador para mejorar la calidad de vida de la especie humana y no para destruirla.

En tres ejes analíticos se estructura el libro. El primero sobre nuestra relación con los robots y la IA, para desmontar el miedo a estas estructuras tan avanzadas tecnológicamente y los dos siguientes ejes sobre las habilidades y competencias de las máquinas. Siempre acompañados de la visión humanista del padre de la robótica (I. Asimov).

Los robots y la IA no tienen la autonomía necesaria para progresar por sí mismas. Lo es ahora y la evidencia científica apunta a que lo seguirá siendo por mucho tiempo.

"Pero Fernando Bonete deja claro que los robots son máquinas y como tales están creadas y gestionadas por el ser humano"

Sin embargo, los robots han permitido mejorar la medicina y todos los sistemas asistenciales, hay robots marinos que llegan a profundidades donde el ser humano nunca llegará, drones, escáneres, reconocimientos faciales de un simple móvil, impresoras 3D, son ejemplos que plagan de desarrollos tecnológicos nuestras vidas. No obstante, el humano vive y el robot funciona, estando ausente de deseos, ambiciones, curiosidad, intuición, piedad u objetivos propios.

Pesimistas y apocalípticos tecnológicos, han hecho mucho daño con sus películas y novelas, profetizando el fin de la especie humana a costa de los robots. Pero Fernando Bonete deja claro que los robots son máquinas y como tales están creadas y gestionadas por el ser humano.

"Mentalidad, carácter y conocimiento son los tres parámetros que un robot establecería para obedecer o salvar a uno u otro humano. Tres leyes de la robótica fundamentan la relación con las máquinas"

Asimov es el eje de giro en todo este ensayo donde la conclusión que podemos extraer es que el ser humano, si no deja de ser “humano”, no tiene por qué temer a los robots; los problemas surgen cuando la exacerbada ambición humana es capaz de crear para destruir o si los humanos hacemos dejación de funciones y robotizamos nuestras vidas. Los robots niñeros, cuidadores de personas dependientes, las aplicaciones como: Replika, Blush, Xiaolce o CarynIA que por medio de algoritmos te crean una pareja a medida de tus preferencias. Una vez más la procrastinación es la piedra angular de la involución humana. Igualmente, existen aplicaciones para el tratamiento de imágenes e ilustraciones como Adobe Firefly, Leonardo IA, SORA (vídeos) pero nunca llegarán al tratamiento de imágenes o vídeo que una persona experta pueda crear.

Mentalidad, carácter y conocimiento son los tres parámetros que un robot establecería para obedecer o salvar a uno u otro humano. Tres leyes de la robótica fundamentan la relación con las máquinas:

  1. Un robot no puede hacer daño a un ser humano.
  2. Debe obedecer las órdenes recibidas por los seres humanos, excepto conflicto con la Primera Ley.
  3. Debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no sea incompatible con la Primera y Segunda Ley.

¡La libertad deja de serlo si uno no puede vivir como quiera! ¡Exactamente como quiera! La evolución humana es producto de la agricultura, el fuego, el manejo de las herramientas que hizo posible todo lo demás, la tribu, la cooperación entre los individuos. La creatividad, la capacidad de liderazgo, el pensamiento crítico, la persuasión, la negociación, la intuición son valores en los que se fundamentarán las profesiones del futuro porque ninguna máquina podrá suplirlos y si pudiera hacerlo ¿Por qué querríamos automatizarlo? Si alguien puede programar una máquina capaz de escribir El Quijote es porque esa misma persona puede escribir una obra literaria a la altura de El Quijote.

¿Queremos automatizar a los abogados, jueces, diagnósticos médicos, proyectos urbanísticos? Los agentes literarios no venden derechos de traducción si no garantizan que serán realizados por una persona pero los robots seguirán siendo parte esencial en la cadena de producción en detrimento de los trabajadores menos cualificados, líneas de caja en almacenes y todo tipo de tiendas, parkings, alojamientos turísticos domotizados, logística de mercancías, clasificado de paquetería y envasado, puestos administrativos de nivel medio/bajo, contabilidad, atención al cliente, gestión de la información, protección de datos, actividades informáticas, gestión de residuos y en general actividades industriales de cualquier tipo. Toda esta automatización lleva a la mentalidad colectiva sobre lo innecesario de ser tantos en el mundo.

Somos nosotros quienes ponemos a los robots en el sitio que les corresponde.

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Autor: Fernando Bonete Vizcaíno. Título: La guerra imaginaria. Desmontando el mito de la inteligencia artificial con Asimov. Editorial: Siglo XXI.  Venta: Todos tus libros.

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