Toni Montesinos: nada más (y nada menos) que literatura

Codificada en los paisajes artificiales de esta exégesis mora la intuición letrada de que las jerarquías literarias no son ni naturales ni permanentes. Se nos muestra el autor en sus compromisos estéticos, transgrediendo prejuicios: “Es absurdo lamentarse ante la muerte [sostiene Petrarca], pues supone el traslado a una patria mejor”.

En estos tratados se captura no sólo el placer de releer a los clásicos, sino también los beneficios que aportan al cuerpo y la mente: “[Casanova] fue más que un donjuán caballeroso con todas sus amantes: fue un extraordinario escritor”. Contrarresta el crítico literario de La Razón una cantidad ingente de ansiedades: “[D’Annunzio] buscó una infelicidad perfecta que enmarcar la novela de su vida”.

Despliega el redactor jefe de Qué Leer creativos actos de entrega: [Dino Buzzati] trató, de continuo, en torno a las dimensiones cotidianas entre lo real y lo imaginario, entre la angustia imaginaria y la amenaza verdadera”. Sus formas de generosidad se traducen en una energía contagiosa que nos impele a regresar a la tradición, con renovados ojos: “[Claudio Magris] medita acerca de nuestra sociedad actual, tan dada al striptease emocional, al exhibicionismo vacuo, a los selfies del corazón”.

Los Mecanismos que arma el colaborador de Cuadernos Hispanoamericanos, Cultura/s de La Vanguardia o El Viajero incorporan tentativas de autobiografía para avanzar en lugar de simplemente ilustrar sus bibliófilos argumentos, siguiendo los preceptos de, entre otros, su admirado Italo Calvino, que propugna redactar “menos autobiografías líricas y más memorias culturales”.

No se pretende en este volumen, subtitulado Literatura, arte, historia y viajes italianos, guiar al lector en un viaje de crecimiento personal o iluminación moral. Un desbordante afán nos informa acerca de decenas de obras, prolijamente descritas; hay color, energía, experiencia: “Calasso nunca olvidó lo que el creador de Gregor Samsa escribió una vez y él mismo podría repetir: “No soy más que literatura”.

Una crónica universal de la grafomanía se convierte en un lugar colectivo, casi un espacio abierto, donde detenerse entre capítulos, como si estos fueran oasis en los que sentarse tranquilamente un rato, temporalmente libres de los innumerables desiertos a los que nos somete la digital impermanencia, para disfrutar de reconfortantes disquisiciones: “[Primo Levi] es la voz de los muertos, un testimonio”.

Circulares son estas memorias analógicas que suponen la crónica de un afecto tan constante como inhabitual por la península itálica: “Roma representa el kilómetro cero de nuestra cultura y todos somos sus ciudadanos”. Justo ahora en el que nuestra atención parece estar en peligro de desaparecer por culpa de los móviles dispositivos, Toni Montesinos nos recuerda que un libro, ese objeto intemporal, es una isla desierta en la que exiliarnos para reconectar con nuestra desnortada esencia.

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Autor: Toni Montesinos. Título: Mecanismos gélidos. Editorial: Alfar. Venta: Todos tus libros.