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Sigmund Freud sueña con Irma

En 1895, Sigmund Freud pasa el verano junto a su familia en Bellevue. Es ésta una villa vienesa, próxima al Kahlenberg —una de las colinas de la ciudad—, que otrora fue un casino. Quiere esto decir que las habitaciones son más grandes de lo que es frecuente, lo que tendrá cierta trascendencia en el sueño que el psicoanalista vivirá en la noche del 23 al 24 de julio, una experiencia onírica en la que la humanidad entera atisbará uno de sus momentos estelares. Casi tanto como cuando comprenda que la infancia es feliz porque en ella se carece de deseo sexual.

“El curandero del alma”, llamará Stefan Zweig, otro vienés egregio —primer y gran cronista de estos momentos sublimes de la especie—, a su admirado paisano y coetáneo. Eso será en La curación por el espíritu, un ensayo de Zweig de 1931. En sus páginas, el maestro disertará sobre las vidas y las obras de tres figuras clave en el desarrollo de los métodos de curación psíquica: Franz Anton Mesmer, Mary Baker-Eddy y Sigmund Freud, a quien el sueño de una noche como la de hoy 1895 sugerirá las claves de algunos de los aspectos más tortuosos de la realidad.

"La primera edición de La interpretación de los sueños, con el sello de la editorial Franz Deuticke, aparecerá, simultáneamente en Leipzig y Viena en 1899, aunque será fechada en 1900, ya en el siglo XX"

Nueve años antes de soñar con Irma, en 1886 —recién casado con Martha Bernays—, el doctor Freud está empleado en su propia clínica: una institución privada donde trata la histeria mediante la hipnosis y el método catártico de su mentor, Josef Breuer. Pero ninguna de estas terapias acaba de convencerle. Han quedado atrás, como sus estudios sobre el uso de la cocaína a modo de estimulante y analgésico. De un tiempo a esta parte ha empezado a interesarse por la asociación libre, que él mismo describe como la “regla fundamental del psicoanálisis”.

“A principios del verano de 1895 sometí al tratamiento psicoanalítico a una señora joven, a la que tanto yo como todos los míos profesábamos una cariñosa amistad”, escribe el doctor en la que será su obra clave, La interpretación de los sueños. “La mezcla de esa relación amistosa con la profesional constituye siempre para el médico —y mucho más para el psicoterapeuta— un inagotable venero de inquietudes. Su interés personal aumenta y, en cambio, disminuye su autoridad. Un fracaso puede enfriar la antigua amistad que le une a los familiares del enfermo”.

"Ya en la vigilia, nada más despertar, el creador del psicoanálisis, nos refiere en sus apuntes cómo recibe a Irma en su sueño, entre otros invitados, en el amplio vestíbulo de Bellevue"

La primera edición de La interpretación de los sueños, con el sello de la editorial Franz Deuticke, aparecerá, simultáneamente en Leipzig y Viena en 1899, aunque será fechada en 1900, ya en el siglo XX. Cualquiera diría que sus editores, ya en los últimos meses del XIX, presentían que Freud y más concretamente el Freud de La interpretación de los sueños, marcaría uno de los parámetros de la centuria que empezó en aquel año.

El primer sueño interpretado por el doctor es el de Irma, esa amiga a la que le daba reparo tratar. Ya en la vigilia, nada más despertar, el creador del psicoanálisis, nos refiere en sus apuntes cómo recibe a Irma en su sueño, entre otros invitados, en el amplio vestíbulo de Bellevue. Nos habla de los reproches que hace a la joven, por no haber seguido el tratamiento prescrito y de la infección que padece:

“Nuestro amigo Otto ha puesto recientemente a Irma, una vez que ella se sintió mal, una inyección con un preparado a base de propil, propilena…, ácido propiónico, trimetilamina (cuya fórmula veo impresa en gruesos caracteres). No se ponen inyecciones de este género tan ligeramente… Probablemente, además, estaría sucia la jeringuilla”.

La ventaja que Freud encontró en este sueño, en comparación con otros muchos, prácticamente olvidados al despertar, fue que revelaba “claramente qué sucesos del último día reflejaban”. La que el doctor llamó “la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente dentro de la vida anímica” acababa de abrirse.

Según la teoría freudiana, los deseos, que a diario pasan sin cumplirse, se ven, si no realizados, al menos exorcizados en la experiencia onírica. Con el tiempo, Stefan Zweig —quien sería un entusiasta corresponsal de Freud— aplicaría sus teorías sobre el inconsciente, los sueños y los conflictos internos a novelas como Ardiente secreto (1911), sobre los deseos reprimidos y los conflictos internos de sus personajes, y ensayos como La lucha contra el demonio (1936), un acercamiento a las figuras de Hölderlin, Kleist y Nietzsche desde la perspectiva freudiana. La dedicatoria de Zweig no deja lugar a dudas: “Al profesor Sigmund Freud, espíritu agudo y sugerente, dedico este triple acorde del espíritu creador”.

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Ricarrob
Ricarrob
3 meses hace

El santuario de Delfos. Su inscripción como recordatorio a todos los visitantes: conócete a ti mismo. Quizás Freud solamente aplicó científica y experimentalmente esta frase. Nos acechan los fantasmas, los miedos, lo desconocido en los demás, y buscamos todo ello en el exterior. Error que Freud descubre.

Descubrir en nuestro interior todos los fantasmas que nos acechan y no proyectarlos al exterior, a los demás.

En los políticos es más grave esto. Llegar al poder proyectando hacia los demás los complejos, los miedos, los defectos personales es un gran problema… para los ciudadanos. Quizás para ocupar el poder se deberían cumplir dos condiciones mínimas de forma obligatoria: ser capaz de hacer una «O» con un canuto (siento decir que esto no se cumple en muchos casos) y someterse a un examen psicoanalítico intenso y publicarlo antes de unas elecciones. ¡Qué sorpresas nos llevaríamos!

Excelente artículo sobre Freud y Zweig.